Sobre territorios extensos y pueblos aislados, el dueño de La Anónima se convirtió en uno de los empresarios argentinos más ricos con una proyección de crecimiento sin techo. Lo conversamos en detalle con Alejandro Galliano, autor de “Los dueños del futuro”.
Los periodistas Alejandro Galliano y Hernán Vanoli me comentaron cuatro años atrás que a Federico Braun, dueño de La Anónima, solían escurrírsele espontaneidades todo el tiempo. Así, sin filtro ni pudor.
Me lo dijeron en una entrevista que les realicé por la publicación de su libro “Los dueños del futuro”, que es la semblanza de siete empresarios con una anatomía nueva de acumulación no sólo por desempeñarse en sectores que concentran rentabilidad y proyección de crecimiento, sino por haber encontrado su camino al costado de los modelos económicos truncos: el del granero del mundo, la industrialización por sustitución de importaciones, el librecambio y las privatizaciones. Federico Braun es uno de ellos.
“Los dueños del futuro”, en cierta forma, se plantea como continuidad del libro que Luis Majul escribiera en 1992 donde describe a esa burguesía en transición entre la vieja oligarquía y los contratistas del Estado desarrollista, y los privatizadores menemistas con olor a acero, cemento y petróleo: Macri, Rocca, Bulgheroni, Born y Fortabat.
Federico Braun, ingeniero de la UBA, tomó control de La Anónima en 1979 y logró consolidar tasas de ganancia muy superiores a la evolución de precios en general. Así lo indica la revista Forbes y también el dueño de los hipermercados Maxiconsumo y la marca Marolio, Víctor Fera. Fera dice en el libro que La Anónima aprovecha su rol de formadora de precios y obtiene beneficios extraordinarios, en especial, durante períodos inflacionarios. En 2017, La Anónima fue el único híper que no perdió.
Luego de la humorada o sincericidio de Braun que devino en una campaña de boicot de la CTA Autónoma de Rio Negro y en la decisión del Gobierno de Tierra del Fuego de no comprarle más, llamé a Alejandro Galliano, egresado de Filosofía y Letras, docente, colaborador de la revista Crisis y otros medios, para que nos cuente más detalles sobre uno de los argentinos más ricos.
-¿Por qué lo eligieron para el libro? ¿Qué modelo de empresa representa Braun?
-Queríamos consignar modelos de negocios exitosos con proyección a futuro. En el caso del retail (venta minorista) teníamos el exponente de Coto, algo sobre narrado ya, que opera en una zona densa comercialmente como el AMBA, y el de Braun, que se expande desde la Patagonia. Queríamos federalizar la mirada, y por eso lo elegimos.
Braun montó su empresa sobre la teoría de los “océanos azules”: hacerse fuerte en una zona de confort y crecer. Esa zona de confort son ciudades pequeñas, aisladas, sin competencia, donde ofrece el mejor equilibrio precio-calidad priorizando calidad. No es Coto ni Carrefour, se parece más a lo que fue Casa Tía o a Supermercados Norte. No tiene competencia como empleador, por eso paga los salarios que paga, ni tiene competencia como oferente, por eso tiene un margen importante para establecer precios.
-En el libro él reconoce que remarca un 40% ó 50%, al menos en las frutas, no está claro si en otros rubros. ¿Eso es mucho?
-Él dice que maneja los márgenes habituales. 40% ó 50% son habituales para una verdulería de barrio, así que uno podría pensar que a su escala el margen podría ser más reducido.
-Escribiste un perfil sobre Braun, hablaste con él, me dijiste que es un tipo entrañable porque se le escapa la tortuga todo el tiempo y dice espontaneidades. ¿Su declaración en la AEA fue una humorada o un sincericidio?
-Hay que entender sus declaraciones en ese contexto. Si bien es una persona totalmente corporativa, que ocupa la vicepresidencia de ASU (Asociación de Supermercados de la Argentina) junto con Coto, Braun es un aristócrata proveniente de una familia muy extensa con presencia en la historia argentina, acostumbrado a hablar sin filtro y con una impunidad muy grande. No creo que su comentario haya sido inocente. Cuando lo entrevistamos había sido muy duro con el entonces presidente Macri. Creo que ahora se transformó en vocero de un sector comercial que quiere desvincularse de la responsabilidad que se le asigna como formador de precio, sin dejar de reconocer que por su posición comercial casi monopólica en muchas ciudades donde opera va a beneficiarse. No creo que haya sido sólo una humorada. No es la primera vez que lo dice.
-En el libro cuentan que privilegia la relación con los consumidores antes que los productores, no le importa si vende nacional o importado, está contra la ley de góndolas, Víctor Fera de Maxiconsumo dice que se aprovecha de su concentración y que lo boicotea.
-Eso tiene que ver con la forma de Fera de proyectarse. Fera habló mal de todos los supermercados y, de alguna manera, tiene razón: es víctima de la extrema cartelización del retail mayorista en la Argentina y Braun es cara de un sector económico más grande. Aunque Braun minimiza ese enfrentamiento y te muestra informes que demuestran que no está cartelizado el retail supermercadista ni es formador de precio, si uno va a los “océanos azules” se dará cuenta de sus ventajas porque está en pueblos donde no tiene competencia.
-¿El origen de La Anónima está vinculado a la “Campaña del Desierto”?
-Es una empresa de fines del siglo XIX que nace en la Patagonia chilena con las familias Braun y Menéndez y se consolida a principios del siglo XX. Luego compran tierras aquí y están muy involucrados con la expansión militar sobre la Patagonia. No los ligaría tanto a la “Campaña del Desierto”, que fue una operación estatal a cargo del Ejército argentino, sino con otro tipo de práctica privada en la que diferentes aventureros se hacían cargo de la aniquilación de poblaciones aborígenes. Es el caso de Menéndez con Mc Lennan, su mayordomo de estancia escocés, que se hizo cargo de aniquilar a las poblaciones aborígenes del entorno. Nada más ni menos que eso. Un bautismo de sangre que comparte todo el sector terrateniente de la Patagonia. Yo creo que es más determinante en su historia haberse desarrollado en estos “océanos azules”, zonas vacías con poco tejido institucional, con política acotada a la administración. Hasta mediados de siglo estos “océanos” eran territorios nacionales, no había gobernadores y los conflictos sociales tenían otro color.
Por Pablo Bassi
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí informándote en Al Margen: