El hecho de violencia ocurrido semanas atrás en el barrio Nahuel Hue que le costó la vida a una adolescente de 15 años volvió a evidenciar que la ingesta de alcohol y otras sustancias está más extendido de lo que imaginamos. El consumo problemático tiene una función para las juventudes de nuestra ciudad. Para que esa función se debilite es necesario que disputemos su primacía de forma comunitaria.
Paula Hofer es integrante del equipo de Sedronar Bariloche (secretaría de políticas integrales sobre drogas de la nación) y del consejo local de adicciones. “El consumo de alcohol con pastillas es un problema en Bariloche es un problema que se vuelve más grave porque está naturalizado” Dice.
Si antes el consumo de sustancias era una forma de contracultura, ahora es un modo de adaptarse socialmente a la lógica del mercado. Comprando alcohol, sustancias o productos que nos venden las pantallas: existo, formo parte de la sociedad de consumo. Se trata de una satisfacción inmediata e individual a mis necesidades.
“Muchas veces el consumo problemático funciona como una medicación precaria. Es una manera de tapar faltas, para no sentir un montón de cosas, porque no sabe cómo tramitar el dolor o el enojo.” Agrega.
Hay juventudes que -bajo el mandato del éxito y el bienestar inmediato- no encuentran un lugar donde reconocerse, ni pares con quienes armar lazos. El capital simbólico para disputar ese mandato no es el mismo para todos y todas. Algunxs resuelven reemplazando sus vínculos por el alcohol o las pastillas. Es necesario dejar en claro que no todo consumo es problemático, ni todo consumo problemático es adicción.
-Hay que pensar qué lugar ocupa el consumo en la vida de ese chico o chica -dice la sicóloga-. Si es un uso recreativo o compulsivo. Para desarticular ciertas posturas estigmatizantes es necesario hacerse preguntas concretas: ¿quién es?, ¿con quién consume?, ¿en qué esquina? Correrse de las generalizaciones que caricaturizan y observar a ese pibe o piba que tiene un nombre y una historia.
Mirar y escuchar de una forma desprejuiciada son dos modos clave de acercarse a esta situación compleja. Se suele pensar que esto es un tema para especialistas (agentes de la justicia, expertos en toxicología, médicos o sicólogos), sin embargo el compromiso del no especialista (el vecino, la profesora, el entrenador de fútbol, el compañero de la murga) puede ayudar mucho en el entramado de una red de cuidado.
“A veces, un profesor o una profesora ve que un estudiante viene con indicios de haber consumido -dice Paula– y la primera reacción es sacarlo de la clase. Esto es contraproducente. En lugar de dejarlo solo, mirarlo a los ojos y preguntarle qué le pasa, ofrecer su ayuda. Si la chica o chico viene así a la escuela es evidente que le está mostrando a alguien que está consumiendo.
El discurso punitivo o los programas que informan los peligros del consumo no tuvieron buenos resultados. La inclusión es la herramienta preventiva más importante. Alojar a ese chico o chica en espacios que favorezcan el encuentro y capacitar al adulto a cargo.”
-Incluir a las juventudes -dice la sicóloga-, pero no a cualquier costo. Estudiar cada caso en particular.
“Es crucial desmarcar a los jóvenes, corrernos nosotrxs de las intervenciones más tradicionales, del rol de regulador propio de las instituciones. Los y las pibas ya vienen marcados social e históricamente por una mirada estigmatizadora. Están marcados para ciertos trabajos, a circular en determinados lugares, en el personaje del marginado. ¿Cómo se constituye un pibe que ya tiene el signo interiorizado de la exclusión? Intentamos que esa marca no se cristalice” argumenta Paula.
Generar oportunidades, restituir derechos se vuelve cuesta arriba cuando las condiciones materiales no están dadas.
La ley de salud mental establece que las adicciones son cuestiones de salud mental y deben ser abordadas en los hospitales públicos. Muchas veces el hospital se encuentra desbordado de pacientes y con especialistas sobrecargados de trabajo.
El desafío más grande consiste en priorizar las políticas públicas que se llevan a cabo en el territorio con una lógica que enlace puntos de encuentros entre los diferentes actores y que permanezca más allá de las situaciones de emergencias.
Instituciones que trabajan con la problemática en Bariloche:
Línea 141 – línea nacional de contención y orientación (24 horas)
DIAT Sedronar Bariloche +54 9 2944 62-3940 (9 a 17 horas)
DIAT Territorio 9 +54 9 2944 61-7176 (9 a 17 horas)
Centro de Prevención de Adicciones de Bariloche: 0294 443-6615
Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS): Territorio 10 (Caps Virgen Misionera) y territorio 1 (Caps San Francisco y Caps Habana)
Vientos de Libertad Bariloche: Trochita Patagónica 867 Nahuel Hue (lunes a viernes de 10 a 17:30 horas)
APASA (Agencia para la Prevención y Asistencia en Adicciones): 02920 15201145
Por Verónica Battaglia
Foto portada: Juanka y Lulo (taller de fotografía el semillero)
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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