¿Porqué exportar alimentos mientras negamos una alimentación digna al pueblo? ¿Porqué exportar energía mientras negamos una materialidad justa al pueblo? ¿Porqué exportar conocimiento mientras negamos el pensamiento del pueblo? Primer columna de Juan Martín Azerrat para reflexionar en torno a la Soberanía.
Esta columna tiene un objetivo central: recuperar el debate político sobre nuestra soberanía. El verbo “recuperar” no es caprichoso sino a conciencia. Cada uno encontrará los fundamentos del mismo pero seguramente nos encontremos en la síntesis de que hemos dejado de discutir(nos), y eso ha tenido diversas consecuencias, entre ellas, la peor derrota democrática del Peronismo en su historia. Si estas columnas conmueven a lector y lectoras a recuperar el debate sobre la Argentina y sus potencialidades físicas, espirituales y materiales, el trabajo será satisfactorio.
Trataré de retomar las líneas y discusiones de la línea nacional del pensamiento popular. Por ende, la primera definición es que no buscamos cualquier definición de soberanía y recursos naturales sino una clara y concreta: la Nacional y Popular. Entendiendo lo Nacional como aquellos elementos que hacen al quehacer de la Nación Argentina (por ejemplo, su historia, su cultura, su población, su territorio). Y entendiendo lo Popular como el trasfondo metafísico, ontológico y filosófico de estos elementos que hacen al quehacer de la Nación.
Por lo tanto, para nosotros, la soberanía se expresa en los intereses permanentes de lo Nacional y de lo Popular. Por eso estas discusiones también son permanentes y fundamentales. Pueden solaparse, esconderse u ocultarse, pero ahí están queramos o no. Podemos ocultar el proyecto hispanoamericano del General José de San Martín, pero ahí está uno de los debates fundamentales no resuelto. Así, arribamos a la segunda definición: la soberanía es un ejercicio fundamental permanente aunque en ocasiones pareciera que es un debate secundario. Grave error. Todos los debates secundarios (que en general se comercializan como primarios) devienen del debate fundamental y permanente sobre la soberanía.
Ahora bien, es evidente que si él o la lectora ha llegado hasta aquí, se preguntará ¿cómo se vincula la soberanía con los recursos? Por un lado, si consideramos los recursos de la soberanía, los entendemos de 3 tipos: físicos (la población y la delimitación territorial), materiales (la transformación de la naturaleza a través del trabajo y la energía) y espirituales (los saberes, aprendizajes y creencias de lo Popular). Por otro lado, si consideramos la soberanía de los recursos, entendemos que son la materialización de los intereses permanentes de lo Nacional y lo Popular en esos recursos físicos, materiales y espirituales.
Si lo anterior está en lo cierto, solo queda afirmar que toda política ejercida por un gobierno democrático, expresa la soberanía desde la autoridad que le confiere el voto de la población y esta política puede estar enmarcada dentro de una noción Nacional y Popular de soberanía o por el contrario puede no estarlo.
Al mismo tiempo, en algún momento empezamos a restarle importancia a la soberanía permanente y fundamental para centrarnos en la soberanía de la autoridad del voto. Dicho de otro modo, debatimos por qué no hay que dolarizar la economía en vez de debatir por qué los intereses permanentes de lo Popular se encuentran negados. Debatimos por qué hay una “derechización” (falsa y vanguardista) de la sociedad y no por qué los recursos materiales y espirituales de lo Popular se encuentran no-expresados ni representados masivamente. Recordemos, negar lo Popular es una de las formas de negar nuestra soberanía fundamental. Podemos ocultarlo, negarlo, pero ahí está.
No obstante, si nuestro interés e ideas sí están vinculadas con la soberanía fundamental y permanente, sabemos que las consecuencias de la negación de lo Popular es obvia. Y aclárese, que la negación de lo Popular es mucho más profunda que tan solo la negación material (¡por eso el Peronismo históricamente distribuye dignidad, no dinero! Podemos ocultarlo, pero ahí está…). En efecto, la gran pregunta del S XXI para Hispanoamérica[1] es ¿por qué teniendo recursos físicos, materiales y espirituales para la construcción de una soberanía Nacional y Popular esto no se expresa de manera permanente? La respuesta corta no tiene tantas vueltas: porque no hemos sabido sostener los intereses permanentes de lo Popular en primera instancia y, en segunda instancia, porque no hemos sabido sostener una perspectiva hispanoamericana permanente de lo Nacional. La respuesta larga es más compleja y es un disparador para el debate colectivo.
En efecto, si los intereses permanentes de lo Popular se expresaran en el debate sobre los recursos naturales, sería muy sencillo arribar a la conclusión de que estos recursos están a disposición para satisfacer las necesidades físicas, materiales y espirituales de lo Popular. Luego vienen los economistas a explicarnos que esto es erróneo, no obstante, no hace falta más que recordar a uno de los más grandes pensadores de lo Nacional y Popular que hemos tenido, Raúl Scalabrini Ortiz escribía “estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Sólo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la Patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros”. En el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros… Es muy sencillo, así, entender la irracionalidad de exportar alimentos mientras negamos una alimentación digna al pueblo; de exportar energía mientras negamos una materialidad justa al pueblo; de exportar conocimiento mientras negamos el pensamiento del pueblo. Ahora lo llaman “valor agregado”, sin embargo, no es otra cosa más que la negación del orden inmaterial de lo Popular. Podemos negarlo, ocultarlo, pero ahí está…
Indefectiblemente la naturaleza es parte de la soberanía fundamental. El General San Martín junto al Ejército de los Andes hizo parte a la Cordillera de los Andes de la estrategia de liberación hispanoamericana. También, el Brigadier General Juan Manuel de Rosas hizo parte a la Vuelta de Obligado del río Paraná en la defensa exitosa ante de la flota más poderosa del mundo (anglofrancesa). Hemos construido obras de ingeniería únicas en su tiempo convirtiendo la naturaleza en energía disponible (como el Complejo Hidroeléctrico de Río Grande o las Centrales Nucleares de Atucha I y II).
En algún momento, empezamos a negar lo Nacional (hispanoamericano) y, sobre todo, lo Popular en nuestra noción sobre la naturaleza y la convertimos como muchas de las demás cosas en un mero orden material. Empezamos a pensar a la naturaleza en equivalente a dólares y nos olvidamos que los recursos físicos, materiales y espirituales indefectiblemente tienen dos objetivos principales, la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria (hispanoamericana). Como esto no sucedió, se consolidó la Negación del Pensamiento Popular:
Ante todo la crisis no es del pueblo, sino que es nuestra, o mejor, de los sectores medios. Estos se aferran al poder, y al hacer esto pierden el sentido de la convivencia” decía Rodolfo Kusch.
Venimos hace años sosteniendo que son las organizaciones libres del pueblo con la orientación estratégica del Estado, como sostenía el General Perón, las que deben definir el uso y destino de los recursos y de la soberanía. La única herramienta que poseemos para tal acción es la convocatoria de un Congreso Nacional de la Productividad y el Bienestar Socioambiental que sea permanente, con carácter resolutivo y que exprese los intereses de las organizaciones libres del pueblo. Es decir, hacer lo que ya hicimos exitosamente.
Frente a esta situación, hemos decidido dar el debate o al menos, haremos el intento.
Por Juan Martín Azerrat (politólogo, becario doctoral CONICET y se encuentra finalizando su Doctorado de Ciencia Política en la Universidad Nacional de San Martín)
Coopearativa de Comunicación Popular Al Margen
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