Desde el 24 de marzo podrá verse “Se va a acabar”, un documental que recoge testimonios de la lucha de los trabajadores entre 1976 y 1983. Podrá verse desde la plataforma virtual del festival. Dialogamos con Andrés Cedrón, uno de sus directores junto a David Coco Blaustein.
Cuando este miércoles se cumplan 45 años del golpe de Estado cívico militar, el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) estrenará “Se va a acabar”, un documental con relatos de la resistencia de los trabajadores durante la última dictadura, codirigido por David Coco Blaustein y Andrés Cedrón.
A través del relato de seis historias, los directores rescatan las luchas libradas por las comisiones internas contra la censura y el deterioro de las condiciones de trabajo. Los testimonios fueron registrados primero en un estudio, lo que permitió a los realizadores encontrar un tono confidente e íntimo, combinado con imágenes de archivo e ilustraciones animadas, un recurso novedoso para el documental político argentino.
“Se va a acabar” es un film protagonizado por dirigentes sindicales austeros, de identidades políticas diversas, con contradicciones y debates aún no saldados, hacedores de una lucha unitaria contra la dictadura que tuvo valientes gestas como la huelga general del 27 de abril de 1979 y del 30 de marzo de 1982.
Durante la dictadura, se perdieron 700.000 puestos de trabajo, cerraron 50.000 PyME y la distribución del ingreso retrocedió del 48 al 30 por ciento. Según, los organismos de derechos humanos, se calcula que el 66% de los detenidos desaparecidos son activistas sindicales.
Andrés Cedrón es director de “La Caracas” (2011), la serie “Romanos” (2017) y de las historias sobre la fundación de la Asociación Trabajadores del Estado y la agrupación ANUSATE que recuperó ese gremio del colaboracionismo en 1984.
-¿Cómo fue dirigir con David “Coco” Blaustein?
-El proyecto fue pensado como una serie para canal Encuentro, al que Coco me convocó para ser su asistente de dirección. Ese proyecto se frustró con la llegada de Cambiemos al gobierno, pero decidimos llevarlo delante de cualquier modo. Las políticas del macrismo fueron los ejes económicos y sociales de la dictadura. Entonces comenzamos a hacer este documental como un acto de resistencia, y Coco tuvo la gran generosidad de convocarme para co dirigirlo, escribir el guión y editarlo. Durante el rodaje nos llevamos muy bien, nos complementamos. Coco es un faro para todos los documentalistas políticos.
-Eligieron protagonistas que viven en casas sencillas, que continúan trabajando, que provienen de identidades políticas distintas. ¿Por qué?
-Habíamos tomado algunas definiciones de antemano con respecto a los protagonistas. No queríamos idealizarlos sino más bien humanizarlos. Mayormente, los ’70 se relatan desde la lucha armada, el exilio, las desapariciones y el robo de bebés. Pocas veces se cuentan desde los trabajadores y sus pequeños actos de resistencia. Entonces decidimos hacer énfasis en las bases (más allá de que dos de ellos fueron secretarios generales de sindicatos, estaban muy legitimados entre los afiliados), porque en las bases existe amplitud de ideologías, unidad, honestidad. Son elementos naturales de las comisiones internas, y quisimos reflejarlo porque es un sindicalismo muy distinto al que se pregona en los medios.
-En cierta manera el documental intenta saldar el debate “patria socialista versus patria peronista”. ¿O no?
-Lo dice Roberto Digón (ex secretario general del Sindicato del Tabaco) a modo de autocrítica, pero en términos personales. De parte nuestra, intentamos expresar una amplitud de visiones.
-¿Son historias de victorias o de derrotas?
-Se combinan. Creo que lo importante fue resistir. Ana María Putelli (delegada bancaria) ganó en un banco y perdió en otro. María Luisa Rodríguez (delegada textil) ganó un conflicto en Alpargatas, pero después la despidieron. Digón estuvo detenido, se exilió y después volvió. En ese sentido, los personajes expresan claroscuros y se muestran autocríticos.
-Para quienes nos criamos después de los ’70, sigue sorprendiendo ver la fuerza de las huelgas de la época y su impacto.
-María Luisa Rodríguez y su amiga Sara, más cerca de la juventud sindical que del imaginario de la patria socialista, estaban formadas, se hacían respetar, conocían sus derechos. Las trabajadoras y trabajadores enfrentaban a las patronales. Estaría bueno que la sociedad pueda hacerse una autocrítica sobre este aspecto.
-¿Qué devolución te dieron sobre el documental desde el ámbito sindical?
-No se lo mostramos a nadie, ni siquiera a los protagonistas, que seguramente van a sorprenderse porque Silvina Segundo hizo un trabajo de archivo muy bueno, y encontró material de la época que ni ellos deben tener noción de que existía. Es un hallazgo, un ejemplo del compromiso de ir a fondo con la historia. Y si bien estamos ilusionados con la proyección entre espectadores cinéfilos, deseamos un pre estreno comercial en un ámbito sindical y militante, que genere debate.
-¿Te sorprendió que el BAFICI haya decidido estrenarla?
-Habla muy bien del festival que nos hayan convocado. Un festival con líneas estéticas y políticas diferentes, que depende de un gobierno (el de la ciudad de Buenos Aires) con otro pensamiento e ideales. Sobre todo, en una fecha tan emblemática como el 24 de marzo y en una sala como el Gaumont.
Dónde verla:
Se va a acabar puede verse desde el 24 de marzo a las 21 en la plataforma del BAFICI https://vivamoscultura.buenosaires.gob.ar/
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