La tarde caía en las calles de las ciudades más importantes de la Argentina. El sol se escondía entre los árboles que abrigaban el punto de encuentro de las plazas. Los vientos de resistencia anunciaban que un invierno inédito se asomaba en 2015.
Las noticias de la radio divulgaban los datos oficiales de La Casa del Encuentro. En 2014, en todo el territorio nacional, se produjeron 277 muertes por femicidio de mujeres, niñas y transfemicidios. El calendario marcaba mitad de año y los números iban en alza. ¿Cuál sería el límite de lo soportable? Fue el miércoles 3 de Junio conocido popularmente como el 3J, el día en que las mujeres decidieron apagar la tele y cerrar las tapas de los diarios que las mostraban como objetos de desecho con el condimento del morbo mediático. Sus rostros aparecían en primer plano. Sus cuerpos se mostraban asesinados, violados, golpeados, asfixiados, descuartizados, mutilados, enterrados, prendidos fuego y fusilados por el sólo hecho de ser mujeres.
Miles de mujeres autoconvocadas y referentes de organizaciones sociales se multiplicaron por cientos de miles, y salieron sin pedir permiso para elevar el grito de nuestra querida Mafalda expresado en un histórico BASTA.
En clave federal y feminista gestaron el movimiento que alza las voces de la consigna NI UNA MENOS creada por Susana Chávez. La poeta y pionera del movimiento de mujeres en México fue asesinada y muerta por femicidio en la ciudad de Juárez en 2011.
Fueron miles y miles, y más también, se movilizaron sin miedo, llevaron las voces de quienes ya no estaban, y acompañaron a las familias de las víctimas de la violencia femicida, y a las infancias que habían quedado en la orfandad.
Desde entonces, la historia tomó otros colores con las mujeres y las disidencias en las calles. Se lograron conquistas que resonaron en Latinoamérica y cruzaron el Atlántico. Se replicaron en Hashtags en redes sociales tales como #yositecreo #yotecreohermana #miracomonosponemos #metoo, entre otros.
La crueldad ante la indiferencia del “no te metas” y “es una pelea de parejas”, ya formaba parte del pasado. El renombrado “crimen pasional” tomó un giro.
La visibilización pública fue clave en la construcción de herramientas políticas para nombrar a la forma extrema de violencia contra la mujer como “femicidio”. Se instituyeron otros modos de nombrar con perspectiva de género, y de tener un registro con información criminal sobre los crímenes de odio como el “travesticidio”, y se está instituyendo el nombre de “lesbicidio” a la forma extrema de violencia contra la comunidad disidente de lesbianas por su orientación sexual. Lamentablemente, esas construcciones lingüísticas acontecen por casos emblemáticos como el triple lesbicidio ocurrido en Barracas, al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Andrea, Pamela y Roxana fueron prendidas fuego por su orientación sexual. Un hombre arrojó un explosivo en el hotel familiar donde alquilaban una habitación. Sofía, la única sobreviviente aun hoy sigue resistiendo para honrar la vida.
De querusa en la yeca a Fue Femicidio
El desliz del que “te apoya” en el tren cuando vas a trabajar o en el colectivo cuando vas a estudiar, o en el tren y en el colectivo. El que te dice de querusa en la calle “llevame a dar una vuelta en tetas”, el amigo “que se confunde” e intenta aprovecharse de tu situación de estar sola y lejos de tu casa a las 4 de la mañana, el taxista que te mira por el espejo retrovisor y te pregunta por tu marido, el jefe que te guiña el ojo cuando le pedís en un tono amable un aumento de salario, el dueño del lugar donde alquilas que “te clava la mirada” e insinuándose te dice “solita”, el que está por encima tuyo en la orga y te insiste y te insiste y no entiende que “No es No”, y ese profesor que huele tu miedo pero también tu rebeldía y se pone cada vez más cerca en el aula. La mirada del novio de la mamá de la adolescente que se va de la casa para protegerse, la mano familiar que aparece de noche cuando te despertás con el jean desabrochado, ese empujón que empezó “como un juego” y terminó con tu labio izquierdo morado, y el progenitor de tus hijos quien te dice con un tono de macho despechado “nadie te va a querer como yo”. ¿Cuánto avasallamiento subjetivo soporta un cuerpo al ser considerado propiedad de otro?, ¿Cuál es el peso de esas marcas atemporales de desprecio, humillación y destrato hacia las mujeres y disidencias?, ¿Cuál fue el momento histórico en que esos privilegios acuerpados en masculinidades, en su mayoría de personas con vínculos cercanos, pasaron al acto de cometer homicidios al proclamar como diría Eduardo Galeano, “la maté porque era mía”?, ¿Cuánto más cerca tenía que rondar la muerte para que salgamos TOD@S JUNT@S en clave colectiva a las calles?
De la salida de lo íntimo al boca en boca de la mano colectiva
De esos murmullos que no te dejaban dormir, del asco de esas escenas que se transformaban en pesadillas, de esos pensamientos que se te aparecían en los momentos más insólitos, de la vergüenza de esos rostros, de la bronca de esas palabras que te resonaban a lo siniestro, de las horas que pasaban lentamente cuando esperabas tu menstruación maldiciendo el día que cediste a que él no use preservativo, de esos gritos que te aturdían, de la frialdad de esas manos que te tocaban sin caricias, de la piba que denuncia con culpa a la culpa que genera la denuncia, y de ese espejo que te golpeó con ese reflejo. ¿Y tu punto de BASTA cuál fue?
La Argentina y la crueldad de la ultraderecha
En estos 40 años de democracia, el avance del marco legal en la Argentina que protege a las mujeres contra todo tipo de violencias, la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en la educación formal, y la puesta del debate en la agenda pública lograron que mujeres y disidencias pudieran verbalizar y exigir justicia por las violencias ejercidas sobre sus cuerpos que quedaban silenciadas en el ámbito privado. Las instituciones de salud que alojaron con hospitalidad y las del ámbito jurídico que recibieron las denuncias por violencia de género ocuparon un lugar central.
Sin embargo, nuevos desafíos nos encuentran en este escenario signado por la crueldad, el negacionismo y el oscurantismo. Frente al avance de los discursos de odio hacia las mujeres y hacia las disidencias sexo genéricas legitimados por figuras públicas con rango parlamentario. El hambre avanza como otro tipo de violencia sin fecha de vencimiento y las políticas de ajuste no tienen freno. El saqueo de nuestras tierras y recursos naturales se aggiornan en nuevos modos de colonización.
Por mis penas bailá…
Este año nos encuentra con el cierre de la conquista histórica del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y del histórico Salón de las Mujeres de la Casa Rosada.
La autonomía de nuestros cuerpos nos exige una vez más encontrarnos en Resistencia. Al decir de nuestra querida Norita Cortiñas “Ya no somos invisibles NUNCA MÁS”.
Este 3J arremoliná pib@.
Las calles de todo el país nos esperan!
Ni Una Menos en el Estado
Ni Una Jubilada Menos
Ni Una Menos muerta por hambre
Ni Una Menos muerta por frío
Abajo la Ley de Bases y el DNU
Abajo la Violencia Sexista
Vivas nos queremos!
Por Romina Moschella
Fotos: Eugenia Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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