Llegó el tiempo del Wiñoy Tripantu, puerta de inicio a un nuevo ciclo del año. Pasa la noche más oscura y el sol comienza su regreso hacia esta parte del mundo, las fuerzas se renuevan y la naturaleza, como siempre, indica el camino. Para los pueblos originarios son días de celebración, de reunirse en familia, con la comunidad, de compartir saberes.
La cosmovisión de ser parte de esta tierra que habitamos, ni más ni menos, llama a sintonizar con este momento de renovación. Empieza un nuevo tiempo.
“El Wiñoy Tripantu refiere a todo ese proceso que se produce en este momento del ciclo de la naturaleza, que no es un día o dos, sino que puede ser hasta de una semana a diez días”, explica Fernando Pichunleo. “El We tripantu, en tanto, refiere más concretamente a ese día en particular en el que se genera este inicio del nuevo recorrido donde las fuerzas en el hemisferio sur se renuevan. La tierra, después de algunos meses de descanso, empieza un nuevo ciclo, empieza a moverse, empieza a nacer, y con ese nacimiento, con ese movimiento, nace todo”, señala. Nace así la vida con nuevas energías. “Por eso se dice que es la época de los brotes. Esos brotes que, si uno observa, puede ver en todo momento. Se renueva el agua, el agua renueva la tierra, se renuevan las plantas, los árboles, las personas. Se renuevan los diferentes elementos de la naturaleza y es un momento muy lindo para compartir”.
La savia que bajó a las raíces en el otoño empieza a volver junto con la luz de un sol que cada día alumbrará un poco más y aunque a nuestros ojos los movimientos escapen, todo alrededor comienza a nacer lentamente. “Generalmente lo que hacemos es compartir el día previo: nos juntamos a la tarde con nuestras familias, con alguna comunidad amiga o de la que somos parte y cada uno lleva algún alimento para compartir. Hacemos un gran fuego, un fuego que solamente alumbra, donde no se calienta comida, ni se cocina, sino que nos acompaña. Durante esa noche realizamos diferentes actividades, recordamos dónde estábamos anteriormente, intercambiamos saberes. Después, en la primera claridad de la mañana todos los presentes nos vamos a algún lugar donde el agua corra, y nos bañamos con esa agua. Como parte de la naturaleza nos renovamos con la naturaleza y en esa primera claridad renovamos las fuerzas”, continua Pichuleo.
Posteriormente cuenta se realiza una ceremonia de reciprocidad con la naturaleza, donde se realiza una ofrenda y se agradece por todo el ciclo que se fue. “También pedimos por este nuevo ciclo que inicia. Por eso es la ceremonia de reciprocidad. Ya con la salida del sol se tocan instrumentos y se comparte la comida que cada uno trajo”, cuenta sobre el proceso de toda la ceremonia para acompañar el momento de renovación de la naturaleza.
Mariana Morán también cuenta cómo viven este tiempo que toman como un periodo de estar más en familia, y no se refiere solo a una cuestión de vinculo biológico, sino también de vinculo “con nuestros hermanos y hermanas, amigos, amigas”.
“Uno está más adentro, compartiendo relatos, saberes, tareas. En el verano uno sale, anda, se va al lago, y en este tiempo la misma naturaleza te marca que es para vivirlo de otra manera. Somos parte de la naturaleza y en este ser parte acompañamos este cambio de ciclo que en realidad nos atraviesa a todos, mapuches y no mapuches, por el solo hecho de estar vivos en este territorio. Cuando uno es parte es imposible separarse”, dice. Por eso, también es tiempo de agradecer todo lo que se brindó en el ciclo que se cierra y recibir toda la fuerza del ciclo que inicia: “Ofrecemos lo mejor de cada casa, una rica comida, las mejores semillas, yerba”.
Moran también hace referencia a este tiempo muchas veces denominado como “año nuevo”, sobre todo institucionalmente. Sin embargo, señala no es un año nuevo, sino el inicio de un nuevo ciclo de la naturaleza. “Luego de las 13 lunas llega un nuevo ciclo, que para el calendario gregoriano es el invierno, donde viene el frio, la nieve que trae el agua y prepara la tierra para brotar en primavera”, detalla. Las fechas de las ceremonias varían entre el 21 y el 24 de acuerdo a las comunidades y las regiones. “Hay gente que ya estuvo recibiendo el nuevo tiempo, otros lo hacen en estos días. En la línea sur será más para el 23 y el 24. En realidad es un tiempo de Weñoy Tripantu, si nos ajustamos tanto al calendario gregoriano nos entrampa y nuestro tiempo siempre ha sido otro. Cada comunidad se ajusta y está bien que así sea. Lo que celebro mas allá de este contexto tan difícil es que todos podamos estar haciendo esta ceremonia”.
La memoria de los pueblos
Fernando Pichuleo explica que, en el marco actual, el Wiñoy Tripantu también constituye un espacio de reafirmación de la identidad de los pueblos originarios y su territorialidad. “A pesar de todo lo que ha sufrido nuestro pueblo, nuestros abuelos y nuestros padres han podido mantener viva la cultura y hace 20 o 25 años que el Wiñoy Tripantu se ha convertido en el evento que nos reúne, que nos nuclea. Hay mucha gente que cuenta que empezó a andar en el recorrido de su identidad, del auto reconocimiento, en estas fechas, porque se ha convertido en ese espacio donde la puerta está abierta para todos, mapuches y no mapuches. Me ha tocado vivirlo en distintos lugares: en el valle, en la costa, en la zona cordillerana y siempre se generan espacios, momentos muy lindos, de mucho compartir y nos fortalecemos como mapuches. Por esto mismo muchas veces las instituciones han querido cooptarlo, se le ha querido poner otro nombre, mezclar con otras cosas, pero la fuerza que tiene para nosotros ha generado que sea imposible romper todo lo que produce en nosotros”.
Así, en un momento donde el territorio sigue en conflicto, con diferentes situaciones, Fernando recuerda que el Wiñoy Tripantu, además de renovar la energía, también renueva el compromiso por cuidar la naturaleza. “Creo que este Wiñoy, en esta zona que vivimos, nos encuentra en alerta frente los proyectos de la megaminería y el avance sobre el agua. Quieren hacernos creer que el avance del capitalismo a través de la megaminería va a generar mayor bienestar, siendo una mentira. Uno nunca puede pensar la vida sin el agua, sin la biodiversidad. Entonces en este Wiñoy, en este nuevo ciclo que comienza, tenemos que renovar nuestro compromiso por defender los elementos, en este caso el agua como fuente de vida”.
Del mismo modo se expresa Mariana: “Las personas somos parte de la tierra, no estamos por encima, ni por debajo, somos parte de”, dice y señala entonces el debido respeto hacia el lugar que habitamos en este momento de avance del extractivismo, la contaminación del agua, el petróleo. Por ello, señala que este tiempo es importante para los pueblos preexistentes a la conformación del Estado, pero también, en realidad, para todos los que vivimos en este territorio. “Más allá de las creencias que tengamos, más allá de quien no se detenga a mirarlo, este tiempo nos atraviesa”.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen