¿Qué piensan sobre la consolidación de la desigualdad y sobre sí mismas? Entrevistamos a Paula Bistagnino, autora del capítulo argentino de un libro sobre las élites latinoamericanas.
Paula Bistagnino investigó sobre las élites argentinas. Es decir, sobre la evolución de la dirigencia empresaria, política y cultural. Entrevistó a algunos de sus referentes, como Federico Pinedo, Ana Castellani, Andrea Grobocopatel, Ernesto Semán. Y escribió luego el capítulo argentino del libro “Élites sin destino”, un especial periodístico editado por la Fundación FES con 17 historias que intentan explicar la realidad latinoamericana. En especial, los pensares, sentires y prácticas en relación a la desigualdad social, nunca tan grande en la región y el mundo.
Bistagnino es periodista, editora de Letra P, hacedora de una laboriosa y reconocida investigación acerca del Opus Dei. Junto a Flavia Fiorio ofreció una charla en el Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo NAVE realizado semanas atrás en Bariloche, sobre cómo narrar, justamente, a las élites y juventudes de la Argentina.
– ¿Qué tienen en común y en qué se diferencian las élites argentinas de las latinoamericanas?
– Una particularidad de la élite política argentina fue su conformación plebeya a partir del peronismo. Pero esa élite política no tiene acceso a la élite económica, que sí tiene más que ver con las élites latinoamericanas. Las élites económicas están mayormente ligadas a los dueños de la tierra, apropiada muchas veces a través de su posición como familias patricias o de sus vínculos con el Estado. En este nuevo siglo, esas élites económicas tuvieron ciertamente algún tipo de transformación, pero en líneas generales mantuvieron el poder económico y la hegemonía en el modelo cultural, que mira a Europa.
– Hay una pregunta que sobrevuela el capítulo argentino que escribiste: ¿La élite económica argentina saca sus ganancias del país y por eso el país no tiene rumbo, o el país no tiene rumbo y por eso la élite económica saca sus ganancias del país?
– La Argentina está a la cabeza en la región del ranking de personas que sacan sus dineros al exterior. ¿En qué momento empezó a pasar esto? Es una pregunta para tratar de entender si fue primero el huevo o la gallina. Lo cierto es que las dos cosas suceden.
– Todos los entrevistados en el capítulo argentino, incluso Federico Pinedo y Andrea Grobocopatel, rescatan el rol interventor del Estado. Lo paradójico es que ese Estado benefactor e igualador de oportunidades es cada vez más chico.
– Es interesante, porque uno espera otras respuestas de esas voces. Entre otras cosas, porque con el corrimiento a la derecha que vivimos hoy en política uno tiende a creer que de un lado está el peronismo pensando en que el rol del Estado tiene esa tarea y que los discursos de derecha atacan al Estado. Eso te juega una mala pasada, no toda la gente que representa a la derecha, como Federico Pinedo, ataca al Estado. Ocurre que estamos rodeados de discursos cortos, efectistas, tribuneros. Él se define peronista, integra otra camada de políticos formados de otra manera, no es tan simplista y sus argumentos no carecen de sustento. De todos modos, lo que se desprende de Pinedo y Andrea Grobocopatel es un discurso en el que el Estado tiene que tener un rol, bañado por esa idea de la meritocracia: esto de que el Estado tiene que darle al que se lo merece, que la gente tiene que esforzarse, que el Estado no tiene que regalar. Una especie de tutelaje de las clases populares. Te doy esto, pero tenés que hacer todo lo otro para dártelo. No como un derecho a la igualdad que es algo que discute la economía popular. Como si ellos no usaran las rutas, la educación, la seguridad que ofrece el Estado. Como si otros no pagaran impuestos.
– La precariedad laboral y la desigualdad son expresiones de una Argentina latinoamericanizada en términos materiales. ¿Cómo operan las élites?
– No veo a las élites luchando contra eso. Nadie va a decir que no añora esa Argentina de clase media, lo que no significa que están trabajando para que eso no suceda. Hasta qué punto querés que algunas cosas sucedan, pero cuando eso implica poner algo de tu parte se terminan las ganas de que eso suceda. No hay en la Argentina un núcleo de millonarios que digan “che, tenemos que aportar algo porque el mundo no puede seguir funcionando así”, aún por conveniencia propia.
– ¿La creciente desigualdad material expresa una pérdida de influencia de esa élite política plebeya, presente también en resortes culturales?
– Cuando la agenda se corre a la derecha, suele pasar que los debates se corren a la derecha. En las intenciones de reformar la sociedad, primero se impone una agenda y luego se debate sobre eso. Te pongo el ejemplo del aborto: ahora no podés dar la discusión que seguía a la ley de aborto, porque ahora hay que luchar por mantener ese derecho. Hay momentos políticos con agua en la pileta y otros momentos en que no hay agua. No soy muy optimista en esta etapa del sistema capitalista, pero tampoco quiero pensar que esa tradición argentina de élites que forjaron derechos sociales se perdió.
Por Pablo Bassi
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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