La aprobación definitiva del trigo transgénico HB4 resistente a la sequía por parte del gobierno nacional reavivó el debate sobre esta tecnología. Los países que nos compran el cereal: Australia, Nueva Zelanda, Colombia, Brasil y China ya la han aprobado.
¿Qué tiene que ver este tema con nuestra vida cotidiana? Bueno, del trigo proviene el pan y muchísimos de nuestros alimentos tienen trigo como insumo. Entonces si de pronto en algunos titulares se habla de un “nuevo veneno en la mesa de los argentinos” a todos nos pone en alerta y si además puede afectar (más aún) el precio de los alimentos. Entonces es un tema al que hay que prestarle atención…
¿Ustedes saben que es un organismo transgénico? ¿Es algo que cuando lo escuchan, les da buena o mala espina? En pocas palabras, un organismo transgénico, también conocido como “organismo genéticamente modificado” (OGM) es aquel al cual se le ha introducido genes de otro organismo en su ADN, dándole nuevas características que no se encontrarían de manera natural. Voy a decir algo que algunos consideraran herejía: no existen actualmente estudios científicos que prueben que un organismo transgénico por si solo es nocivo para nuestro organismo. Es más, muchas de las nuevas vacunas que han salvado millones de vidas, fueron elaboradas con técnicas transgénicas.
Desde siempre seleccionamos la genética de las especies que nos rodean, nuestros cultivos, animales de cría y mascotas. Muchas medicinas (por ejemplo, insulina para los diabéticos) y materiales de nuestro modo de vida actual provienen de organismos a los que se les han incorporado genes de otras especies. La humanidad ha direccionado cambios en el ADN de distintos seres vivos a lo largo de su historia (en el caso del trigo desde hace 10.000 años), seleccionando y cruzando distintas especies y variedades para lograr cultivos con atributos de interés para el ser humano (mayor producción, mejor adaptación a distintos hábitats, etc.).
Lo novedoso de estas nuevas tecnologías es que permiten intercambiar material genético entre especies que en la naturaleza no podrían hacerlo. Está muy bien estar atentos por si puede ser peligroso a futuro, pero hoy no hay pruebas que sustenten actualmente esas ideas, y siendo realistas, eso no es lo que direcciona a la humanidad al modelo económico mundial. Existen numerosas pruebas científicas de que los actuales modos de producción están afectando irreversiblemente nuestro entorno, y poniendo en riesgo nuestros modos de vida y nuestra subsistencia, sin embargo, no son estos los factores que direccionan a la humanidad al modelo económico mundial.
Soberanía tecnológica e interés nacional
Volviendo al trigo, el pensador y productor agrario del campo nacional y popular Pedro Peretti destaca que en el Trigo HB4 la patente es del Estado, la empresa nacional BIOCERES comercializa el trigo, pero debe pagarle las regalías al Estado (https://www.pagina12.com.ar/422797-trigo-hb-4-estado-o-monsanto-esa-es-la-cuestion ). La tecnología “HB4” fue desarrollada por el Laboratorio de Agrobiotecnología de la Universidad Nacional del Litoral y el CONICET, en colaboración con la empresa argentina de biotecnología agropecuaria Bioceres-INDEAR. Es un hito tecnológico a nivel global, fruto de la colaboración público-privada, demostrando una vez más la capacidad y el potencial de nuestro sistema científico-tecnológico y nos pone a la vanguardia entre los países del mundo capaces de dominar este tipo de tecnología. En notas anteriores (ver citas abajo 1, 2) decíamos que: “el fuerte protagonismo de las instituciones públicas debería permitir al Estado un mayor control en la toma de decisiones sobre un sector estratégico como es el agroalimentario. La participación del entramado científico-tecnológico y productivo argentino en un mercado global, dominado por corporaciones multinacionales mayoritariamente extranjeras, otorga márgenes de soberanía e independencia científico-tecnológica. El desafío es, entonces, cómo y con qué fines se aprovecha esta ventaja comparativa para modificar la matriz productiva en forma progresiva, para que esta soberanía científico-tecnológica se traduzca en independencia económica, justicia social y bienestar para las generaciones actuales y futuras.”
Un ejemplo: el grupo que desarrolló el HB4 está desarrollando herramientas de transgénesis de bajo costo que permitirían adaptaciones a las particularidades locales de cada región y, especialmente, el acceso de esas herramientas tecnológicas para los pequeños y medianos productores si estos quisieran. Para ello se necesitan tanto recursos, como decisión política.
Paradójicamente, muchos de los sectores pertenecientes al campo nacional y popular coinciden en el rechazo a este desarrollo nacional con gran parte del empresariado agropecuario, cuando existen otras 62 patentes aprobadas de transgénicos de propiedad de multinacionales.
Pedro Peretti dice que al gran empresariado le molesta que el Estado se entrometa en su territorio, que les saque una tajada por pequeña que sea a su negocio. Mucha critica desde el progresismo y la izquierda se centró en que el Estado se meta en el corazón de un sistema agrario que depreda gentes y territorios. Ahora bien, reflexionando pragmáticamente, ¿De dónde salen los recursos que financian todo el actual funcionamiento del Estado, o con qué recursos podría financiar una transición productiva? El Estado si quisiera intervenir y transformar el modelo productivo ¿Les parece que lo podría hacer desde fuera del sector y desconociendo la trama interna del negocio? ¿Hay alguna otra forma de hacerlo? No lo sé.
Esto hay que pensarlo en términos de herramientas del Estado, no de un gobierno en particular. Si pensamos que la realidad de los rentistas y los productores de cualquier tamaño es la misma, le erramos feo. Si a todos los que producen en el sistema convencional actual (grandes y pequeños) los consideramos como “envenenadores seriales” que no les importa nada también. Muchos productores cambiarían de prácticas si se les dieran las herramientas e incentivos suficientes.
Otra crítica fuerte desde varios sectores populares es que el trigo HB4 tiene también resistencia al glufosinato, un agroquímico más riesgoso que el glifosato. Esta resistencia es un marcador genético, es decir, una herramienta de selección que se usó para poder quedarse con el ADN que habían incorporado la resistencia a la sequía. El proceso de transgénesis no es fácil, no es cortar y pegar, por eso cuando una combinación funciona (en este caso la resistencia a la sequía y al glufosinato) es la que se utilizó.
Es tan cierto que la empresa Bioceres utiliza esa resistencia al glufosinato en su propaganda, como que no es un pesticida que se use habitualmente en el país en el cultivo de trigo. Otros dicen que el HB4 cierra el círculo perfecto del paquete soja y trigo transgénico. No deja de ser un riesgo, pero hay que pensar en las capacidades reales de control del Estado. Es sabido por diversos estudios toxicológicos que se usan muchos agroquímicos prohibidos hace años en cantidades y/o condiciones que exceden lo permitido y esto se da desde en la horticultura y fruticultura, hasta en la soja.
El ejemplo de Sri Lanka
El Estado entonces no soluciona nada prohibiendo, el camino entonces es la promoción del uso correcto, pero especialmente fomentando modos de producción alternativos que no precisen de tanto insumo externo y que relacionen de mejor manera con el entorno. Hay numerosas experiencias agroecológicas netas o parciales de pequeña, mediana y gran escala que demuestran tener rendimientos similares al modelo convencional. En muchos casos igualando la producción de los cultivos y en todos los casos especialmente bajando los costos de producción. Pero ninguna transición hacia ese modelo puede hacerse de forma precipitada, sin planificación adecuada y menos sin recursos para financiarla. Un ejemplo reciente de ello es Sri Lanka, país del sudeste asiático ¿De qué nos sirve el ejemplo de un país al otro lado del globo? Es un país que en medio de una crisis socioeconómica y alimentaria grave (¿Les suena?) prohibió de la noche a la mañana la importación de agroquímicos. Un país con su mayor ingreso por el turismo destruido por la pandemia, redujo su gasto de dólares prohibiendo la importación de los insumos agrarios industriales, sin planificación, sin incentivos reales y, principalmente, sin tiempo para adaptar los modos de producción, ni capacitaciones para los productores, ni principalmente ayudas para la población vulnerable para el acceso de alimentos. Si les interesan reflexiones más profundas y con más datos se pueden leer en esta nota de vía campesina https://viacampesina.org/es/lecciones-del-fracaso-en-la-prohibicion-de-agroquimicos-en-sri-lanka/.
Varios especialistas del mundo hablan de crisis alimentaria sin precedentes en poco tiempo por la guerra entre dos de los países que más alimento producen y porque las sanciones económicas a Rusia han terminado de romper las redes de suministros e insumos a nivel mundial. La gran mayoría de los países productores de alimentos en este contexto está limitando y/o prohibiendo la exportación de alimentos. Nuestro país aún no logra salir de la crisis heredada del macrismo, profundizada por la pandemia, y el crecimiento económico reciente no se está traduciendo en mejoras del poder de compra de mucha de nuestra gente. El gran empresariado puja por seguir manteniendo su tasa de ganancia o incluso subirla. La derecha promete volver para sacar aún más derechos a los laburantes y cristalizar las desigualdades que tiene nuestra sociedad. Las diferencias actuales en la coalición de gobierno pasan por los caminos y herramientas más efectivos para mejorarle la vida a la población, en cómo distribuir la riqueza que se va regenerando. La soberanía tecnológica es una de esas herramientas, que puede darle más poder al Estado para hacer un país más justo o le puede dejar servido el plato a la derecha para sus negocios. Como se usa la tecnología, ahí está el dilema.
- https://almargen.org.ar/2020/11/12/trigo-transgenico-y-modelo-agroalimentario-tratando-de-separar-la-paja-del-trigo/
- https://almargen.org.ar/2021/11/13/trigo-transgenico-argentino-aprobado-por-brasil-es-bueno-o-malo/?fbclid=IwAR0sTJMzDjTnK2Wy6NJUKNy0CNH3gebHgz1ge7tTZmJ9mnpgCTUA1qPs4-o
Por Manuel de Paz
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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