El gobierno libertario avanza sobre la soberanía que tenemos sobre nuestras vidas y nuestros vínculos. Pisotea las ideas y valores con los cuales nos identificamos y los modos que conocemos para defenderlos ¿Cómo esto afecta nuestra subjetividad? ¿Qué dosis de información es necesaria? ¿Cómo salimos del desconcierto? Estas son algunas de las preguntas que le hicimos a Celeste Manterola, psicóloga y a Mercedes Barros, docente e investigadora de la UNRN – CONICET.
¿Cómo no caer en la sobreinformación o en la desconexión para no desanimarnos?
Celeste observa que podemos pasar de la sobreinformación a la desconexión en una misma semana o hasta en un mismo día. Sostiene que tratando de encontrar respuestas ante un discurso cargado de crueldad y sinsentido nos sobreinformamos
para resistir la confusión y la angustia que provoca esta realidad. “Tanto la sobreinformación como la desconexión son modos defensivos que se presentan como opuestos extremos, y por ahora, observo que vamos y venimos. Lo problemático es cuando nos instalamos en uno de esos lugares: o leemos obsesivamente todas las noticias o negamos lo que ocurre. Es necesario hacer una pausa que nos saque del aturdimiento”.
Mercedes plantea que este gobierno nos coloca en un escenario de arenas movedizas. Las políticas de LLA atentan contra los valores, los consensos, las formas en las que nos identificamos y convivimos en democracia. “Por momentos nos aferramos a una rama y buscamos aislarnos de esta situación y por otros, nos sobreinformamos en la búsqueda de algo firme donde podamos pararnos, por ejemplo: el rechazo al DNU, la actitud de los gobernadores de la Patagonia, la caída de la imagen del presidente. Esa polarización puede ser peligrosa. No vamos a encontrar grandes certezas, ni tampoco podemos sobrevivir desconectados. Es necesario un punto medio.”
Existe un nivel de disrupción y confusión donde todo puede ser posible. ¿Cómo esto afecta nuestra subjetividad?
Celeste repara, en que esta política neoliberal apunta a eliminar al “sujeto histórico” y, en cambio, construir un sujeto eficiente y funcional al poder, obediente, sometido, sin historia y sin otros con quienes construir un espacio común. Por otra parte, señala que las redes sociales alimentan un imaginario de autonomía y rebeldía a usuarios cada vez más violentamente ubicuos. Describe al gobierno de La Libertad Avanza como disruptivo en tanto desestructura, desorganiza, provoca discontinuidad, interrumpe un proceso habitual necesario para nuestra existencia como son el trabajo, la alimentación y el estudio; destruye el sentimiento de confianza en los otros. “Más disruptivo y desconcertante aun es el discurso del presidente. Es irrespetuoso, obsceno; expone un goce impúdico ante el sufrimiento de los otros y nos deja sin respuestas; ciertamente aturdidos o atontados”.
“Estamos viviendo una ruptura de los procesos identificatorios conocidos, propios de nuestra cultura, y sufriendo un socavamiento de las funciones yoicas que nos permiten relacionarnos con otros y otras. Desde la regulación de los impulsos –sin cuyos límites todo sería posible- hasta la tolerancia a la frustración y la capacidad de mediación. Por momentos parecen haber desaparecido la vergüenza y el pudor que son mecanismos que se constituyen en los primeros años de vida, además de la culpa, también fundante de la constitución intrapsíquica y de la relación con el otro”.
Celeste cita a Rita Segato cuando describe nuestra época como el siglo de la envidia, el resentimiento y la crueldad y enfatiza que la crueldad -que viene creciendo desde hace tiempo- nos deja sin el sostén simbólico que ofrece la confianza en las instituciones despojándonos de la capacidad de reparación, instalada por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo-. “Hoy observamos mucho sufrimiento emocional en la niñez, en la adolescencia y en la vida adulta. Fobias; problemas conductuales: consumo problemático; ataques de pánico; depresión; estrés; padecimiento bajo la forma del dolor físico anclado en el cuerpo. Quizá lo más preocupante sea cuando se instala el vacío, el sinsentido que nos deja despojados de anhelos, como anestesiados. Prefiero la desesperación a la impotencia, ya que la primera nos ofrece una respuesta activa”.
Javier Milei tiene 47,2 por ciento de imagen positiva y su relato todavía goza de credibilidad. Algunos referentes del campo nacional y popular proponen autocrítica, otros que hay que componer una nueva canción para estos tiempos. ¿Dónde podemos hacer pie?
Mercedes advierte que este gobierno se presenta como algo novedoso, como un impulso desenfrenado que va a cambiar completamente nuestra historia, que va a barrer las formas en las que nos educamos, en las que administramos los asuntos públicos mostrándolas como cosas de un pasado que va a ser pisado. “Esto que irrumpe como novedoso está impulsado desde LLA, el PRO, Cambiemos -que ya formulaba un cambio- y lamentablemente desde los espacios opositores. Esto se presenta como irreversible y por lo tanto debe ser aceptado y el espacio político opositor “debería” aggiornarse. Se está volviendo muy verosímil esta idea de que es necesario un cambio, algo que irrumpe y genera un nuevo momento fundacional”.
Asimismo, alerta que esta descripción de lo nuevo es un principio de lectura político que el gobierno busca instalar como algo dado, natural y no como un sentido en disputa. “Para no quedar tan afectado porque todo lo que fuimos ya no está más y todo lo que creíamos está en cuestión: la universidad pública, las luchas feministas, los instrumentos legales con los que conseguimos nuestros logros. Es importante preguntarnos: ¿De qué cambio estamos hablando? ¿De cuánta novedad se trata todo esto? ¿Cuánto tenemos que renovarnos en nuestro espacio? ¿Qué pasa con nuestras figuras históricas de nuestras militancias? ¿hay que renovarlas completamente? Es importante discutir esta idea inexorable del cambio y pensar cuánto de esto tiene que ver con la necesidad del gobierno de imponer estos diagnósticos coyunturales y cómo resistir a esto”.
¿Cómo salir del desconcierto?
Mercedes propone acudir a la sabiduría de la militancia y a la posibilidad de trazar genealogías que nos permitan ubicarnos en una serie histórica. “Recordar que esto ya lo vivimos antes, que puede ser resistido, afirmarnos en las estrategias con las que contamos: la participación en una marcha, la organización de un paro, que nos ofrece algo firme para sostener nuestra subjetividad en estos momentos descabellados. Estar con otres, reinscribirnos en lo colectivo, en lo que sí es nuestro, en las formas de vivir en democracia y de pensar con otres un posible futuro”.
Celeste considera que es importante tomar consciencia de que nos están acorralando y de que no es fácil encontrar una salida sin hacer una pausa que nos saque del aturdimiento y que nos permita un pensamiento crítico. “Tenemos que seguir discurriendo en cómo armar redes, desde la lógica de la igualdad, abierta. Desde el encuentro físico, desde los abrazos”. Retoma la propuesta del psicoanalista Fernando Ulloa que, frente a la angustia y al dolor, propone la ternura a través del abrigo, el alimento y el buen trato. Y también recupera ciertas imágenes del filósofo francés, Eric Sadin, para describir estos tiempos marcados por la abolición progresiva de todo cimiento común para dejar lugar a un hormigueo de seres esparcidos por las redes como única normativa de referencia. “Ojalá nos podamos organizar activa y colectivamente como las hormigas, que se mueven colaborativamente con un objetivo en común. Este objetivo tiene que ser claro, basado en las necesidades de los sujetos. Recuperando y ampliando lo colectivo podemos pensar en la verdadera forma de restituir lazos. Tenemos que construir un espacio, trazando un futuro, con la fuerza del deseo, de una ilusión. Sólo a partir del convencimiento de la potencia de lo comunitario podremos recuperar los vínculos y la ética”.
Por Verónica Battaglia
Foto portada: Eugenia Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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