Gianina Covezzi presenta su primer libro de cuentos y se sumerge para explorar la complejidad de los vínculos y las identidades.
“La autora se mete en la piel de mujeres que atraviesan procesos de descubrimiento y resignificación de sus propias identidades. Una niña que conoce la desilusión, una joven casada que se cansa de la monotonía de su verano familiar, una madre solitaria que busca reconectar con su hijo adulto son algunas de estas mujeres que construye Gianina Covezzi con crudeza y sensibilidad. Con una atención siempre precisa y ajustada en el detalle del entorno, la autora compone personajes complejos que avanzan y retroceden, se afianzan y se asustan, arman y desarman emociones, ideas y vínculos: mujeres envueltas en historias donde lo que se pone a prueba, oración a oración, es su identidad en el sentido más profundo”, escribió Federico Falco en la contratapa del libro ¡Esta es una chica Especial!, obra que presentará la propia autora este sábado 19 de marzo a las 18 horas en la Barcaza (Los Coihues). Lo hará de la mano de la librería itinerante La Sede, proyecto que inició en Buenos Aires junto a dos amigas y que continúa en Bariloche, nutriendo de obras -focalizadas en literatura contemporánea, editoriales independientes, argentinas y latinoamericanas- un circuito literario que crece fervientemente.
“Me fasciné mucho con el género cuentos”, dice Gianina, o Tani como muchos la conocen, del otro lado del teléfono. Repasa las huellas que traen el nacimiento de su segunda obra, la primera fue Del otro lado, publicada en el 2019, pero es difícil explicar un resultado. Necesariamente lo que emerge es apenas lo visible de un largo recorrido. Pero acá está, concretamente tangible su primer libro de cuentos. Una selección cuidadosa entre los que tenía escritos -uno de ellos ganó la Bienal de Arte Joven- y los que fue desarrollando para completar esta cartografía.
“En el 2021 la Editorial Aguinaldo estaba buscando manuscritos para publicar. Me contactaron, les mandé un avance y les gustó. Lo lindo fue que a partir de ahí empezamos un trabajo editorial conjunto, donde tuvimos reuniones semanales para trabajar cosas específicas de los cuentos, fue hermoso”, dice sobre el proceso editorial para llegar a la publicación. En ese trayecto, cuenta, fue posible hablar de literatura “como si fuera lo único importante en el mundo”.
Fueron meses intensos de reuniones semanales, se trabajó con pasión y en detalle y se sumó a la edición Santiago Nader, con quien la autora ya venía interactuando en una clínica de obra personal. “La editorial tuvo el buen gesto de sumarlo al equipo y pude seguir trabajando con él, que conocía los cuentos desde el inicio. Para alguien que escribe en soledad, tener un equipo atrás, ayudando a que los cuentos sean la mejor versión, es una gran experiencia”.
– ¿Cómo llegaste a la selección de estos ocho cuentos?
– Siempre fue importante que no fuera un rejunte. Es un volumen. Cuando tenía los primeros cuatro hicimos un trabajo de lectura y de pensar qué había ahí y qué me interesaba hilar y profundizar de lo que ya había. Los otros cuatro cuentos los escribí para seguir este hilo.
Así, la complejidad de los vínculos -madres, padres, hijos, afectivos- son parte de ese hilo conductor que une la exploración por estas tramas. “Me interesaba mucho el desencuentro, la falla en esos vínculos, trabajar con personajes complejos. Es como si nadie tuviera la culpa de que las cosas no salgan bien, no son del todo malos ni del todo buenos. Me interesa explorar eso. Y creo que también en todos los cuentos lo que más trabajé fue lo emocional de los personajes, como si esas emocionalidades definieran el resto del cuento. Más que un cuento de trama, suspenso y remate final, me interesaba quedarnos con una imagen, una metáfora más bien latente, donde se cuela una luz de esperanza o de tragedia final”.
-Un bucear en las profundidades del ser…
-Sí, me interesa el mundo interior. Sobre todo… es como que hay un elefante rosa, pero nadie lo va a mencionar. Está el silencio, lo no dicho, la incapacidad de hablar, de vincularse desde un lugar más explícito. Lo que siente el personaje, las expectativas para con el mundo y el desencuentro con ese mundo.
-En el rol también de librera, a través del proyecto La Sede: ¿Cómo ves el escenario actual en la circulación y las propuestas literarias?
-A través del proyecto de la librería me doy cuenta que hay una gran voracidad y ganas de tener cerca esos libros que se proponen en el catálogo. Claramente tiene que ver con el escenario actual, donde se escribe y se publica más que nunca en la historia de la humanidad. El boom data de unos cinco años atrás y crecen y crecen las editoriales y los autores. Supongo que tiene que ver con la facilidad de acceder a los medios de producción en el mundo editorial y al consumo creciente. De pronto la literatura, leer y estar al tanto de las últimas novedades editoriales y autores se volvió parte de la cultura masiva. Ya no es como “la literatura” con mayúsculas y conocer a los clásicos, se hizo más accesible. Hay ganas de leer y encontrar historias que te interpelan, que tienen que ver con tu tiempo, con las cuestiones que te inquietan por ser una persona que vive en este momento de la historia. Hay novedades y novedades todos los meses, es imposible estar al día con todo lo que sale, es como una corriente. Cuando salió mi libro pensé: allá va, en esa corriente, en ese mar de libros.
-Hay también más espacios y propuestas.
-Florecieron mucho los talleres de lectura de escritura y en este mar cada uno va encontrando su nicho, muchas veces es de la mano de alguien, de un docente, de un tallerista.
-En ese bajar del pedestal que mencionábamos, hay también un lugar más preponderante para las historias mínimas, por decirlo de alguna manera. No todo es bueno por haber más cantidad, pero sí hay más circulación de la palabra. ¿Observas eso?
-Hay una polémica en torno a eso, gente que ataca la proliferación de la literatura autobiográfica o de autoficción. Lees un buen libro y además de disfrutarlo te contagia, decís: quiero escribir, está al alcance. Cantidad no es la calidad, pero sí a favor de que escriba quien tenga ganas de escribir. Después se verá. Confío mucho en el laburo a la hora de escribir. No puedo pensar sobre mi libro: está increíble. Pero me quedo tranquila porque lo trabajé, como oficio, como un carpintero que tiene que lijar y lijar, probar esta madera con esta otra. En mi caso se dio desde el inicio el hecho de estar en un círculo de gente, que es estar en el mundo de los talleres, ese mundo es muy accesible para cualquiera. Y después hay una cadena que se va dando. Se arma un mudo muy orgánico, de afinidades y contactos y redes que te van llevando. A lo burocrático le tengo menos fe que a estos vínculos interpersonales. Siempre llegar a una editorial porque te recomendó alguien es más factible para la publicación que mandar tu manuscrito a Alfaguara. Tiene que ver con cada uno, a mí me gustan las editoriales independientes, me parece que hoy tienen un protagonismo y un peso gigante.
– ¿Cómo sigue el viaje de este libro en esa corriente que mencionábamos? ¿Estás pensando en el próximo?
-Por un lado, estoy atenta a lo que pasa con el libro, ojalá que me traiga más escritura, que me mantenga en este mundo literario que me encanta. Después pasan cosas como que te escriba un escritor que admiras y diga que le gustó tu libro, siempre me parece que la escala de lo interpersonal lo es todo. Que la contratapa la escribiera Federico Falco fue un regalo increíble. Y sí, ya estoy pensando en el próximo, porque desde el año pasado estaba en un mini proyecto por una beca que gané del Fondo Nacional de las Artes y tengo ese empuje para decir: este año tengo que lograr un segundo borrador.
– ¿De qué manera influye en tu escritura el lugar que habitás?
-Justamente, el proyecto este que mencionaba tiene que ver con esta pregunta, porque es un proyecto de escritura muy vinculado a Bariloche. Llegué hace poco más de un año y estuve más bien por la zona de la península, no tano en el centro, y me la pasé vinculándome con los vecinos, el almacén, lo inmediato, esa lógica más de pueblo. El proyecto, que quizás sea más bien novela, tiene mucho que ver con eso, no porque vaya a ser autobiográfico, sino que tiene que ver con la extranjería, con el ver con ojos de recién llegada, con la naturaleza, con la maternidad, con cómo se arman esas redes. Lo primero que hice cuando llegué acá fue hacerme amiga de madres, buscar pares y conocer las situaciones distintas de cada una. Voy a ver qué sale de eso y el cruce con la naturaleza, que tiene un potencial muy grande hacia lo fantástico.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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