El desarrollo de la apicultura se despliega en un espiral que va mucho más allá de la cosecha de miel y otros productos que derivan de la colmena, como polen y propóleos. El círculo virtuoso que ejercen las abejas en el ambiente es conocido desde la antigüedad, por eso, el impulso de la actividad con una dirección consciente de estas bondades propias de la naturaleza multiplica los beneficios de esa comunión de la comunidad con el entorno.
“Las abejas a través de la polinización contribuyen a la reproducción de las plantas y todos los beneficios que estas nos dan a los seres humanos, desde la cosecha de semillas y frutos, pero también fomentando otros servicios, como es la provisión de oxigeno o la protección de las cuencas”, dice Lucas Garibaldi, director del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Río Negro y CONICET (IRNAD / UNRN-CONICET); quien trabaja desde hace largos años con las abejas: “Empecé en el secundario a hacer cursos en la Asociación Argentina de Apicultores, después estudié agronomía y me dedique más a la agroecologia, trabajando mucho en lo que es la polinización, es decir en el vinculo entre las abejas y las plantas”, cuenta. En este sentido, explica, la polinización, la apicultura y la agroecologia tienen un vínculo muy fuerte: “La apicultura en particular es un componente muy importante para la agricultura familiar. Tener colmenas contribuye a la polinización de los cultivos de la huerta, pero además contribuye con la diversificación de actividades de las productoras y productores, es como una primer o segunda fuente de ingresos bastante interesante”.
Una escuela viva
Lo cierto es que el desarrollo de la apicultura constituye un área importante para el desarrollo local y regional, que además cuenta con la ventaja de no necesitar grandes inversiones al comienzo, como sucede en otras actividades productivas, aunque sí requiere conocimiento en el manejo y tiempo de dedicación y trabajo. De magia, nada.
En ese camino, Garibaldi destaca el trabajo que llevan adelante con el sector agropecuario, con cooperativas, productores agroecológicos y familiares. “Desde la universidad y el CONICET planteamos que en vez de que haya una chacra experimental revisada por técnicos de la universidad -donde va la gente y mira y en teoría aprende y el conocimiento es unidireccional desde la universidad hacia el resto de la sociedad- que estas chacras experimentales educativas sean las mismas chacras de los productores”.
Es el caso de del emprendimiento apiario que comenzó a desarrollarse en Tripay Antu, espacio donde se trabaja con cultivos agroecológicos, funcionando también como punto de distribución de verduras que llegan desde la Fundación Cultivo Ecológico de El Bolsón. Allí, cuenta el apicultor Patricio Casón, quien también trabaja en el desarrollo de plantas nativas, decidieron comenzar la experiencia para aportar a la agroecologia y la diversificación. Llegaron así en octubre pasado las primeras diez colmenas que se gestionaron a través del IRNAD. “La idea es aprovechar la chacra para que sea un lugar experimental y educativo, que fomente la apicultura. Para mantenerlas las trabajamos nosotros, la producimos, sacamos la miel, propóleos, cera y las mantenemos”, relata.
Tuvieron así la primera cosecha en diciembre y esperan otra en marzo. “No buscamos sacarles súper productividad, es más que nada un manejo más orgánico, amigable con las abejas, no tan extractivo. También lo pensamos como servicio de polinización para los cultivos y la flora nativa. La idea es el doble propósito de tener las abejas con una producción y que aparte brinden un servicio fundamental como es la polinización”.
“No solo hay un proyecto vinculado con colmenas, sino también experiencias asociadas a la conservación y mejor uso del suelo, proyectos vinculados con el desarrollo de frutales nativos, con la promoción de la biodiversidad, proyectos educativos, estamos trabajando muchas cosas en común”, completa por su parte Garibaldi. “Nos parece algo muy interesante, efectivo y enriquecedor. Son además puntos donde la gente va y se conecta con los productores, pero también con las organizaciones y la universidad que está realizando cosas en el territorio. Pueden así ver algunos de los proyectos y cómo también eso contribuye con el bienestar de las personas”, dice y describe todo un mundo de oportunidades para explorar al unir la agricultura y la apicultura para crear sinergias. “Muchas veces los apicultores y apicultoras tienen una impresión negativa de la agricultura, porque es una agricultura de tipo industrial que de alguna manera destruye el hábitat para las abejas, cuando deberían ser mejores amigos”.
En este sentido, con más de 20 años de trabajo vinculado a la agroecologia, Garibaldi señala que cada vez hay más ejemplos positivos de prácticas de base agroecológicas: establecimientos que funcionan, que son rentables, interesantes, atractivos, aunque todavía la taza de destrucción -la cantidad de hectáreas que se erosionan, desforestan y degradan- es mayor a la cantidad de hectáreas que se empiezan a realizar una agronomía más regenerativa. Pero el camino ya se transita y es alentador.
“Trabajamos mucho en la transición hacia la agroecologia y en los procesos. Cuando uno va a la realidad está llena de grises. No hay alguien que es perfecto y otro que hace todo mal. Es un proceso que hay que enfatizar año a año, ir mejorando. Cuando te dicen que estás en un modelo o en otro te encasillan y no ves la posibilidad de cambiar y mejorar. Por eso, trabajamos en procesos inclusivos”, concluye Garibaldi quien actualmente dirige un proyecto interinstitucional en agroecologia a nivel nacional que fue presentado por 11 instituciones y escrito por unas cien personas. La idea es que siga creciendo a fin de formar un centro interinstitucional de agroecologia en Argentina, desde el ámbito científico en interacción con otros sectores. “Empieza este año y se va a trabajar en red en toda la Argentina”, adelanta y destaca el empuje a nivel nacional para trabajar con una red de ensayos en todo el país que permita analizar las barreras en esta transición hacia la implementación de la agroecologia.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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