El Estado mantuvo privadas de su libertad a cuatro mujeres del pueblo mapuche-tehuelche durante 244 días y obligó a una de ellas a dar a luz en cautiverio, control político que remite a las detenciones masivas perpetradas durante el sometimiento militar a la población originaria para la incorporación del puelmapu (territorio tradicional mapuche del este de la cordillera) a la Nación Argentina, durante el genocidio del siglo XIX. Nota de Susana Lara.
Un amplio movimiento de unidad de base de los feminismos, de los pueblos originarios del Abya Yala y del activismo de la defensa de los derechos humanos logró la semana pasada la liberación de las mapuche detenidas el 4 de octubre de 2022 por el conflicto en Relmü Lafken (lago Mascardi), al sur de San Carlos de Bariloche, en jurisdicción de la Administración de Parques Nacionales.
Desde el jueves 1° de junio, cuando se firmó un acuerdo en la Mesa de Diálogo para la resolución alternativa al conflicto Mascardi, hasta el viernes 9 inclusive, se sucedieron distintos movimientos que, por una parte, alivian la situación política de la lof Lafken Winkul Mapu, pero, a la vez, otros anuncian que la criminalización y persecución está lejos de finalizar. En dos legajos donde Parques Nacionales es querellante contra la Winkul, el viernes se presentó formalmente el convenio entre la querella por el Estado nacional y la Asociación Gremial de Abogadxs en representación de la totalidad de lxs integrantes de la lof por el que suspenden la acción judicial, en cumplimiento del artículo 5 del acta de la Mesa de Diálogo. El Tribunal Oral Federal (TOF) de Fiske Menuco (General Roca) es quien debe homologarlo para que entre en vigencia. También debería cesar la persecución contra al menos cuatro integrantes de la Winkul sobre quienes pesa un pedido de captura desde hace ocho meses, criminalización que en los hechos alcanza a sus hijxs y a las familias.
Con la deuda pendiente por la ejecución de Rafael Nahuel cinco años antes, la Justicia federal de Bariloche fue el brazo ejecutor de esas detenciones, lo que permitió imponer condiciones extremadamente restrictivas a la Winkul para el ejercicio de su derecho al territorio tradicional, sin ofrecer garantías para el cumplimiento de los compromisos mínimos que asumió para resolver el conflicto, de acuerdo al análisis de distintos actores participantes por años en estas negociaciones y de lo que surge de la documentación disponible.
Después del acuerdo del 1° de junio en la Mesa de Diálogo para la resolución integral del conflicto Mascardi, la Justicia federal dispuso a liberación de las presas políticas con los mismos argumentos que sus defensas esgrimieron en cinco oportunidades anteriores. Por los mismos días, la Fiscalía Federal de Bariloche reavivó el pedido de captura de integrantes de la lof Lafken Winkul Mapu que resguardaron su vida el 4 de octubre del año pasado, durante el allanamiento que se usó para ejecutar el desalojo y destrucción de las rukas (viviendas) no dispuestos en ninguno de los expedientes abiertos. Por su parte, el aparato judicial de Río Negro reactivó un legajo penal que alcanza a Betiana Colhuan Nahuel, machi (autoridad espiritual), movimiento previsible, ya que el gobierno local cuestionó públicamente el acuerdo alcanzado en la Mesa de Diálogo escudándose en banderas federales.
El viernes 2, la Justicia dispuso la excarcelación de Celeste Güenumil con prisión domiciliaria en Carmen de Patagones, quien estaba vinculada a una sola causa penal, la última del desalojo encubierto del 4 de octubre. El lunes 5 por la tarde, Betiana, Romina Rosas y Luciana Jaramillo recuperaron la libertad, pero no pueden volver a su territorio, porque fue despojado y sus rukas destruidas. Permanecerán en la misma ruka de Bariloche donde cumplieron gran parte del arresto domiciliario. Las mujeres liberadas, junto a otrxs miembrxs de la comunidad y organizaciones solidarias, pudieron sí reingresar con restricciones al espacio del rewe, en el proceso de transición creado a partir del acuerdo que debe continuar para cumplir todos los compromisos.
Neocolonial
Durante la última reunión de la mesa de diálogo, Federico Granato, presidente de la Administración de Parques Nacionales, expuso la argumentación contemporánea de la matriz racista y racialista que retumbó en las instalaciones del Archivo Nacional de la Memoria (donde funcionó la catacumba de la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA). Dijo que no iba a acordar con “delincuentes” y que no quería firmar nada que le valiera un eventual futuro juicio de la derecha, aun cuando su propuesta ya se había caído y no tenía un plan b.
El funcionario nacional hizo propia la propuesta de relocalización de la Winkul fuera de Villa Mascardi que ofreció el gobierno de Arabela Carreras, gobernadora de Río Negro. Al menos desde dos días antes hizo lobby en favor de esa propuesta, para lo que hizo circular una imagen satelital de la zona andina con seis puntos marcados, ubicados entre el área del paraje Pichi Leufú y la costa del río Foyel, sin ninguna documentación que al menos probara que se trataba de tierras del dominio estatal rionegrino. Orlando Carriqueo, werken de la Coordinadora del Parlamento Mapuche, rechazó siquiera considerar esa propuesta, ya que Río Negro no estaba presente en la reunión, mantiene al menos 140 conflictos territoriales, no cumple con los relevamientos territoriales de la Ley de Emergencia 26.160, desfinanció el órgano de aplicación de la Ley Provincial de Protección Integral del Indígena y otorgó al capital privado cientos de hectáreas fiscales donde vive población originaria. Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, referente histórico del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), increpó a Granato y se impuso un cuarto intermedio. “Hoy quiero el acuerdo”, habría sido —palabras más, palabras menos— el mensaje del Presidente Alberto Fernández a sus funcionarios durante el segundo cuarto intermedio.
El reclamo central de la representación mapuche, con el respaldo de los organismos de DD. HH. y otras organizaciones que actuaron como veedores del encuentro, estuvo centrado en la preservación y regreso al espacio del rewe, la libertad de las cuatro detenidas y el desmantelamiento del Comando Unificado creado y montado por el Ministerio de Seguridad por decreto. Así es que la oferta de tierras fantasmas (sin identificación catastral, sin georreferenciación, sin identificación del titular de dominio) no era una carta adecuada para esta instancia. En cambio, confirmó la fluidez de los acuerdos entre la administración Carreras, el senador nacional Alberto Weretilneck y la conducción de Parques, por el control de un área estratégica frente a los derechos territoriales del pueblo mapuche-tehuelche.
Como no pacta con “delincuentes”, Parques Nacionales otorgará al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) la fracción de tierra donde está emplazado el rewe, espacio imprescindible en el camino espiritual y cultural como machi de Betiana Colhuan Nahuel y de su lof de origen. El lugar fue profanado y vandalizado mientras estuvo bajo la responsabilidad del Juzgado Federal de Bariloche y el Comando Unificado. Silvia La Ruffa, secretaria de Articulación Federal de la cartera de Seguridad, asumió la responsabilidad de garantizar la integridad del espacio y de las personas del pueblo mapuche que accedan a él en el marco del acuerdo firmado, según precisó Carriqueo.
“El Comando Unificado responde a la estrategia de Consenso Bariloche”, agregó el referente mapuche, refiriéndose a la coalición de derechas que respalda legalmente a las querellas particulares en Villa Mascardi. La mano de Consenso Bariloche también se advierte en el mapa satelital con la propuesta de seis lugares en el mapa que Pablo Zúcaro, jefe de Gabinete de Carreras, envió a Granato y Granato presentó en la Mesa de Diálogo. Las tierras marcadas en la zona de Pichi Leufú están muy próximas a las de un conflicto en la que es querellante el abogado Ernesto Saavedra, una de las caras visibles de Consenso Bariloche. “Parques consultó a Diego Lawrie, director de la Dirección General de Tierras”, dijo después Zúcaro desligándose de la maniobra.
Generación Relmü Lafken
En cinco años de lucha del pueblo mapuche-tehuelche por el derecho al territorio tradicional junto al Relmü Lafken, los nacimientos de tres niñxs ofrecen los elementos culturales y políticos de esta etapa del conflicto histórico de 150 años en el sur de la Argentina. Dos nacieron en el territorio reivindicado y en conflicto, con sus madres y familias recuperando las prácticas tradicionales de partos en las rukas, con las ceremonias espirituales acunando todo el tiempo. La tercera, una niña, nació con su madre presa, arrancada del territorio, en condiciones de opresión estatal incompatibles con el cumplimiento de estándares mínimos de derechos y garantías en democracia. Aun así, la niña y su madre se alumbraron libres, apartándose del aparato del Estado en esas horas en que el piso del hospital público dejó respirar al suelo, a la ñuke mapu (madre tierra).
