Cada vez es más común que una amiga o un conocido cuente que está tomando microdosis de hongos. Dicen que se sienten más animados, más lúcidos, como si dejaran atrás esa nube negra que los persigue a todos lados.
La terapia de psilocibina en pequeñas dosis está dando muy buenos resultados a la hora de lidiar con el estrés, la ansiedad y la depresión. Este tratamiento -asistido por profesionales de la salud- permite seguir con la vida normal y modular los estados de ánimo. Conversamos con Soledad Ghirardi, bióloga, investigadora y cultivadora de hongos medicinales.
Soledad Ghirardi junto al doctor Hernán Libkind y otros profesionales dictan un seminario -con cupo lleno- sobre hongos medicinales en las aulas del Hospital Zonal. El 50 % de los asistentes son profesionales de la salud, también participan terapeutas y gente interesada en profundizar el conocimiento de las propiedades del reino fungi.
Reino fungi
No son plantas ni animales, por sus características particulares los hongos forman un reino aparte. El micelio es la forma de vida que da como fruto al hongo. Es una red de filamentos que se ramifica y transporta información por debajo de la superficie conectando las raíces de los árboles entre sí. “Una internet biológica, dice Soledad, cuya configuración es muy similar a nuestro sistema neuronal”.
Los hongos tienen mucho para ofrecernos: no solo son un excelente alimento por el alto contenido de minerales, vitaminas y proteínas sino también son grandes recicladores que transforman la materia y completan el ciclo de los nutrientes en la biósfera. “Son capaces de degradar todo -dice la bióloga-. Cuando volvieron a abrir las puertas de los reactores de Chernóbil, después de mucho tiempo, lo único que había y crecía era un hongo. Un hongo que además mutó para adaptarse a esa condición”. Además pueden generar biomateriales que suplanten el tergopol o el cuero y se pueden usar para que metabolicen la contaminación de distintos ambientes.
De la experiencia psicodélica al uso medicinal de hongos
A finales de la década del 50 el mundo occidental blanco descubre la psilocibina. La revolución psicodélica comienza cuando el New York Times y la revista Life difunden los rituales de la chamana mexicana María Sabina y el movimiento hippie peregrina a Huautla en Oaxaca en busca de los hongos sagrados. El pequeño pueblo indígena se ve sacudido por la comercialización de “los niños santos o los pequeños que brotan del ombligo de la madre tierra” que hasta entonces había pertenecido a la dimensión de lo místico.
A principios de los 60 Richard Alpert y Timothy Leary, científicos de Harvard, se embarcaron en un proyecto de investigación sobre sustancias psicodélicas buscando otros modos de pensar la medicina y la espiritualidad. En 1966, estas sustancias fueron declaradas ilegales y todos los programas científicos de investigación detenidos.
Recién en el 2000 se volvió a habilitar el estudio de la psilocibina en condiciones muy controladas, en laboratorios específicos. Ahora dejó de ser un tema del que se habla en los pasillos de los congresos de psiquiatría para exponerse como tema en ponencias y mesas de debate. Los más entusiastas anuncian que el descubrimiento de las propiedades medicinales de la psilocibina va a ser tan potente para la psiquiatría como lo fue el microscopio para la biología.
De todos modos, en Argentina la psilocibina todavía se encuentra en la lista de las drogas prohibidas. Se espera que se difundan sus beneficios para la salud y que se legalice su uso medicinal como ocurrió con el Cannabis.
– ¿A qué se debe este nuevo interés por el universo fungi?
-La pandemia fue un quiebre paradigmático. Hubo un incremento enorme en los casos de depresión y ansiedad y luego se volvió la vida cotidiana con un nivel de actividad todavía mayor. Ese nivel de estrés nunca descendió sino que fue in crescendo y aún más en un país como Argentina. La gente empezó a buscar formas de lidiar con la angustia. También se registró un aumento del cannabis medicinal durante y después de la pandemia.
– ¿Cuáles son los beneficios de las terapias con microdosis de hongos?
-Su capacidad de generar neuroplasticidad, es decir, nuevas conexiones en la red neuronal permiten una modulación anímica, posibilita estados donde disminuye el ruido mental y aumenta la conexión con el entorno. La configuración molecular de la psilocibina evidencia similitudes con la serotonina -la hormona de la felicidad-. Facilita la toma de conciencia de nuestras actitudes reactivas y ayuda a estar menos disociados. Tiene que ver con la posibilidad de entender algo desde una lógica completamente nueva. Por ejemplo, si para vos existían A y B como dos situaciones separadas en tu vida, la toma de microdosis te dispone a ver todas las líneas de conexión que hay entre ellas.
– ¿Cuáles son los efectos adversos?
-No se recomienda este tratamiento a personas con antecedentes de psicosis ni tampoco en fases agudas de ataques de pánico o ansiedad. Estas dosis subpercetuales no llegan a ser psicoactivas. De todos modos siempre tiene que estar acompañado de un profesional y la ingesta requiere de un protocolo personalizado. No tiene efectos secundarios conocidos. Ni genera dependencia.
Los hongos se cultivan puertas adentro, en condiciones controladas, con una temperatura y humedad específicas. Luego se secan, se muelen y se encapsulan. Al final de la entrevista, Soledad me abrió los misterios de su casa laboratorio. Me mostró sus colonias de pequeños hongos.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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