¿Qué pasa cuando un adolescente apuesta en línea? ¿Qué marcas deja esta incursión en la ilegalidad? ¿Qué hacer frente a esta práctica riesgosa? Al Margen conversó con Débora Blanca -psicóloga especializada en ludopatía- y con Mónica Borile -médica pediatra especialista en adolescentes- acerca de esta problemática que está creciendo descontroladamente.
J. tiene 16 años, estudia en una escuela técnica y le gusta vestirse con ropa de marca. Lo primero que detectó el padre de J. fue el cambio de ánimo en su hijo. Todo le caía mal y eso no era común en él. Algo le estaba pasando. Un día llegó con una caja con ropa deportiva Palm Angels, una marca a la que J. con la mensualidad que le transferían a su billetera virtual y su trabajo como ayudante de electricista no podía acceder. Cuando el padre le preguntó cuánto había pagado la compra, el hijo contestó un monto mucho menor al valor real. Luego un tío llamó a la madre para contarle que alguien desde un número privado lo había contactado diciendo que J. le debía plata. Su hijo lo negó. Días después, otro pariente le contó que J. se había acercado a su negocio para pedirle dinero para comprarle un celular -que él había roto sin querer- a un compañero. Fue ahí cuando los padres se dieron cuenta de que no solo había jugado a las apuestas en línea sino que vendía fichas para un casino virtual. “Muchos compañeros de la escuela lo hacen” -argumentó J. cuando los padres lo cuestionaron.
El juego de apuestas en línea es un negocio millonario en todo el mundo. A partir de la pandemia, en Argentina se legalizaron los casinos online, las apps ilegales prendieron como hierba mala y son cada vez más los adolescentes -para quienes apostar está prohibido por ley- que quedan atrapados en esta ilusión de satisfacción inmediata. Ahora también se registra la figura del “cajero”: un intermediario entre el apostador y la plataforma ilegal que carga las fichas y cobra un porcentaje por el servicio prestado. Este intermediario -generalmente menor de edad- queda expuesto cuando algo falla, salta como un fusible y se lo cambia por otro para que toda la maquinaria siga funcionando. Estas incursiones en la ilegalidad dejan marca en los jóvenes.
La cabeza monopolizada
Más que el dinero -advierte Débora Blanca psicóloga especializada en ludopatía-, aunque el dinero es una parte importante, es el shock de dopamina que desencadena el juego de azar. En este mundo digital donde todo sucede de forma vertiginosa, las apuestas producen una satisfacción instantánea. Algunos juegos de consola están armados con la misma lógica de recompensa que las máquinas tragamonedas que funcionan a través de un mecanismo de ganancia intermitente. Los algoritmos de estas plataformas están diseñados para generar adicción, manipulando los puntos débiles de los jugadores. Es muy fácil pasar de un juego a otro. Esa posibilidad está al alcance de la mano y está fogoneada por famosos influencers que te invitan a apostar.
Los primeros en detectar este problema fueron los docentes de escuelas secundarias que observaban en los recreos como los estudiantes se sentaban alrededor de sus celulares y apostaban. Uno se ponía eufórico porque había ganado, otro muy mal por haber perdido. Se reclamaban entre sí el dinero que se habían prestado. Este comportamiento coincidía con una caída en el rendimiento escolar. Informaron esto a las familias y comenzaron a organizar charlas con especialistas para interiorizarse en el tema.
En ciertos casos es solo un juego pero en otros casos esta práctica puede ser peligrosa. “Los pibes tienen la cabeza monopolizada por las apuestas –dice la especialista- no pueden pensar en otra cosa, viven preocupados por ver de dónde sacan la plata para el juego. Pierden el entusiasmo con cosas que antes disfrutaban. Empiezan a aburrirse cuando salen con amigos o cuando miran fútbol. Se aíslan: sienten culpa, vergüenza”.
La palabra de los influencers
En estos tiempos que corren existe una imposibilidad de sostener momentos de aburrimiento o de pausa y una de las opciones que vende el mercado para tapar el “tiempo muerto” es la apuesta en línea. Los influencers pagados por casinos virtuales como la famosa modelo Zaira Nara incitan a los jóvenes a este desafío virtual: “El partido está aburrido, ¿qué esperás para apostar? Otros influencers apuestan en vivo y cuentan lo fácil que es ganar dinero y alientan a sus seguidores a hacer lo mismo con un discurso tramposo que promete que “Si sabés de deporte, seguro ganás”. Los invitan a entrar a un sitio y a escribir el nombre del influencer para obtener un bono para empezar a apostar.
“Los influencers como las personas públicas tienen que saber que hay personas que se vuelven dependientes al juego. El influencer no es el culpable pero lo cierto es que está publicitando una práctica riesgosa por las sensaciones que produce al que apuesta. El influencer tiene que hacerse cargo de lo que dice porque los adolescentes no miran televisión ni radio solo consumen lo que pasa en las redes”, dice Débora Blanca.
Marca de época
La compulsión al juego parece ser una marca de esta época. Según la especialista, la ludopatía tiene el mayor índice de suicidio entre los jóvenes. Es necesario que los adultos estemos atentos a esta problemática. En primer lugar hablar con ellos, hablar de otros desafíos que llevan más tiempo y esfuerzo pero que tienen recompensas más duraderas. “Cuando los adolescentes se encuentran del lado de la pregunta –dice Débora Blanca- suelen contar lo que les está pasando, enseguida muestran su angustia. Saben que algo no está bien. Cuando son mayores y llevan más tiempo de adhesión a estas lógicas, es más difícil que se sinceren”.
En segundo lugar hay que hacer un esfuerzo por salir del mundo virtual. Desde la pandemia tanto adultos como chicos quedaron atrapados en las pantallas. Volver a los juegos de mesa o al aire libre. Los mismos jóvenes saben que el celular les está trayendo problemas pero no saben cómo hacer para dejarlo. Una opción es el control parental de los celulares y las billeteras virtuales. “Los padres están un poco perplejos ante estos chicos con tanta información -dice la especialista- que cuestionan todo. Pero la información no es conocimiento. Los chicos necesitan que los adultos les marquen los límites. El argumento de los chicos es que todos sus compañeros tienen celular o juegan a tal o cual juego. Una estrategia es consensuar con los padres del curso ciertas reglas en relación a los celulares. Por ejemplo, en una charla que dí, los padres de la escuela acordaron que los menores de 14 años no tengan smartphones y que el acceso a redes sociales sea a partir de los 16”.
Según la médica, cada vez hay más chicos con problemas de tecnoadicción. Algunas de las señales para detectar esta problemática se relacionan con el trastorno en el lenguaje, la dificultad en establecer vínculos con otros, trastorno en el sueño, dolores de cabeza frecuentes y dolores en las manos. Mónica Borile pone especial énfasis en habilitar la pregunta para hablar sobre estos temas en las consultas pediátricas.
¿Cuál es el rol del Estado en este juego?
En la nota de Al Margen El peligroso auge de las apuestas en adolescentes, ( https://almargen.org.ar/2024/05/22/el-peligroso-auge-del-juego-de-apuestas-en-adolescentes/ ) el periodista Pablo Bassi da cuenta de que las apps ilegales son fácilmente franqueables y falsear la identidad de un mayor en las dos empresas habilitadas por la Provincia de Río Negro es muy sencillo.
En Argentina no existe un marco legal unificado. Las regulaciones de los juegos de apuestas dependen de las distintas jurisdicciones. En la legislatura de Río Negro se elevaron dos proyectos de ley. El proyecto presentado por Ayelén Spósito, José Luis Berros, Luciano Delgado Sempe busca regular la publicidad de los juegos de azar y las apuestas en línea y establece sanciones rigurosas para aquellos que incumplan las disposiciones. El proyecto presentado por Leandro García, Daniel Belloso, Ana Marks, Luis Ivancich y Pedro Dantas se centra en la prevención de la ludopatía en adolescentes y niñeces promoviendo la concientización de los riesgos en la constitución psíquica de las infancias y el abordaje interdisciplinario desde la SENAF, Salud, Justica y Educación para generar respuestas sólidas a esta problemática.
Éste es un problema colectivo que exige no solo no normalizar el juego de apuestas como una actividad inofensiva sino también reflexionar como comunidad sobre las formas de cuidado y acompañamiento de las infancias y adolescencias en el territorio digital.
Por Verónica Battaglia
Foto portada: Pablo Candamil
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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