El reciente anuncio que hizo el Gobierno argentino sobre la inversión que realizará la empresa australiana Fortescue Metal Group para producir hidrógeno verde produjo una gran expectativa en tanto a nivel nacional como en la provincia. No solo se trata de una inversión de gran magnitud y un aporte de dólares para un país que los necesita, sino también la creación de 15 mil puestos de trabajo directos y 50 mil puestos indirectos.
Pero también colocaría a la Argentina en la cresta de la ola de las tecnologías candidatas a ser claves en la transición energética para mitigar el cambio climático. Ante tamaña novedad siempre conviene tomarse un tiempo para reflexionar e informarse y no caer en la tentación de entusiasmarse acríticamente o de alarmarse sin fundamento.
Como solemos destacar en esta columna, debemos intentar evaluar qué posibilidades tiene el país para mejorar su situación social, económica y ambiental, dadas sus capacidades y limitaciones políticas, sociales, tecnológicas y económicas. La deuda externa dejada por Juntos por el Cambio, especialmente la parte con el FMI (que son los países poderosos) es lo que más encorseta al Gobierno nacional en lo que puede y no puede hacer, más allá de sus virtudes y defectos.
Uno puede soñar con la idea de desconocer esa deuda, por injusta, ilegal, ilegitima y tantos etc. Pero en el mundo real es que eso se vuelve imposible, porque las consecuencias van desde un golpe de mercado (como el que ya se viene anunciando), hasta los golpes clásicos (como en Bolivia y Honduras), bloqueos económicos/militares como los que sufren Cuba y Venezuela o una lisa y llana invasión como han sufrido los pases de oriente o también en algunos de nuestros países vecinos en el pasado. Ante esta deuda acuciante y una crisis social y económica profundizada por la pandemia, un anuncio como el de la empresa Fortescue es como agua en el desierto. Ahora bien, se puede pensar en el eterno peligro de recibir migajas a cambio de lo que se llevan. Entonces lo recomendable es empezar a entender de qué se trata la cuestión e interpretar que condiciones el proyecto puede ser conveniente o no para el desarrollo del país y la región.
En la entrevista reciente para Al Margen, Alberto Baruj, vicepresidente de la CNEA explicó El “hidrógeno es uno solo, la diferencia de tipo es cómo lo producís. En el caso del verde, la energía necesaria proviene de fuentes renovables (eólica, solar, hídrica). En el rosa, el origen es de fuente nuclear, que también es una manera limpia de producir energía, porque la producción nuclear limpia todos sus residuos. Ahora, cuando se produce hidrógeno a partir de hidrocarburos, el residuo resultante es dióxido de carbono, uno de los causantes del efecto invernadero”. En este caso, el proyecto propone que la fuente de energía para producir el hidrogeno mediante el proceso conocido como electrolisis del agua (separar el hidrogeno del oxígeno) serán los vientos patagónicos de Sierra grande. Entonces cabría preguntarse de donde saldrá el agua, que si fuera dulce sería una exportación indirecta de un bien natural que no sobra en la región y el mundo. Todo indica por el emplazamiento elegido, Sierra Grande, que la fuente de agua será el mar, pero no se conocen aún los detalles. El proceso de electrolisis precisa de fuente de agua dulce o desalinizada, con lo cual hay que estar atentos a cuando se conozcan esos detalles. Siempre, siempre hay que tener en cuenta que ninguna fuente de energía es inocua, como tampoco lo es ninguna actividad humana.
