El tercer mural del proyecto “Nos Queremos Vivas” fue culminado el pasado fin de semana y recuerda a Alén. La memoria feminista sigue agitando. Un texto de Cecilia Andrade.
En suspenso y abreviada quedó la historia de Alén Coronado Pacheco tenía 19 años, vivía en el barrio Virgen Misionera. Brillaba, brillaba como brillan las pibas, llena de sueños y proyectos, llena de amigas.
Alén transitaba su adolescencia, esa etapa que estalla en sí misma, pateaba calles en manadas, a veces solo de pibas, a veces mixtas, porque así son los barrios. Compartía esquinas y aulas con sus amigas, maternidades y también golpes. Pertenecía a una generación que reconoce la violencia de género como tal y quiere ponerle fin, las pibas de la edad de Alén, incluso menores, se cuentan las peleas que viven en sus noviazgos, se cuentan y sin saberlo, hacen de la vida privada un hecho político, reconociendo que esos maltratos no son una herida personal, son parte de una forma aprendida de vincularnos, donde la mentira más grande que nos contaron y que nos creímos fue, que el amor duele.
Diego Maldonado, era uno de los tantos pibes conocido del barrio.
El día 2 de febrero del 2018, Alén se encontraba en su casa con su pareja y su hija compartiendo unas cervezas, alrededor de las 22hs recibe un mensaje de una de sus amigas que vivía a unas cuadras de su casa, invitándola a compartir. Alén se retira de su vivienda. No se sabe si Maldonado ya estaba en la casa de la amiga o apareció después, pero se sabe que andaba en esa moto, en la cual la traslado, de la casa de su amiga, a la zona de Virgen de las Nieves, junto al embalse del arroyo Gutiérrez, en estado de ebriedad.
“Una zona sin viviendas cercanas, con posibilidades limitadas para pedir auxilio, con una laguna y un canal con caudal de agua fría y correntosa. La nocturnidad es un elemento que agravó la condición” indicó la fiscalía durante el juicio abreviado.
Una vez allí, Alén “perdió el equilibrio y se precipitó al agua, muriendo a causa de asfixia por inmersión. Maldonado obró en forma imprudente con dominio total y pleno de la situación, al modificar las condiciones de seguridad trasladándola desde su barrio en moto, a una zona con características peligrosas” concluyeron.
Diego Maldonado sabía perfectamente lo que hacía, las pericias mostraron que intento modificar la escena, lejos de pedir ayuda e intentar salvarla, se retiró sin dar aviso alguno teniendo un destacamento policial cerca y estando en ese momento, la ciudad completamente militarizada, dada la presencia de un importante sujeto político.
La pareja de Alén, relata que cuando llego la policía a su casa a informarle el hecho, él se dirigió a la casa de Maldonado, donde lo atendió quien entonces era su pareja, mostrándole moretones en los brazos, diciendo que no sabía dónde estaba pero “mira lo que me hizo”. A la hora del juicio, ella cambio su declaración, diciendo que nunca sufrió violencia de parte del femicida.
Alén fue mamá a sus 18 años, vivía entonces con su hija y el padre de la misma.
Retomó y dejó la escuela en varias oportunidades. Porque para muches pibes la escuela es como una gran casa que nos invita al encuentro entre pares.
“La escuela nos empoderó, nos ayudó a tomar conciencia”, dice una de sus amigas.
Allá por 2011 Alén participaba de un taller del CAAT del barrio, se llamaba “las magas” allí se reunían las pibas a crear, escribir, confeccionar, compartir, allí un día, se pintaron los cuerpos con marcas, como de golpes y salieron a ser parte de una marcha contra la violencia de género que culminó en el Centro Cívico.
Dijeron muchas cosas de Alén, de esas que dicen siempre, siempre que hablan de las pibas, los medios y la sociedad que reproduce sus mensajes. No las muestran en sus actividades artísticas, ni riendo a carcajadas en la esquina, ni creando, ni creyendo en lo que son capaces de crear. Las muestran, cuando ya no están, o cuando están de pura suerte, para cosificarlas y justificar la voracidad patriarcal que nos las arrebata día a día.
Dijeron muchas cosas de Alén y como siempre, se habló muy poco de quien cobardemente la abandono a su muerte.
“Alén no se fue. Alén sigue ahí de muchas formas. En la escuela en cada fiesta, en cada encuentro aparece tu bandera hermosa Alén. Pidiendo justicia y diciendo que estás presente. En el recuerdo de tus compañerxs, de tus profes y en la memoria de la escuela a pesar del paso del tiempo y de las injusticias. Porque dejaste huellas y ahí están recordándote siempre en el barrio, en las calles que caminabas junto a tu bebé que crece y crece y que tiene a su abuela ayudándola a crecer. Porque no hay forma de olvidarte riendo fuerte y aportando tus ideas a la clase. Iluminando todo el aula.
Porque seguimos pidiendo amor, justicia social y cuidado para las pibas. Libertad para vivir y poder ser en un mundo donde nos arrebatan mujeres a cada segundo. En un mundo donde miramos atrás con miedo en cada paso que damos, en un mundo donde niñxs se quedan sin madres, en un mundo donde aunque cueste seguimos andando con la esperanza de desarmar para volver a construir de manera más justa y amorosa. En un mundo donde cada vez somos más las que nos abrazamos, las que nos contenemos y las que nos cuidamos. Siempre.
Tu sonrisa inolvidable quedará plasmada en la pared del barrio que te vio crecer, frente de la cancha y al pie del cerro Otto. Brillando en mil colores rodeada de lupines. Te extrañamos y recordamos siempre hermosa Alén.” Escribe una de las tantas educadoras de la escuela que la nombra para que no quede en el olvido y marca precedentes de lo indispensable que es la vida de cada piba en el aula y en el barrio.
El 15 de mayo de 2018, Mediante un juicio abreviado, se llegó a un acuerdo de partes y se condenó a Diego Maldonado a 3 años de prisión efectiva por considerarlo responsable del homicidio culposo de Alén Coronado.
Diego Maldonado nunca cumplió su pena, se presentaron certificados médicos que lo privilegiaron con una prisión en suspenso y domiciliaria.
Como si fuera poca la impunidad del caso de Alén, el pasado lunes 21 de septiembre 2020, El juez Gregor Joos le impuso un año de prisión a Diego Sebastián Maldonado, tras haberlo declarado culpable de cometer delitos de lesiones leves agravadas, porque ocurrieron en un contexto de violencia de género, y de amenazas en perjuicio de su pareja.
Joos, consideró que el fiscal Martín Govetto había acreditado la acusación que llevó a juicio y además le impuso a Maldonado una prisión preventiva. En tanto, en una nueva audiencia que mantendrán las partes con el juez Joos, se discutirá cuál es la pena que debe cumplir por el hecho. Maldonado agredió física y verbalmente a su actual pareja, al tiempo que ella intentaba defenderse y proteger a unas de sus hijas de 4 años.
El asesino de Alen transita libremente por la ciudad, sus amigas y familiares han tenido que cruzárselo en las calles y espacios públicos como si nada hubiera ocurrido.
¿Qué sucede en la justicia? ¿Por qué se permite que una persona con graves denuncias circule, sin más? ¿Cuántas denuncias, cuántas muertes se necesitan para dictar una sentencia firme a un violento?
Se entiende que los procedimientos abreviado y simplificado, autorizan al Ministerio Público a negociar con el imputado y su defensa; el persecutor obtiene generalmente colaboración para la investigación -información importante, hechos reveladores respecto de otros imputados en el caso, una “reparación a la víctima”- y el imputado, a su vez, obtiene una rebaja en la pena que se solicitará aplicar. Muchas veces lo que se negocia por el imputado es una pena no privativa de libertad. El Ministerio Público renuncia a la pena máxima que puede solicitar respecto del imputado que negocia; el imputado renuncia, a su vez, a su presunción de inocencia reconociendo los hechos o la responsabilidad materia de la investigación. Por su parte, el Tribunal de Garantías evita seguir adelante con el proceso, limitándose a dictar sentencia sobre la base de lo investigado por el Ministerio Público, de la pena pedida por éste, y del reconocimiento efectuado por el imputado. Se ahorran así recursos para el Estado, y el imputado evita tener que afrontar las consecuencias negativas que el proceso penal necesariamente ocasiona, siendo quizás la más importante la incertidumbre acerca de su resultado.
Cómo desdibujar esa fina línea que hace que un juicio abreviado sea, por una parte, la “mejor” forma de poner justa condena y punto final a un asunto tan grave y doloroso y por otra, una estrategia a favor de quienes son culpables, sea por un femicidio, una tentativa de femicidio o un abuso sexual, donde muchas veces se persuade a la víctima, diciéndole que es una forma de garantizar una condena al victimario.
Una vez más volvemos a llamar la atención al les Jueces y Fiscales y nos invitamos a reforzar y sostener la lucha por la garantía de la Ley Micaela y la paridad de género dentro del sistema judicial.
– ¿Sabes que quiere decir mi nombre? preguntó un día, la niña estridente y colorida a una de sus amigas.
Alén: Luz de Luna.
Y nos toca pintarte de cara a una luna llena, que esta vez, brillará diferente, pues tendrá los colores de la memoria feminista que te regresa al barrio, Por acá te escriben y te cantan, Luz de Luna, las amistades y la familia que bien regaste, hoy florecen, transformando en arte, el dolor y la rabia.
Queremos justicia por Alén, por su madre y su niña.
Abrazamos a cada una de sus educadoras, que con un trabajo, un texto, una poesía traen los feminismos a las aulas, y con ellos, las posibilidades de construir un mundo donde no se nos mate, donde el amor no duela y podamos vivirlo con todo lo que queremos ser: libres, lindas y locas.
Como dice la canción que cantaba Alén con su manada:
“Hoy vas a ser la mujer que te dé la gana de ser”
La primavera era de Alén, las fotos e historias que las acompañan lo evidencian, a ella le encantaba esta época, aparecía florecida de colores y siempre sonriendo.
Hoy traemos la sonrisa de Alén, espontánea y contagiosa, reforzada por la de sus amigas, que no traen más que buenos recuerdos.
Con furia y amor y con flores porque así estaría hoy Alén, combinando ropas de colores con los aromas de la primavera.
Por ella, nuestra vida de lucha.
Por su manada y su hija, revolución feminista.
Por Cecilia Andrade
Mural e ilustración: Rocío Toppetti
Redacción
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen