El lavarropas dejó de funcionar. Fue con la última tormenta, cuando las calles del barrio El Frutillar, como otras, se inundaron. El agua corría como un río y entraba en las casas. Primero apenas, por debajo de la puerta, los trapos tratando de frenarla. Después llevándose todo por delante como si fuera la lengua de un mar oscuro que avanzaba por los pasillos y mojaba los muebles, las camas. El lavarropas, que ahora no funciona.
Ese día, Ayelén, como tantas vecinas no pudo salir a trabajar, veía desde la puerta como el agua rebalsaba en las calles y, después, como entraba en su casa. Su sobrina se asustó y se fue a lo de una amiga. Ella se puso a hacer lo único que se podía hacer: llenar de trapos los espacios, escurrirlos. Levantar todo lo que estuviera en el suelo lo más alto posible.
“No es la primera vez que pasa. Cada vez que llueve fuerte esto se pone así”, dice. En el medio, se pregunta a quién llamar. La cosa parece desbordada. Más tarde vendrán desde Protección Civil. Dice que trabajaron sobre los drenajes. Hacia la noche, afloja un poco. La postal se reseca con la salida del sol, pero el problema sigue latente. Quién sabe la próxima lluvia. El cielo gris se vuelve una amenaza.
Como en otros barrios, en esta parte del alto de Bariloche se sigue buscando respuestas a estas situaciones que se repiten, a pesar del avance en los trabajos de limpieza y saneo de los pluviales que se llevaron adelante durante el verano: “Se está realizando una limpieza general del pluvial -que comienza en calle Prayel continúa hasta Ruta 40- para que los vecinos no tengan más los problemas que solían tener en la zona a raíz de las inundaciones que se producen año a año durante los inviernos”, decía un comunicado del Municipio de Bariloche en torno a las tareas llevadas adelante en enero por la Delegación Sur. Allí, también se advertía que el trabajo de la limpieza y desmalezamiento del pluvial completo no se realizaba hace más de 8 años: “Con estos trabajos se eliminarán los desbordes en calles principales como San Cayetano, Calfuco, Cacique Prayel, Cacique Chocorí y Coirón”, adelantaban.
Por eso, el nuevo avance de las aguas volvió a generar desazón en los vecinos, en busca de respuestas al déjà vu de los inviernos. ¿Qué sigue fallando en los bordes de la postal?
Para la nueva gestión, las tareas realizadas son un avance, aunque este inverno deje a la vista las cuentas pendientes. Desde la Delegación señalan varios factores para lo ocurrido. Por un lado, la falta, durante largos años, de trabajos concretos sobre estas situaciones y en este sentido, dicen, si este verano no se hubiera hecho todo lo que se hizo, la tragedia hubiera sido mucho mayor: durante enero y febrero se realizaron 15 obras en Frutillar, que incluyeron entubamientos y limpiezas para que, justamente, el agua fluya.
Pero se suman otros factores, no solo el de las lluvias más intensas de lo esperado -mucha más agua en menos tiempo- sino las nuevas morfologías que complican aún más el panorama por la aparición de barrios nuevos, como Frutillar Norte y el barrio privado Cerro Lindo, que por la falta de obras de entubamiento termina también escurriendo las aguas sobre el antiguo barrio el Frutillar, con lo cual, las obras siguen sin dar a abasto.
Ordenamientos e infraestructuras
“Desde el nacimiento de la ciudad se arrastra un crecimiento bastante desordenado, con una actitud desaprensiva por parte de algunos pobladores y profesionales que se dedican a la construcción y que construyen mirando el espacio propio y no la generalidad. Ha habido buenos equipos de planificación en la municipalidad y se ha tendido a ordenar, pero la necesidad de la gente de tener un lugar donde vivir hace que en ocasiones se construya espontáneamente, evitando los controles que pudieran haber”, dice el arquitecto Oscar de Paz, profesional de larga trayectoria, consultado por el crecimiento de una ciudad que va encontrando a su paso problemas estructurales de fondo.
“No cualquiera tiene la posibilidad de ver que tiene que construir más elevado, que las calles tienen que estar debidamente abiertas y con los estudios de escorrentías. Eso provoca un desorden que en muchos casos se han ido solucionando, como con el desarrollo de los desagües pluviales”, explica y menciona también situaciones como los taponamientos que se producen cuando se limpian algunos terrenos. “Los residuos forestales a veces quedan en la vereda y eso produce taponamientos, igual que con la basura que se acumula. Cuando llueve con intensidad se arma un torrente y toda esa basura, los residuos, tapan los sumideros y eso hace que se produzcan inundaciones”.
Frente a estas situaciones que se despliegan, la inversión en el ordenamiento territorial es una necesidad que requiere respuestas y, sobre todo inversiones que dependen en gran parte de recursos del Gobierno Nacional y Provincial. “La Municipalidad no cobra impuestos, si bien recibe parte de la coparticipación, pero no tiene un recurso para hacer obras, por eso siempre hay que recurrir a los recursos en provincia o en Nación, como fue para el programa de mejoramiento de Barrios”, analiza.
Por otro lado, recuerda que Frutillar es un loteo antiguo. “Hoy la idea es que un loteo se desarrolle respetando que las calles sean los lugares de circulación y evacuación del agua y naturalmente vaya a un cuerpo que la reciba: un río, un arroyo, un lago. En el caso de Frutillar las manzanas son grandes y la distribución de calles no respeta esto. Entonces hay puntos bajos en el medio de la manzana, escurrimientos que pasan por lo lotes. Una de las cosas ordenadoras de ese tipo de problemas es el proyecto de pluviales y cordón cuneta que va llevando las aguas de las casas hasta los lugares de donde conviene desaguarlos”, explica.
Hay que recordar, también, las situaciones de negligencia, donde, por desconocimiento los vecinos tapan pluviales o generan obras, rellenos, que impiden el escurrimiento del agua o en su elevación, generando otros desequilibrios.
En ese sentido, cabe recordar que todas las mensuras de Bariloche señalan la obligación de dejar escurrir el agua. Asimismo, es un mal bastante común en barrios viejos de Bariloche -donde las divisiones se hicieron en una oficina en Buenos Aires, sin relevamientos- que tengan problemas similares. Por eso, los profesionales remarcan la importancia de la definición de las cuencas para saber cómo intervenirlas.
En este sentido, el Plan Director de Manejo de aguas pluviales que se realizó en 2005 permitió un estudio morfológico de las cuencas de la ciudad. Fue a partir de ese de ese plan director que se realizó un esquema de cómo deberían armarse los sistemas pluviales de la ciudad y se definieron las cuencas, intensidad, duración y frecuencia de las lluvias que usan los ingenieros para proyectar los pluviales, cordón cuneta y obras hidráulicas.
Sobre algunas de estas obras se ha avanzado, y otras que siguen pendientes, latentes cada invierno donde, a estas graves situaciones se suman, sobre todo en los barrios altos, las deficiencias de infraestructura y transporte que hacen que el agua, cada vez, parezca llegar más al cuello.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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