El flamante obispo de Bariloche, Juan Carlos Ares, dialogó con Al Margen sobre los grandes conflictos que atraviesa la región: pobreza, tierra, vivienda, ambiente, pueblos originarios, relevamiento territorial, movimientos sociales. Muchos de ellos, analizados por el Papa Francisco en el Laudato Si.
Juan Carlos Ares asumió en julio como Obispo de Bariloche en reemplazo de Juan José Chaparro, que migró hacia Merlo y Moreno, provincia de Buenos Aires. Su jurisdicción abarca los departamentos de 9 de Julio, 25 de Mayo, Pilcaniyeú, Ñorquincó y San Carlos de Bariloche. Llegó sin plan pastoral, dice sencillamente, abierto a construir desde la escucha.
Éste es su primer destino fuera de la ciudad de Buenos Aires, donde nació en 1963 y se ordenó sacerdote en 1989. Trabajó en santuarios representativos de la porteñidad como el de San Expedito y la Virgen María desatanudos, y en la parroquia de San Cayetano donde forjó lazos con los movimientos sociales. En 2014, al año siguiente de partir a Roma, el Papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires. “Aquí estoy, envíame”, eligió Ares como lema episcopal.
“Después de nueve años, quizás uno esperaba poder ser titular de alguna diócesis”, dice en esta charla con Al Margen. “Pero no me esperaba que fuera en Bariloche, lugar al que vine muchas veces de vacaciones”. Se enteró de su designación el 8 de mayo, Día de la Virgen de Luján, de la que es devoto. Lo tomó como una señal de aceptación ineludible.
Ares no pertenece a ninguna congregación específica; es diocesano. “Es lo mismo que un médico clínico y un médico especialista: los diocesanos somos clínicos y los especialistas dependen de las congregaciones“, explica. Como cura puede ser destinado a un hospital, a un geriátrico, a una parroquia.
-En una entrevista en el diario Rio Negro dijo estar sorprendido de cómo creció el Alto y habló de una pobreza distinta.
-Una cosa es la pobreza y otra, la miseria. El pobre tiene la dignidad de vivir con lo poco, y eso es mucho, y es re solidario, y aunque no tenga las cosas elementales se las rebusca. Pero en el Alto de Bariloche, donde es totalmente necesario tener gas y electricidad, un vecino solidario puede prestarte leña, pero la leña se consume y entonces la solidaridad no alcanza. Es una pobreza que roza la miseria. El clima, las oportunidades de hacer changas, no son las mismas que en otras ciudades.
– ¿Llega con un plan pastoral, con objetivos encomendados, con metas?
-Uno tiene que cumplir con el magisterio del Papa Francisco: construir una iglesia cerca de las periferias, una iglesia pobre para los pobres, una iglesia hospital de campaña que no exija tanto a la persona que viene herida, sino que le dé cobijo. Pero no es que tengo un plan. Hace 30 años esta diócesis viene trabajando, y yo me acoplo al desafío que el Papa Francisco viene persiguiendo en este tiempo sobre lo que llama la Iglesia sinodal, que es pensar no en una iglesia piramidal si no al revés.
-Además del crecimiento del Alto, ¿observó algo más que llamó su atención?
-Sí, en algunos lugares de la Línea Sur lo ambiental muy unido a los pueblos originarios. En lugares donde se necesita agua y alguna empresa está haciendo alguna perforación, yo veo que la Iglesia está atenta y se ocupa. Porque no solamente es bueno protestar, sino conocer los beneficios que puede llegar a tener la minería, por ejemplo. Pero ¿consultaron a las comunidades originarias? No, no las consultaron. Bueno, hay que consultarlas. Francisco aborda este tema en su “Laudato Sí”.
– ¿Qué dice Francisco ahí?
-Básicamente habla de que los problemas ambientales son sociales. Es decir, está el hombre de por medio. A los católicos nos sorprendió mucho que sus discursos calaran más en ámbitos no cristianos católicos como las universidades, que entre nosotros. Fuimos a dar charlas sobre el “Laudato Si” a lugares a los que nunca hubiera imaginado.
-Me decía que le sorprendió la pobreza del Alto, y la cuestión ambiental y las comunidades originarias en la Región Sur.
-Sí, y en una reunión con Cáritas salió el tema de vivienda: la falta de tierra (dicen que falta tierra) y el alquiler temporario que impide a los inquilinos alquilar. Eso es un flor de tema. Todos aspectos desarrollados por Francisco en las tres te: tierra, techo, trabajo.
-El ex obispo Chaparro fue un importante actor en el momento violento de 2017 cuando mataron en Villa Mascardi a Rafael Nahuel. ¿Le dejó alguna recomendación?
-Me dio algunas recomendaciones, y yo voy a estar disponible cuando me llamen. Al mismo tiempo, expreso mi ignorancia sobre el tema, por eso me puse a leer algunas cosas. Me llama la atención que la Constitución del 94 reconozca la preexistencia de los pueblos originarios y que después salga una ley de relevamiento territorial en todo el país que se va prorrogando sin que finalice el relevamiento. Yo trabajé muy cerca de Gustavo Carrara de la Pastoral Social en Villas de Buenos Aires. El relevamiento de los barrios populares lo hicimos en un año y medio. No sé si será más complejo o más simple, y es verdad que lo hicimos junto a los movimientos sociales, pero ¡Dios! Si puede hacerse, hay que hacerlo. Podés tener un litigio, cien metros más, cien metros menos. Pero hay que reconocer a las comunidades como tales, otorgarles personería jurídica. No entiendo cómo no llegamos a eso, quizás sea parte de mi ignorancia en el tema.
-Cuando fue vicario en Devoto trabajó con los movimientos sociales que partían de San Cayetano. ¿Qué mirada tiene sobre el presente de ese sector de la economía?
-A mí me pareció siempre muy bueno que los movimientos sociales no sean protesta sino propuesta. Lo he visto con mis propios ojos: cooperativas haciendo trabajos que nadie quiere agarrar; productos que me pasé bendiciendo en las fiestas de San Cayetano. Ahora yo no tengo tanto conocimiento como para decir si hay que implementar un salario básico, aunque muchas veces lo haya dicho el Papa Francisco. Me parece interesante, pero no me la juego tanto. Para mí una cooperativa debería estar dentro de este nuevo liberalismo del que tanto se habla, en el que los movimientos sociales no necesiten un sueldo del Estado, sino que puedan jugar por adentro del mercado, alentándolos, comprándose su producción.
Por Pablo Bassi
Fotos: Pablo Candamil
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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