La trama de los poderes judiciales, de las organizaciones y campañas de la nueva derecha, las estrategias electorales, los proyectos de inversión y/o de especulación, las alianzas económicas y financieras, todo —es decir, el poder hegemónico— pretende negar la fuerza intrínseca del movimiento de este pueblo originario en esta etapa, así como la debilidad de una democracia que no es capaz de cumplir con el reconocimiento constitucional a los pueblos originarios ni con los pactos internacionales. Lejos del triunfalismo, con extrema cautela ante el juego del aparato del Estado, después de ocho meses, las cuatro mujeres mapuche presas políticas recuperaron la libertad por su resistencia y por la capacidad de convertirse en fuente de unidad ante las derechas, ante el deterioro cotidiano de la vida libre y plena, ante el retroceso de conquistas de la humanidad.
“Fue ir y venir en el tiempo, sentir la presencia de la muerte alrededor”, contó Romina Rosas, feliz y cauta, yendo a lo profundo de sí para que su experiencia personal nutra el camino colectivo. “No teníamos muchas expectativas en la Mesa de Diálogo. Tantas dilaciones nos trajeron enfermedad espiritual, desgaste anímico”, reconoció en conversación para esta nota. El parto en cautiverio de esta mujer de 38 años expresa la vigencia de la matriz racista y patriarcal en el sistema de salud pública, así como en la actuación de la jueza Silvina Domínguez (jubilada) y la fiscal María Cándida Etchepare, que pretendieron obligarla a que tuviera su hija por cesárea.
Romina tuvo un hermoso embarazo, se preparó para tener un alumbramiento en el territorio, al modo tradicional con la asistencia de la partera, el taïl (canto ceremonial) y lawuentuchefe, personas con conocimiento de lawuen (hierbas nativas de uso medicinal). El vientre abultado de Romina se recortó en las imágenes del desalojo la mañana fría del 4 de octubre. Durante días, Domínguez insistió con ella, con el director del hospital público de Bariloche y a través de terceros que aceptara una cesárea. Ella, con las otras detenidas y el grupo de apoyo, había decidido que pariría en la ruka, bajo arresto domiciliario. “No va a tener contracciones para el parto natural”, aseguraban lxs gurúes de la medicina oficial.
Siguió con los masajes y caminatas hasta el hospital para mantenerse. En una de esas visitas de control impuesto, las contracciones decidieron el lugar y el momento. Lluko, agua limpia en mapuzundum (lengua mapuche), nació en un hospital público por parto natural. “Su llegada rompió la burocracia, el orden estatal. La nueva vida se libera en la libertad de ser. El nacimiento de Lluko no lo pudo controlar el Estado”, catorce días después de la cacería a campo abierto. Su primer parto fue violento y atemorizante, en manos del poder obstétrico, sin la cuna de la cultura y de la gente de su pueblo. “Vida o muerte, te obligan, te asustan”, reflexionó. No hay rencor en su voz. Sí agradecimiento para “lxs enfermerxs, mucamas, parteras, toda la gente que se solidarizó, me abrazó y me convidó”.
Volvió al rewe. Al ir, vio la ruka de la machi destruida. No pudo ver la suya, pero sabe que también lo está. “No dejaron nada”, resumió con amargura.
Las primeras horas de la detención estuvo sola, profundamente sola. Los relatos de los momentos históricos más dolorosos se le hicieron presente: las matanzas, los traslados forzados, los campos de concentración y las bajas anotadas en las memorias militares, los testimonios de lxs sobrevivientes de la última dictadura cívico-militar, lxs HIJOS que faltan. “Es muy soberbio el Estado”, dijo, e insistió en la prudencia y la cautela en este tiempo de transición hasta que “la machi pueda ejercer plenamente en el rewe”.
Necul cumplió un año el 27 mayo pasado. Nació en el territorio reivindicado. Con su madre, Betiana, recibieron a Lluko durante la prisión domiciliaria. El nacimiento de Lluko en cautiverio puso a prueba esta democracia, hace latir a Margarita Foyel, la hija del gran lonko derrotado, fotografiada con su bebé en brazos durante su prisión en el Museo de La Plata.
Por Susana Lara (Cohete A La Luna)
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen