Hace un año escribimos un informe sobre los pro y contras de la aprobación del trigo transgénico HB4 por parte de las autoridades nacionales, a condición que fuera aprobado por Brasil, el principal comprador del país de este producto y sus derivados. Hace unos días el país vecino dio finalmente el visto bueno al trigo transgénico nacional, viene bien entonces recordar algunas reflexiones
El trigo HB4 aprobado recientemente por Brasil y el año pasado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación es el primer trigo transgénico autorizado en el mundo. Su ADN (código genético) ha sido modificado al introducirle genes que le confieren cierta resistencia a la sequía y a un herbicida. Para analizar las múltiples dimensiones que tiene esta noticia, en el contexto del modelo agroalimentario hegemónico recomendamos el informe elaborado por Científicos y Universitarios Autoconvocados Bariloche el año pasado publicado en Al Margen : https://almargen.org.ar/2020/11/12/trigo-transgenico-y-modelo-agroalimentario-tratando-de-separar-la-paja-del-trigo/ .
Trataremos de hacer unas breves reflexiones actuales en base a algunos extractos de dicho documento.
En aquella oportunidad destacábamos que “la principal innovación del trigo HB4 es la tolerancia a la sequía, lo que permitiría su cultivo en regiones más áridas que aquellas donde actualmente se cultiva este cereal, y podría significar también una adaptación a futuros escenarios de mayor aridez como consecuencia del cambio climático. Dado que globalmente la combinación de sequías y pobreza representa uno de los mayores desafíos para la seguridad alimentaria, y que el trigo es uno de los cultivos más importantes del mundo, la resistencia a la sequía toma mayor relevancia. Sin embargo, para que esta innovación contribuya a la alimentación de las poblaciones más vulnerables a la sequía y el hambre, el acceso a estas semillas y a la tecnología asociada por parte de dichas poblaciones debe estar garantizado bajo condiciones equitativas y justas”.
Uno de los puntos más interesante para el país es que la tecnología “HB4” fue desarrollada por el Laboratorio de Agrobiotecnología de la Universidad Nacional del Litoral y el CONICET, en colaboración con la empresa argentina de biotecnología agropecuaria Bioceres-INDEAR. Es un hito tecnológico a nivel global, fruto de la colaboración público-privada. Este hito muestra una vez más la capacidad y el potencial de nuestro sistema científico-tecnológico y nos pone a la vanguardia entre los países del mundo capaces de dominar este tipo de tecnología. En el informe planteamos que “el fuerte protagonismo de las instituciones públicas debería permitir al Estado un mayor control en la toma de decisiones sobre un sector estratégico como es el agroalimentario. La participación del entramado científico-tecnológico y productivo argentino en un mercado global, dominado por corporaciones multinacionales mayoritariamente extranjeras, otorga márgenes de soberanía e independencia científico-tecnológica. En este sentido, el desarrollo local de esta tecnología puede ser una herramienta que impulse el desarrollo del país o, por el contrario, puede servir para afianzar y profundizar nuestra subordinación como país agroexportador y perpetuar las condiciones de dependencia y atraso que una economía basada en el extractivismo y producción primaria lleva aparejado. El desafío es, entonces, cómo y con qué fines se aprovecha esta ventaja comparativa para modificar la matriz productiva en forma progresiva, para que esta soberanía científico-tecnológica se traduzca en independencia económica, justicia social y bienestar para las generaciones actuales y futuras.
En el mencionado informe de CyUAB sobre el trigo HB4 nos preguntábamos: ¿Por qué, entonces una eventual aprobación del trigo HB4 genera tantas repercusiones y rechazo por parte de un amplio sector de la sociedad, sabiendo que en Argentina existen 61 eventos transgénicos aprobados para su siembra, comercialización y consumo desde 1996 (de los cuales el 42% fueron aprobados en los años macristas)? Muchos de estos riesgos ambientales, sociales y sanitarios, no son exclusivos del trigo transgénico. Los problemas son del modelo agroalimentario dominante, también llamado de agricultura industrial o “agronegocio” concentrado en pocas manos, de grandes extensiones de monocultivos, que intenta suplir los déficits de rindes a base de aplicar insumos agrícolas, en particular herbicidas, en altas dosis o sin control, y dejando grandes pasivos ambientales al resto de la sociedad. Decíamos entonces que “cuestionar el trigo HB4, en forma aislada, solo invisibiliza el problema de fondo, que es el modelo agrícola dominante, y a sus múltiples actores; invisibilización que puede operar funcionalmente a intereses que poco tienen que ver con el cuidado de nuestra alimentación, nuestra salud, el ambiente y la redistribución de la riqueza.
Para que el Estado pueda transformar esta tecnología en una ventaja estratégica es necesaria voluntad política y un amplio consenso sobre cómo se distribuyen socialmente los costos (sanitarios, sociales y ambientales) y beneficios (económicos) de este modelo, para evitar pasivos ambientales costeados por toda la sociedad, con ganancias exclusivas de los grandes productores.
Los decomisos de grandes cantidades de granos de contrabando, el Observatorio Nacional de Agroquímicos, la Ley de Etiquetado Frontal de alimentos, las líneas de impulso a la Agricultura familiar son algunos pasos, insuficientes aún, que se fueron dando en pos de que los beneficios y perjuicios se distribuyan más equitativamente, falta, obvio que falta.
Destacábamosen el informetambién que “hay que ser realistas en que la transición desde el modelo agroalimentario dominante a la agroecología (u otras alternativas) no será rápida, ni fácil, y agrego, no necesariamente se dé en todo el territorio, dado el gran entramado socioeconómico implicado y la fuente de divisas para el país que representa. Entonces “es imprescindible que el Estado impulse políticas públicas que promuevan activamente dicha transición” y que se mejoren los mecanismos de control social y ambiental.
Por último, destacábamos que el desarrollo del “trigo HB4 es un aporte de soberanía científica, que podría contribuir con sus aprendizajes para entender y controlar mejor los modelos de producción hegemónicos, cuyas ganancias podrían direccionarse para apuntalar la transición hacia una agricultura más sustentable” (y se distribuyan mejor sus ganancias). “Pero también podría ser un cimiento más en el modelo agrícola dominante”. Cuál será la dirección que tenga este trigo a futuro es una de las tantas cosas que en parte se juega el próximo domingo de elecciones legislativas.
Por Manu De Paz
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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