Laura Kropff es Doctora en Antropología y docente. Participó junto a otras personas del libro “La tierra de los otros; La dimensión territorial del genocidio indígena en Río Negro y sus efectos en el presente”. En esta nota, conversamos con ella sobre la relación del Estado Argentino con los pueblos indígenas preexistentes.
-¿Qué análisis se puede hacer de lo que ocurre posteriormente a las instancias de diálogo entre los pueblos originarios y el Estado argentino?
Es una pregunta abstracta no puedo responder lo que ocurre o deja de ocurrir uno lo que puede intentar es pensar en los procesos concretos, en algunas situaciones concretas en las que se proponen situaciones de diálogo. Si nos vamos a lo histórico una de las posiciones más activas que tuvo el pueblo mapuche en su diálogo con el Estado, en conjunto con el resto de las organizaciones indígenas del país, fue todo el lobby que se hizo en la década del 90 para lograr la reforma de la Constitución Nacional y el reconocimiento de los derechos indígenas. Entonces, lo que tenemos después de ese enorme esfuerzo de diálogo, formal e informal por distintas vías, es una Constitución que reconoce la pre-existencia étnica y cultural de los pueblos indígenas.
Eso también se plasma en distintas legislaciones que tenemos a nivel nacional, provincial y también municipal. Ninguno de esos reconocimientos jurídicos que hoy forman parte de la constitución del Estado como tal se logró por fuera de este esfuerzo de diálogo que las comunidades y las organizaciones le han propuesto. Ahora, lo que tenemos como resultado de ese diálogo es un corpus de legislación que luego hay que lograr que el Poder Judicial efectivamente aplique y que las políticas del Poder Ejecutivo se orienten a cumplir.
Eso lleva a nuevas instancias de negociación y a nuevas instancias de discusión y de diálogo. Para pensar que ocurre en el después hay que pensar en un diálogo que haya concluido, y en realidad es una situación de intercambio y conversación permanente en espacios formales o informales de muy distintas índole. Lo más material que se me ocurre pensar al respecto tiene que ver con esos efectos concretos.
-¿Se puede pensar que los conflictos por el territorio que se viven en nuestra región están fundados en el racismo?
Los conflictos territoriales que tienen que ver con la precariedad en la tenencia de la tierra de las comunidades mapuche tienen que ver con la constitución misma del Estado Nacional hacia fines del Siglo XIX. Tiene que ver con un evento estructurante de las relaciones sociales que es el genocidio de los pueblos pre-existentes al Estado Nación. Ese genocidio se expresa a través de construir otro peligroso, aplicar sobre ese otro peligroso la violencia directa por ser lo que es y finalmente, una tercera operación que es la violencia simbólica, que es negar que ese genocidio existió, oscurecer ese proceso y construir un sentido común sobre la base de sus efectos sin cuestionarlo.
Es como si Hitler hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial, nadie sabría cual habría sido el destino del pueblo judío, nadie creería que lo que les ocurrió realmente ocurrió. Entonces, a partir de estos nosotros tenemos que entender que la sociedad en la que todos y todas vivimos es una sociedad racista. Y no es que hay algunos individuos que son racistas, el sentido común es racista. Todos y todas somos racistas. De lo que se trata es de explicitar ese sentido común y de someterlo a discusión para poder deconstruirnos en nuestro racismo.
Ahora, cuando el racismo es ejercido desde el Estado, entonces hay otro nivel de responsabilidad. Ahí hay que hacerse cargo, porque el Estado tiene la obligación de garantizar los derechos reconocidos a los pueblos. En esas acciones, ese racismo no implica solamente un ejercicio de deconstrucción sino también cierto nivel de sanción.
-¿Consideras que hace falta una reparación del Estado para los pueblos originarios?
Claro que tiene que hacer una reparación y el primer paso es el reconocimiento del genocidio. Eso no ha ocurrido, hay ciertas instancias de organización estatal que han ido reconociendo algunos derechos. Lo que no ha ocurrido un reconocimiento formal del genocidio como proceso y como instancia de responsabilidad estatal. A partir de reconocerlo se va a poder reconocer la profundidad de esa reparación.
Hay instancias dentro del Estado donde trabajadores y trabajadoras de las bases que están en relación de dependencia con la Administración Pública van avanzando dentro de lo que pueden en reconocer derechos, pero esto tiene que ser una decisión de los más altos niveles del Estado, tiene que ser la cabeza de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Hay elementos y herramientas que tenemos debido en gran medida a la lucha de los pueblos indígenas a partir de los cuales se puede comenzar un proceso pero hay que enmarcarlo dentro del paradigma de la reparación, eso es lo que todavía falta. De lo que se trata es de poder recrear una forma de vida, una forma de vida que fue perseguida por este genocidio. Esa forma de vida no se basa únicamente en el aspecto económico, no está buscando su reproducción económica, está buscando la reproducción de todos los niveles: social, espiritual, comunitaria y colectiva. Tenemos que comprender que la tierra no es lo mismo para todo el mundo.
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Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen