Hoy comienza el acampe para resistir al desalojo de la lof Carrilaufquen. La comunidad pide a la gente Mapuche y no Mapuche que la acompañen, hasta tanto se construya una mesa de diálogo para resolver el conflicto sin que nadie más salga lastimado.
La comunidad Carrilaufquen montó el acampe -que durará todo el fin de semana- a las afueras del pueblo de Ingeniero Jacobacci, cerca del aeródromo abandonado, en la primera tranquera que lleva al territorio. El viernes pasado se intentó desalojar a las mujeres que nacieron y crecieron en esas mesetas altas de la estepa. Ante el atropello de las fuerzas de la policía, María Antual accedió a ser trasladada a la comisaría para una mediación que nunca se realizó y luego le prohibieron volver. Natividad Antual permanece sola en el territorio, en un galpón viejo, a pocos metros de lo que queda de la casa de su abuelo. “Nadie me va a sacar de acá” -dice con una convicción enraizada en ese suelo árido y resquebrajado. Sus familiares quieren saber cómo está, Natividad sufre de presión alta, pero los uniformados que sitiaron la entrada no les permiten verla.
El pueblo Mapuche acampa para hacerse oír. La justicia es una máquina sorda que no escucha los reclamos de los pueblos originarios, que no atiende el derecho indígena, que no comprende otro modo de relacionarse con la tierra que no sea pensarla como un bien que se puede comprar o vender. El modo comunitario de vida establece que la tierra es inajenable. “El desalojo de los pueblos originarios no puede ser un acto de Justicia –dice Orlando Carriqueo, portavoz del Parlamento del Pueblo Mapuche Tehuelche-. El caso de la comunidad Antual-Albornoz, se replica en muchas otras comunidades de la provincia. La justicia sigue pensando el conflicto en términos de la ley occidental, como si se tratara de dos privados”.
Dentro de la comunidad Carrilaufquen existen cinco lof que habitan una zona de arbustos espinosos y lagunas secas -que hace cinco años desaparecieron-. Los carteles en la ruta 23 todavía indican este sitio como un punto turístico para la pesca y el camping. Ahora la laguna grande y la chica no son más que una mancha amarilla de pastizal duro. En el valle donde está la comunidad pasa el único arroyo donde sus animales pueden pastar y beber. “Lo único que pido –dice María– es que me dejen criar a mis chivas, vivir tranquila en el lugar donde nací y trabajar dignamente”. Antes, en el pueblo de casas bajas -donde la única construcción importante es la estación de tren con solo dos servicios semanales-, María trabajaba en negro, con una paga que nunca alcanzaba. Ahora, lleva a pastar a sus chivas hasta la planicie alta, allí arriba comen la chaucha del algarrobo, un arbusto intrincado de frutos negros. Esquila a su lana y vende las crías.
Esta comunidad presentó una denuncia contra el gobierno de Rio Negro. La comisión investigadora de tierras recibió la acusación -hace ocho años- y todavía la causa está sin resolver. En 2007 el gobierno de Río Negro vendió tierras fiscales a un empresario de Zapala a 1 peso la hectárea (9787 hectáreas a 9344.90. pesos). Parte de esa meseta había sido recuperada por la comunidad Antual Albornoz en el 2003, cuando se reasentaron en el territorio después de haber sido corridos a zonas más altas.
La comunidad Carrilaufquen está en el listado de relevamiento territorial, pero esta ley no se aplica. “En primer lugar se debería haber relevado el territorio, éste debería haber sido el primer paso para resolver el conflicto, mucho antes que el desalojo” -dice el portavoz del Parlamento Mapuche Tehuelche.
Desde el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y la Coordinadora del Parlamento Mapuche se solicita la conformación de una mesa de diálogo para encauzar esta problemática y evitar así el derrame compulsivo de la fuerza.
Por Verónica Battaglia
Foto portada: Carolina Blumenkranc
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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