Los trolls se juntan en granjas, crían sus signos de odio y se benefician con la viralización de sus comentarios. No están organizadxs, ni tienen un objetivo claro de lucha, pero poseen estrategias mordaces para invalidar la lucha de otrxs y sus instrumentos son las redes sociales. El lenguaje inclusivo es uno de sus tópicos favoritos.
Trolls anti e
¿Cómo nombrar a ciertas personas que sistemáticamente descalifican el uso del lenguaje inclusivo? Ante la primera e que asoma en las redes, una legión de trolls hace su aparición levantando nubes de polvo digital. Operan siempre de la misma manera. Desvían la discusión a otros campos de batalla para disparar ahí sus comentarios de odio. “El lenguaje inclusivo es un debate progre de cotillón” dicen para desacreditar la lucha como algo pasajero, como una moda que no va a cambiar la estructura del idioma. Corren la discusión al campo de la gramática cuando la lucha por la e busca un efecto retórico para intervenir el discurso público y promover la toma de conciencia sobre una injusticia social.
Otra de las estrategias es llevar la discusión al campo de las discapacidades: “El verdadero lenguaje inclusivo es el lenguaje braille” comentan muy preocupadxs por una “verdadera inclusión” en los grupos públicos de facebook. Estos espacios online donde no hay un vínculo cara a cara entre les usuarixs son los medios privilegiados para demostrar toda la audacia de estos productos de criadero. Con palabras simples apuntan a la emoción más que a la argumentación y si estos relatos no persuaden, siempre tienen el insulto en la punta de los dedos.
Las granjas de trolls nacen en la virtualidad, ése es su adn, saben muy bien cómo funciona ese medio y creen usarlo a su favor. La periodista e investigadora Mariana Moyano explica que les usuarixs no usan las redes sino que son usadxs por estas plataformas. Las redes tienen una lógica propia y su combustible es la provocación. Es la palabra injuriante la que tiene más vistas, la que se comparte, la que a su vez retoman los medios de comunicación. En el ciberespacio donde no hay un lazo de humanidad que te vincule con el otrx se naturaliza la agresión, la violencia te la propone el soporte: “Todos somos potencialmente trolls”.
Otro modo de operar de los trolls es radicalizar la discusión hasta plantear que la e deforma el idioma y atenta contra la integridad de la Patria. Un discurso que pretende apropiarse del concepto de Patria y definir quiénes son verdaderamente argentinxs y quiénes no. En su libro Trolls S. A. Mariana Moyano entrevistó a ex trolls del PRO, una de las fuerzas políticas que más trabaja con estos nuevos profesionales del odio y da cuenta de la gran incidencia que tienen sus comentarios en la opinión pública. Algunxs usuarixs entran en esta lógica impulsiva sin que les paguen. Se sienten libres por compartir sus prejuicios e imágenes estereotipadas del otrx y su afán de expresarse puede escalar desde un tono burlesco hasta el linchamiento.
Las trincheras de la e
La lucha de la e presenta otras modalidades, se funda en la argumentación, tiene una sustanciosa bibliografía y una larga historia de militancia en la calle.
Y ahora en la Academia y en el Palacio de Gobierno. Varias instituciones de la Academia -pensadas para el control léxico y disciplinamiento gramatical- se apropiaron de esta causa. En el Instituto de Formación Docente de Bariloche, mediante una resolución del Consejo Directivo: “aprueba y alienta el uso del lenguaje inclusivo en las aulas”. La Universidad Nacional de Río Negro reconoce formalmente el uso del lenguaje inclusivo en su estatuto. En la UBA, la diplomatura de ESI -espacio militante de la e- se virtualizó alcanzando a más de 1000 docentes en todo el país.
El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad acaba de publicar una guía para una comunicación con perspectiva de género. “…como funcionarios, funcionarias y funcionaries del Estado, tenemos una gran responsabilidad porque nuestro trabajo está orientado a garantizar los derechos humanos de todxs y eso implica involucrarnos activamente en la promoción del uso de un lenguaje que dé cuenta de todas las personas, grupos o colectivos que formamos parte de la sociedad.”
Si esto fuera poco, en Netflix, una de las plataformas masivas de entretenimiento se estrenó la serie Pose con subtítulos en castellano en lenguaje inclusivo.
En busca del español argentino perdido
La lengua es un espacio de disputa de sentidos donde ciertos rasgos -étnicos, género, clase- se imponen sobre otros. Recordemos que el español se consolidó sobre el silenciamiento de las lenguas de los pueblos originarios y la norma que ganó prestigio fue el buen decir de las clases acomodadas rioplatenses.
El uso de la e pone en evidencia la carga ideológica del lenguaje que en el habla cotidiana se vuelve invisible. Este acto disruptivo que atrae las miradas sobre un problema social, se propone mostrar el carácter plural de la identidad de género y hacer efectivo el ejercicio de los derechos de las personas LGBTIQ+.
La lengua es un acuerdo entre los hablantes de cierta región y está en constante cambio. Tanto el lenguaje de las redes como el lenguaje inclusivo irrumpen en el paisaje lingüístico, transformándolo. Y en nuestra ciudad se agregan las voces Mapuche, las palabras: lof, lamien, lawen, Well Mapu ya son parte de nuestros modos de decir y de pensarnos como una sociedad diversa.
Por Verónica Battaglia
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen