En los momentos de crisis y escasez suelen surgir tanto iniciativas individuales para zafar, como movidas colectivas y solidaridad que ayudan a bancar la parada.
La mano viene fiera, desde hace ya tiempo en los barrios. Y más ahora que hay un gobierno que reduce salarios, jubilaciones y planes con excusas fantasmas, que desfinancia la escuela pública y la salud, que aprieta a los laburantes y a los viejos, pero dice que ajusta a la casta. Quizás, sin dejar de resistir el vendaval neoliberal, sea momento de empezar a sembrar otros rumbos, a cultivar organización popular y esperanza.
Parte de nuestra gente se alegra de que otros compatriotas pierdan el laburo y sus derechos. Parte de la población aún cree que esos despidos son necesarios para que la situación del país mejore. Más allá de los argumentos en contra de esas visiones, cabe preguntarse ¿Cuándo nos acostumbramos a la crueldad? ¿Cuándo empezamos a tolerar que no sea mal visto alegrarse o ser indiferente a la desgracia ajena? La gente que se queda sin laburo son vecinos nuestros, el hermano de alguien, la pareja de otro… ¿Y si el próximo sos vos? El crecimiento de la crueldad o que no fuera del todo mal visto ha sido algo paulatino, pero creció mucho en los últimos años. Quizás más que nada con la pandemia, cuando irrumpieron discursos que abiertamente despreciaban los cuidados colectivos, porque impedían realizar algún deseo individual y hubo poca reacción en contra de dichas actitudes. Una pequeña digresión: ¿Sabían que en un estudio reciente en una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo [1] considera que Argentina fue uno de los países que mejor manejaron la crisis COVID y evitaron más muertes? Se ve que algunas cosas podemos hacer bien colectivamente. Hay miles de análisis y los habrá sobre esta era. Pero volviendo al hilo, ¿Desde cuándo nos convertimos en un país que tolera que una porción importante de nuestra gente sea pobre? ¿Desde cuándo nos acostumbramos a que haya compatriotas que no tengan para comer? ¿Que haya niños y viejos que no tienen un plato de comida o si la tienen no es una dieta variada y nutritiva? La respuesta es sencilla y no tanto. La dictadura iniciada en 1976 quebró un país que promediaba el 5% de pobreza y casi pleno empleo. Éramos un país de clase media. Al terminar la dictadura, la pobreza alcanzaba un tercio de la población. En 40 años de democracia no se logró nunca sanar esa herida, lo más bajo que se logró bajar la pobreza fue a fines de 2015, un cuarto de la población. Piénsenlo, es mucha gente… Piensen que en Bariloche en Pandemia un 25% de los hogares necesitó ayuda para comer todos los días. Hoy no solo tenemos una situación mucho peor, sino que nos hemos puesto un techo en que podemos hacer. Dejamos de pensar como posible que toda nuestra gente pueda comer todos los días y un país que nos incluya a todos.
Es reciente el cierre el INAFCI, una política pública largamente peleada para apoyar e impulsar la agricultura familiar y campesina de dónde proviene el 80% de las frutas y verduras que se consumen en las ciudades. Quedan en la calle 900 personas que con sus herramientas se ocupaban de fortalecer el sector productor de mucha de la comida de todas nuestras mesas. En Bariloche, recientemente se había instalado la Feria de la Economía Popular con apoyo del INAFCI que se realizaba los sábados cada 15 días y el almacén de Corredor patagónico de frutas y verduras. Esta feria se sumó a la Feria Franca de horticultores de la Plaza Belgrano que viene funcionando hace más de 15 años ¿Que va ser de todo eso? ¿Qué va ser de los que se ganaban un mango vendiendo allí? ¿Qué va ser de quienes conseguían alguna fruta o verdura accesible allí? ¿Seguirán funcionando estas Ferias? ¿Podemos cambiar esa inercia de crecimiento de la crueldad? Quizás algo sí, aportando a la solidaridad colectiva que no se quede en una circunstancial ayuda. Con esa idea de fondo, con nuestro grupo de trabajo venimos pensando en las huertas de la ciudad no solo como un lugar de producción de alimentos, de conexión con la tierra y de recreación. Las pensamos como posibles herramientas de contención, de reconstrucción de los lazos sociales, lugares llenos de oportunidades para aprender, para hacer juntos. Con un grupo de investigadores/as, becarios/as del IRNAD (UNRN-CONICET) y estudiantes de distintas carreras de la UNRN, venimos impulsando el trabajo colaborativo con productores hortícolas de la ciudad. Hacemos investigaciones sobre cómo mejorar la relación de la producción con el entorno natural y con la gente y buscamos potenciar las prácticas e iniciativas que encontramos como positivas. El proyecto Biodiversidad y producción ( https://www.irnad.com/biodiversidad-y-produccion) se viene desarrollando desde el 2022 e involucra tanto líneas de investigación como de extensión, que se retroalimentan entre sí. Trabajamos en conjunto con la Agencia de Extensión de INTA y con dos grupos del INIBIOMA (UNCo-Conicet). Hemos realizado distintas visitas a productores y jornadas de trabajo conjunto con varios productores locales (https://almargen.org.ar/2022/09/21/cooperativa-carlos-zapata-lo-mas-importante-son-las-personas/ ).
En esta línea de trabajo realizamos recientemente unas jornadas de trabajo colaborativo en la huerta comunitaria Los brotes del barrio 29 de Septiembre y Casa Universo del San Francisco, con la participación de las anfitrionas y de integrantes de las huertas comunitarias Puwen y Casa Universo. Estas actividades buscan integrar a estudiantes y la comunidad en las tareas de investigación y la producción de alimentos en el territorio y en el mejoramiento integral de sus hábitats. Promover la biodiversidad y la sustentabilidad son pilares para una producción que aporte al bienestar integral, objetivo final de la agroecología. Aún falta conocimiento sobre las mejores prácticas para lograrlo, especialmente en Patagonia. Por ello, también buscamos caracterizar la biodiversidad y la sustentabilidad de huertas urbanas mediante muestreos de suelo, censos de vegetación y muestreos de artrópodos. En estas últimas jornadas pudimos abordar las necesidades de las dos huertas mencionadas que habían comentado en encuentros anteriores sobre problemáticas relacionadas con el acceso al agua. Por ello, los estuvimos acompañando en la instalación de una reserva de agua y en eficientizar el sistema de riego vigente.
En el predio del Gimnasio Municipal n°3 se encuentra la huerta que trabaja el grupo Casa Universo. En la huerta trabajan siete personas desde octubre de 2023, que cobran salarios social complementarios del programa Potenciar Trabajo. El grupo también trabaja desde 2017 en otro predio en el Barrio La Habana. Nos propusimos un taller donde pudiéramos profundizar sobre la importancia del uso eficiente del agua de riego y el manejo de suelo y mejorar la relación con el entorno natural, y la cooperación, especialmente en momentos de crisis. Un trabajador del área social de la MSCB planteó que el espacio con invernadero y bancales exteriores donde se trabaja la huerta se viene intentando impulsar desde hace 6 años. Hubo distintas líneas de trabajo pero sin una continuidad. “Nosotros queríamos que este espacio se aprovechará, la inversión y tiempo que se le puso iba quedar en la nada” dijo. “Con el grupo pudimos acordar el uso del espacio (…) para producir”. Adriana, una de las productoras, nos comentó de la importancia para ello de la reserva de agua, ya que durante el día se quedan sin presión y se les dificulta el riego y termina ocasionando hasta conflictos de seguridad. Otro productor, comentó que él era el encargado nocturno y que no tuvo buenas experiencias, especialmente con efectivos policiales. También comentó que es un vecino autoconvocado para trabajar en la huerta comunitaria. Piensa que en un futuro trabajar su propia huerta, pero teme no poder seguir aportando a la huerta comunitaria, ya que considera su trabajo en la huerta como un compromiso asumido con los compañeros.
Brotes verdes
Los Brotes (Central Lautaro) del Barrio 29 de Septiembre se trata de una huerta comunitaria donde nueve mujeres producen desde 2021 alimento para sus familias, enmarcadas en el programa Potenciar Trabajo. La huerta cuenta con un invernadero, un micro túnel y bancales exteriores. Las participantes de la huerta también tienen pequeños bancales en sus terrenos abastecidos de plantines por la huerta comunitaria. El grupo participó de encuentros anteriores, remarcando la necesidad de estas instancias para aprender y conectarse con otros productores. También han expresado “estos talleres nos volvieron entusiasmar, a dar el impulso de energía para meterle pilas a la huerta. La mayoría del barrio y de los que participan en Los brotes tiene familia que viene del campo o familiares y conocidos que están en el campo” (…) “todas vamos recordando las huertas de nuestras abuelas” “Esta huerta es también para recuperar un poco eso, esa conexión con de dónde venimos”.
El Barrio 29 de Septiembre es una ocupación relativamente reciente con la provisión de servicios públicos precarios. Suele haber problemas de escasez y presión de agua que provoca problemas para el quehacer cotidiano y también tensiones entre vecinos por el destino del uso del agua, por ejemplo para regar una huerta. Recordemos que el fondo de integración sociourbana (FISU) se ocupaba de hacer este tipo de obras que faltan en estos barrios: agua, cloacas, luz, gas. Digo se ocupaba, porque el FISU fue vaciado por el ministro de economía Caputo y se frenaron todas las obras. No es cosa de plata, con dos mangos colaborando entre instituciones y vecinas pudimos armar el tanque y el riego, imaginen lo que se podría haber hecho con el FISU. Con dos mangos aportamos una solución para mejorar la producción y el uso eficiente del agua y disminuir problemas entre los vecinos por el uso del agua. No es tema de plata, es decisión política de apostar verdaderamente por el bienestar integral. Por ejemplo, una idea ¿Qué pasaría si espacios públicos que ya cuentan riego se suman espacios de huerta, donde colaboren los vecinos y alguien encargado (con sueldo) de planificar y asesorar y empujar ese espacio de alimentación, cooperación, contención y conexión con el entorno?
Los intercambios que venimos haciendo han sido muy enriquecedores, porque se generan lazos de confianza entre los productores, los estudiantes y los investigadores que no sólo retroalimentan el intercambio de conocimientos y dinamizan muestreos en sus huertas, sino también que permiten proyectar perspectivas de trabajo a futuro, porque vamos detectando intereses, dificultades y necesidades. Entendemos que no es un acercamiento asistencialista de la Universidad y el CONICET, sino que estamos co-creando conocimiento valioso con los productores para mejorar la productividad de las huertas y su relación con el entorno. En este sentido, Felicitas, una productora que se sumó a la actividad, integrante de la huerta Puwen, nos dijo “me parecía lindo venir a compartir, compartir saberes y necesidades”. Y sobre las huertas comunitarias agregó “me quedo con admiración por la fuerza de las mujeres de este territorio puntual, la fuerza de la tarea compartida. El esfuerzo colectivo que hace todo (el trabajo) más liviano y nutritivo (en todo sentido)”. Como laburantes del Estado queremos seguir impulsando estos trabajos colaborativos. El desfinanciamiento y vaciamiento del Gobierno nacional atentan contra ello. Pero lo seguiremos intentando, porque creo que de esta sale sembrando esperanza.
[1] https://espanol.medscape.com/verarticulo/5912203?ecd=mkm_ret_240329_mscpmrk-ES_ExcNews_etid6402290&uac=36171FR&impID=6402290
Por Manuel De Paz
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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