Así los molinos de viento, sin entrar en la afectación que pueden producir algunas aves, precisan para su construcción y baterías de lo que provee la minería metalífera. Entonces volvemos al debate de la necesidad de debatir como se hace para desarrollar esa actividad y su agregado de valor en nuestro territorio con el menor impacto ambiental y social posible y potenciando sus beneficios. Entonces, allí tenemos un par de aspectos para ir estando alertas. Otro aspecto a tener en cuenta es que el país tiene proyectos de desarrollo de la tecnología del hidrogeno verde. Como indica Baruj: “hace mucho que en la CoNEA, en el Conicet, en el Instituto Balseiro y en otros organismos de Ciencia y Técnica se está trabajando el desarrollo de este tipo de proyectos. IMPSA e INVAP, por ejemplo, encararon el desarrollo de aerogeneradores; hay un grupo de 70 empresas en la Argentina que tienen que ver con este desarrollo industrial; nosotros en el Centro Atómico trabajamos en el desarrollo de materiales para almacenar hidrógeno o separar el hidrógeno del agua (celdas de combustible). Lo que no tenemos, son equipos de ese tipo a escala industrial. Estamos recién en etapa de investigación, de aplicación, de cierta escala en plantas piloto. El hidrógeno sirve para almacenar y transportar energía y, por otro lado, como insumo para la industria. Para el primer caso, no tenemos infraestructura. Entiendo, entonces, que buena parte de lo que se produce es para su exportación. Lo que resulta interesante, teniendo en cuenta que nuestra disponibilidad de divisas es siempre un problema, sobre todo si encaramos proyectos de desarrollo industrial”. Entonces la clave que indica Baruj está en la posibilidad de transferencia tecnológica, más allá de la necesaria entrada de dólares a nuestra economía. Es decir, que el país pueda a partir de un proyecto de tal magnitud, adquirir los conocimientos para poder dar los pasos que faltan para el manejo soberano de esta tecnología de punta. En este sentido, Diego Hurtado en diálogo con “221 Radio¨ declaró que “Son pocos países que desarrollan el hidrógeno verde, es tecnología importada que tenemos que utilizar para aprender. Podemos generar puestos de trabajo, empresas; a partir de esta inversión inicial”. A lo que agregó”Esta inversión en la provincia de Río Negro dónde se encuentra el Instituto Balseiro, el Centro Atómico Bariloche, dónde nació la empresa INVAP, donde hay un ecosistema de pymes tecnológicas, en un momento dónde se plantea ir abandonando matrices energéticas basadas en hidrocarburos para ir transicionando a energías limpias es un punto trascendente para el país”, dijo Hurtado y manifestó que Argentina posee “capacidades científico-tecnológicas para aportar a la transición y los mejores vientos de la Patagonia para producir energía eólica”.
Con todo esto entonces cabe preguntarse cómo se garantiza que un proyecto como el anunciado se mantenga en el rumbo de maximizar los beneficios sociales, económicos, tecnológicos y ambientales para la región, disminuyendo sus aspectos negativos. La respuesta es que la única forma de garantizar ese rumbo es política. Más allá de la militancia y lucha cívica ambiental, se precisa de funcionarios públicos que procuren a lo largo del desarrollo del proyecto la mayor defensa posible del interés nacional, es decir de nuestro pueblo. La clave está en la palabra “posible”, es decir en se puede discutir y que no, en que se puede ceder y en que no. Y para muestra tenemos la reciente fallida instalación de la V central nuclear de la Argentina en Rio Negro. El gobierno de CFK había obtenido el financiamiento para dos centrales nucleares, cediendo en que una fuera tecnología china a paquete cerrado, pero la otra con transferencia tecnológica para potenciar el conocimiento científico tecnológico con el que ya cuenta el país. El gobierno de Cambiemos destrozó ese acuerdo y usó como excusa el fracaso de la instalación de la central en Rio Negro para desfinanciar todos los proyectos de desarrollo tecnológico soberano de la CNEA. El gobierno de Rio Negro, de JSRN, fue cambiando de postura de acuerdo a como volaban los vientos electorales, sin tener en cuenta las capacidades tecnológicas de la propia provincia que se desprestigiaban con ese fracaso (INVAP).
Una parte del ambientalismo y de los referentes nacionales y populares de la provincia militó contra la instalación de la central nuclear sin consultar lo suficiente a las capacidades científicas tecnológicas nacionales instaladas en la provincia ni dimensionando quizás del todo lo que implicaba para las mismas, y la sociedad toda, el fracaso de dicho proyecto.
Volviendo al proyecto que nos ocupa hoy, el del Hidrógeno verde en Sierra grande, sería bueno que se tomara como un proyecto estratégico para el desarrollo nacional desde los sectores políticos y sociales que apuestan a un país más justo y solidario y convertirse así en custodios de que este proyecto se mantenga en ese rumbo. Cabe preguntarse sino ¿Cuánto tiempo tardará JSRN en pasar del embelesamiento con el proyecto de hidrógeno verde para potenciar el desarrollo provincial (como lo hicieron esta semana usándolo a pleno en su campaña) a desbarrancarlo para negocios de amigos, si cambia el viento político, como hicieron con la V Central? ¿Cuánto tardaría Juntos por el cambio en transformar el proyecto en negociados familiares o con “amigos” como hizo Macri con los parques eólicos?, ¿O Morales con el Litio, o los estafadores de Vicentín o tantos otros?
Queda entonces el desafío desde el campo nacional y popular, además de exigir que se sepan los detalles claves, que esas claves direccionen el proyecto hacia la mayor defensa de los intereses del pueblo y que ese rumbo se conserve a lo largo del proyecto.
Por Manu De Paz
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí informándote en Al Margen: