Corrientes se quema. Entre el 9 y el 10% de su superficie ya fue arrasado por el fuego. En medio de una crisis ambiental, política y económica, una colecta solidaria para combatir los incendios realizada por un influencer puso en debate el rol de Estado y reavivó nuevamente el discurso anti política.
El cambio climático ya no es una predicción a largo plazo. Inundaciones, temperaturas extremas, sequias e incendios ya parecen ser parte de la cotidianidad con la que nosotrxs y nuestras futuras generaciones tendremos que convivir.
Una captura de pantalla publicada en redes de Santiago Maratea muestra algo más de 100 millones de pesos. No hace falta aclaración. Sus seguidores lo entienden. Objetivo cumplido. Pero no es una más de las tantas colectas y recaudaciones que hacen organizaciones sociales, ONGS, instituciones para diferentes causas todos los años, gracias a la cultura caritativa y solidaria que tiene la Argentina. Esta campaña solidaria es diferente, se convirtió en trending topic. En pocas horas es tendencia, se viraliza en redes y en medios. Políticos, periodistas, gente de los medios hablan de esta recaudación como la hazaña del año y al influencer como el héroe que lo hizo posible.
Los miles de comentarios en las redes van desde que Santi hizo en dos horas lo que no hizo el Estado en toda su historia hasta que habría que darle el ministerio de economía o que si en Argentina hubiera muchos “Santis” seriamos Dinamarca.
Federico Spitznagel director ejecutivo de la agencia de comunicaciones Feedback afirma “Este fenómeno habla de la necesidad que tenemos de tener héroes, de tener modelos, gente especial. Y cuando aparece alguien que parece serlo, nos vamos atrás de esa persona y entonces trasciende mucho, (…) lleva mucho tiempo y a veces características que son muy personales y que se dan, incluso sin saber cómo. Hoy hay, imagino cientos de instituciones en Argentina que todas tienen la misma buena voluntad, que son igual de honestas, transparentes y bienintencionadas pero no logran el impacto que logra él y concluyó: Eso habla del poder de la redes”
Algunos de las manifestaciones a favor de esta acción son irónicas e irrisorias pero no dejan de tener un trasfondo anti-político e individualista. A su vez se criticó a la militancia por acomodaticias, a las organizaciones por lentas y a las ONGS por no saber claramente donde van el origen de sus colectas.
Rebelión 2.0
Más allá de las ineficiencias o desmanejo que un determinado gobierno pueda tener sobre un ministerio o de la gestión general del Estado; ¿Quiénes capitalizan este discurso, quienes se llevan toda esta agua a su molino, a quienes le conviene que no se crea en la política y ni en una sociedad organizada y participativa?
En Infobae la periodista Cristina Pérez titula: “ Santi Maratea volvió a desnudar la ineficiencia del Estado Argentino” otro periodista afirma que: “esta recaudación muestra que ya no hace falta tomar la calle cuando una parte de la sociedad empodera las herramientas digitales para manifestarse ;que para llevar adelante una acción pragmática no hace falta el eterno debate ideológico, ni afiliarse a un partido u organización, sino que con solo estar de ánimo y hacer unos clics desde la computadora realizamos una revancha al sistema y un guiño a la rebelión 2.0”
Hace unos días el Bloque de Javier Milei en la Legislatura porteña presentó su primer proyecto de ley, que pretende prohibir las manifestaciones. Este bloque llegó a la Legislatura de la mano de un profundo discurso anti político y pro mercado. Milei entre otros elogios a Maratea dijo: “Tenés el desastre en corrientes y un chico, que maneja redes sociales termina siendo más eficiente que el Estado nacional y provincial,”.
¿Qué hay de real en estas afirmaciones, más allá de lo emocional, la falta de credibilidad en las instituciones y en la necesidad de soluciones mágicas? ¿Podemos cambiar el mundo de forma individual con un par de clics en el teléfono? ¿Esto puede ser más eficiente que el Estado y una sociedad organizada?
Hacer política
Para detener el cambio climático, por poner un ejemplo, y todas las consecuencias que esto conlleva hace falta mucho más que recaudar dinero. Hace falta organizarse, juntarse, hacer política y esto es proponer proyectos, leyes, horas de militancia y territorio. Muchas organizaciones ambientalistas luchan hace varios años para hacerse oír. La Ley de Humedales es un ejemplo, cajoneada por tercera vez en el Congreso. ¿Dónde es sino en las calles donde los ambientalistas, las organizaciones presionan para que esta Ley se sancione? ¿Dónde y cómo fue que las mujeres logramos que se despenalice el aborto en Argentina? Con unión, organización colectiva y en la calle.
La eficiencia del Estado radica en la aplicación de políticas públicas, de su gestión, ejecución y distribución de fondos y la recaudación de los mismos. De donde salgan y se distribuyan esos fondos dependerá de la ideología del gobierno de turno y por supuesto de a quien votemos. Nuestra participación activa en una democracia tiene que estar volcada en estar informados, participar y presionar para que se implementen políticas públicas y leyes que generen cambios estructurales y profundos.
El modelo de rebelión 2.0 no es suficiente para cambiar ninguna coyuntura. Quedarnos solo en eso y pensar que es la solución le conviene al libre mercado, a un modelo de país desigual donde la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande. Le sirve a un modelo de país donde el descreimiento de la política y sus herramientas para cambiar el statu quo sean tan bastardeadas que el Estado se achique tanto de forma tal, que no intervenga en ninguna regulación y se transforme es un mero instrumento para perpetuar injusticia y desigualdad social.
La participación es la salida, hacer política en los barrios, en las organizaciones y en los territorios. Exigir al Estado que regule, distribuya y genere políticas públicas para lograr una Argentina más justa sin destrucción de nuestro territorio y medio ambiente.
Hagamos un clic coco a codo en la calles y en la lucha colectiva. Ahí nos vemos.
Por Irene Rassetto
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen