Frente a la situación de extremo desamparo en la que se encuentran los sectores más vulnerables, los entramados que tejen las organizaciones sociales son el mayor sostén para intentar contener a las innumerables familias que quedaron a la deriva con las nuevas políticas de gobierno.
No alcanza, la situación en los barrios se vuelve cada día más compleja, pero una vez más, como lo han hecho a lo largo de la historia, es la tarea en el territorio la que ofrece algo de luz en medio de la oscuridad.
“Antes en las asambleas con los vecinos charlábamos de todas las problemáticas, pero en este último tiempo lo que hace el vecino es ir a pedirte ayuda para poder comer. Un paquete de fideos, una leche, algo para poder darle a los chicos”, narra Claudia Reyes, referente de la FeNaT. “Nuestros compañeros son todos trabajadores de la economía popular y actualmente trabajar se les está haciendo imposible, son los que más están sufriendo esto, porque antes hacían trabajos de jardinería, de limpieza o tenían emprendimientos, pero hoy no hay venta y a los compañeros que hacían jardines o limpiaban casas de a poco les fueron bajando las horas o directamente se empezó a prescindir de estos servicios”.
En el medio, recuerda, desde noviembre que se cortó con toda la ayuda que venía del Gobierno Nacional, razón por la cual se han presentado ya dos proyectos a la legislatura rionegrina que permitirían garantizar el alimento en los comedores. (https://almargen.org.ar/2024/04/29/primero-terminar-con-el-hambre/) Sin embargo, por el momento no se les ha dado tratamiento.
“Hemos hablado con gente de Desarrollo Social, pero nos dicen que no van a poder hacer ningún tipo de entrega de mercadería para merenderos y comedores porque la provincia no tiene recursos”, señala Reyes. “Nosotros tratamos de buscar la salida, hay gente que todavía puede donan cosas: harina, ropa, calzado, pero cada vez es menos y cada vez son más los que necesitan. La situación es muy crítica, las familias de los barrios realmente la están pasando mal. Como organización te da mucha impotencia. Creo que hay muchos sectores que todavía no están viendo la situación que están viviendo las familias en los barrios y esto va para peor”. En este contexto, la dirigente también relata otra situación que se va dando respecto al abandono de la escolaridad: “Los compañeros no tienen para comprar la cantidad de libros que se piden o van con las zapatillas rotas, en condiciones en la que todo es cuesta arriba. Muchos están abandonando”.
Llegar a los barrios
Frente a un panorama que cada día se visibiliza en versiones más extremas, Juan Pablo Acosta, delegado gremial de la UTT Chubut – Línea sur, analiza un proceso de concentración de la economía que se viene desarrollando desde hace muchos años. “El hambre no es una novedad”, dirá. “Pero sí es cierto que empezó a golpear con fuerza a lo largo de estos meses”, completa.
En este marco, la respuesta a la crisis profunda necesita tomar rápido una forma concreta. Es por eso que, desde la UTT, organización que nuclea a más de 25.000 familias productoras de la tierra, se comenzaron a organizar verdurazos y feriazos para compartir la producción con el pueblo. Es así que ya en diciembre brindaron más de 3000 kilos de alimentos con los vecinos y las vecinas de la comarca andina.
“Desde el 11 de diciembre el Gobierno empezó con ajustes y recortes por todos lados y eso empezó a golpear inmediatamente en las economías regionales. Lo nuestro no fue la excepción, y por eso decidimos llevar adelante esta acción solidaria con la comunidad, entendiendo que, frente al discurso de que la salida es pisarle la cabeza al de lado, nosotros entendemos que no, que es compartir con el otro. Ese es el mensaje que dimos: el que está al lado es parte de la solución. Al discurso que damos siempre lo complementamos con una acción real y concreta: siempre están buenísimos los marcos teóricos, pero después hay que salir a hacer cosas para transformar”, señala.
Así, mientras la desigualdad se sigue profundizando, con réplicas en las economías regionales, la UTT continúa articulando -como gremio de los pequeños productores y productoras- con otros gremios: “Uno de los pasitos que dimos fue armar, en este caso con ATECH noroeste, que está en el noroeste de Chubut, un nodo soberano en Lago Puelo, donde los trabajadores docentes hacen compras comunitarias todos los viernes de la semana de bosones de verdura”, enumera sobre las acciones que desarrollan. “A ese espacio se sumó la Junta Promotora barrial de Lago Puelo y también junto con la seccional Unter de El Bolsón armamos un nodo soberano donde, en este caso, lo que hace es reintegrar mil pesos por bolsón para sus afiliados”, cuenta.
Otra acción que sale desde la organización es la que se está llevando adelante junto con la Secretaría de Producción de Bolsón con el armado de nodos en los barrios que tienen junta. Desde allí hacen compras comunitaria dos viernes por mes de bolsones de verdura al mismo precio que encuentran en el almacén de la UTT. “La idea es llegar a las familias de los barrios que no llegan por no tener vehículos o porque no bajan todos los días al centro del pueblo. La propuesta son los nodos soberanos, a los que les fuimos incorporando harina, aceite, yerba y otros productos de la canasta básica. Lo que hace el municipio es poner la logística para que quede al mismo precio. Son todas acciones que vamos llevando con el objetivo de ir acompañando”.
Esa semana, además, lanzaron una “campaña por un pueblo sin hambre” con el objetivo, como describe Erika Benavente, productora y referente de la Regional, de “donar a los espacios socio comunitarios: merenderos, comedores, casas tuteladas, centros de jubilados de nuestros territorios parte del fruto de nuestro trabajo, el alimento, para acompañar el difícil día a día de nuestra comunidad“. Así, afirman desde la UTT “es la solidaridad la que tiene que guiar la salida de esta crisis”.
“El Estado se ha retirado, no hay asistencia directa ni suficiente, ni política pública para parar el hambre, es muy grave lo que está pasando. El panorama no es bueno, pero entendemos que hay que salir, organizarse y luchar, no hay otra cosa. La Ley Bases implica profundizar el ajuste, la desigualdad y poner en venta nuevamente a la Argentina. Las noticias no son buenas para el pueblo, pero construir un futuro más justo no es con los discursos de odio, sino que justamente todo lo contrario, por eso la campaña está sentada en el amor, es entender que hay que compartir con el que está al lado, aunque el momento sea difícil para todos y todas, porque la salida colectiva”.
Con los pies bien puesto en el territorio, Silvina “Chivi” Vera del Merendero Alihuen ubicado en el Barrio Barda Este, también analiza el contexto actual. “Es un tiempo bastante difícil y siempre la pagamos los de abajo”, dice y describe que, si bien se había reducido la cantidad de personas que llegaban al comedor a pedir constantemente comida o ayuda con ropa, ahora se incrementó profundamente la demanda. “Se nos sumó mucha gente que viene de todos lados, de todos los barrios. La verdad que se está necesitando. Es re triste porque en el barrio y en el merendero se escucha mucho esto de no comí nada. Ojalá que el pueblo se despierte y podamos, por lo menos, comer un plato de comida”.
– ¿Cuánta gente asiste al merendero hoy?
-Tenemos un grupo de 40 chicos. Nosotros los días jueves cocinamos para que la familia se lleve la comida a la casa y hacemos 100 porciones. No nos da para más, aunque tenemos un montón de gente en la fila esperando. Este año nos cortaron toda la ayuda y no estamos recibiendo nada del Estado. Estamos con las donaciones de la gente. La semana pasada estuvimos haciendo una campaña, la gente nos ayuda un montón, responde muy bien, pero está complicada la cosa.
Seguir articulando
Consultado, Leandro Da Rold, integrante de COPATE y de la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos, también narra el camino que llevan adelante desde este espacio en la tarea de articulación que realizan para hacer llegar alimentos sanos y a precios justos a la comunidad. “Esta red incluye diversas cooperativas de producción que no están en Bariloche porque actualmente acá no se produce a gran escala. Pero trabajamos con productores de la agricultura familiar agroecológica del valle inferior del Río Negro. Al mismo tiempo, en Bariloche hay una red de consumo donde actualmente hay unas 20 organizaciones con las que se articula para acceder a estos alimentos”, dice.
Entre los desafíos Da Rold menciona la necesidad de generar capacidad para llegar masivamente a los barrios que más lo necesitan. “La realidad es que la gente organizada es poca, nos falta profundizar la organización para llegar a los lugares que tenemos que llegar. Ahora estamos, por ejemplo, articulando con el MTE para ver si podemos empezar a armar algo parecido en el Barrio Nahuel Hue, con bolsones con las cosas que tengan los precios más para que esto llegue realmente a la gente”.
Otra de las herramientas fundamentales a las que es necesario dar impulso, casi de manera urgente, es al Mercado Municipal, espacio que no logra servir a la comunidad como debiera ser un lugar de estas características.
“Debería jugar un rol estratégico, porque no es la misma escala y la incidencia que pueden tener estas políticas cuando son políticas de la militancia o cuando son políticas del Estado. El Estado puede impactar con otra escala y el Mercado es una institución que existe hace muchos años, que tiene una ordenanza con fundamentos de ser y un lineamiento legal muy bueno. Pero el espacio fue vaciado y entregado. Todos los bienes del mercado: camiones, camionetas, heladeras, freezers, mesadas, máquinas, registradoras, incluso el personal del mercado, cuya tarea había sido designada en el marco de la ordenanza, terminó desparramado en otras dependencias de la Municipalidad. Además, se sacó el mercado de un lugar de acceso de los barrios populares y se movió donde está ahora, atrás del ferrocarril”.
Así, actualmente solo funciona como mercado en tanto las acciones que llevan adelante las organizaciones, el Estado municipal no está haciendo que allí ocurran cosas. “La gestión actual dijo muchas cosas, pero no hicieron nada. Está costando mucho que todo esto de los bienes y el uso de las instalaciones se retrotraiga y vuelva a la práctica que tiene que tener. Desde las organizaciones avanzamos un montón en reconstituir el Consejo Participativo asesor, reconstituir el directorio del mercado y demás, con representación de las organizaciones. Es más, hay una compañera de las organizaciones que supuestamente iba a asumir al frente del mercado. Pero hubo muchas promesas y las cosas están demorando demasiado”.
Lo cierto, como señala Da Rold, es que si el municipio asumiera como política de Estado municipal la seguridad alimentaria -que la población de Bariloche acceda a los alimentos sanos y en cantidad suficiente para para tener digamos una vida saludable- poniendo a disposición un camión, una camioneta, alquilando un lugar, haciendo alguna feria rotativa o usando las instalaciones de juntas vecinales que tienen sus espacios y demás, podría llegar y resolver mucho de una manera muy masiva. “A la organización nos cuesta mucho tiempo de militancia. Nosotros lo hacemos eso en tiempo extra, no cobramos por hacer lo que hacemos. El Estado podría tener un impacto si quisiera”, asegura.
Mientras tanto, como la gota que orada la piedra, son las gestas solidarias y la militancia -esa palabra tan denostada- las que multiplican manos para sacar al pueblo adelante.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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