Ciclistas de la Asamblea de Jáchal recorrieron 1400 kilómetros desde San Juan hasta Buenos Aires. En el camino crearon conciencia, demostraron la importancia de la lucha contra la megaminería y gritaron bien fuerte: “Los glaciares no se tocan”.
De Jáchal, San Juan, a Buenos Aires. Peregrinatio. En latín, significa viaje al extranjero. Expatriado o exiliado. En Argentina modelo 2018, peregrinar es una necesidad, una obligación, un impulso irrefrenable ante la desidia de quienes gobiernan. Un extranjero desconocido en el país y privado de la asistencia de una colectividad. Argentinos en busca de Argentina; argentinos en busca de argentinos.
En consonancia con los peregrinajes de Fanazul, de Río Turbio, de trabajadores estatales de casi todas las provincias, de los ingenios azucareros, desde Jáchal peregrinan por la vida, por los glaciares. Y lo hacen en bicicleta. Unos 1400 kilómetros en defensa de los hielos eternos. El número no es caprichoso: es la misma distancia y geografía que recorre el agua de los Glaciares de los Andes hasta el mar Atlántico, nutriendo y dando vida y producción a su paso.
La ley sólo protege en torno al 1% del territorio argentino. Y es sobre ese 1% que protege la ley contra el cual lanza su ofensiva prominera el gobierno
“Jáchal es un pueblo sanjuanino de 10 mil habitantes gravemente afectado por los derrames de cianuro de la mina Veladero, operada por la transnacional Barrick”, explica Enrique Viale, abogado ambientalista, especialista en el caso de los derrames en el emprendimiento megaminero de la empresa canadiense, y también en el tema de la Ley de Glaciares. La bicicleteada por la no modificación y la aplicación inmediata de la Ley de Glaciares”. Es impulsada por la asamblea “Jáchal No Se Toca”. Llegó este martes, a la Meca, al corazón del capitalismo salvaje nacional: la Ciudad de Buenos Aires.
“Cuando nos enteramos que funcionarios de la actual gestión manifestaron la intención de modificar negativamente la Ley Nacional de Protección de Glaciares para reducir las áreas protegidas decidimos que teníamos que hacer algo grande: pensemos en venir caminando pero era demasiada distancia, pensamos en venir en caravana pero no teníamos autos y era peligroso, así que vinimos en bicicleta”, le cuenta a Revista Cítrica Silvina de los Santos, una de las dos mujeres que llegaron pedaleando desde San Juan hasta el Congreso de la Nación. Entre quienes viajaron las mujeres son minoría, porque para ellas aún es más difícil dejar por unos días sus casas, pero allá en Jáchal son mayoría, son las mujeres quienes sostienen el acampe.
Hicieron 200 kilómetros por día. Arrancaban temprano y antes de que el sol pegara fuerte en la ruta, ya habían hecho los primeros 100, al mediodía almorzaban, descansaban y después a las 4 de la tarde volvían a arrancar para completar los otros 100km y llegar a otro pueblo. Y descansar, dormir y comer en casas y galpones que prestaban asambleas y vecinos. “Lo necesitábamos, no somos atletas ni nadas. Somos viejos y gordos”, reconoce Silvina.
Pero peregrinaron. Con bici y coraje. Porque ya sufrieron lo que significa que no se respete la ley de glaciares. Porque no quieren perder el agua. Porque ya perdieron cinco ríos de agua potable. “Los glaciares y el área periglacial constituyen una vital reserva y fuente de agua dulce; un bien común al que todos tenemos derecho, más allá de los orígenes provinciales o los intereses corporativos”, explica Viale.
En la Asamblea de Jáchal la mayoría son mujeres y docentes. La Muncipalidad las amenaza y les prohíble hablar de megaminería en las aulas. Pero ellas no se callan: quieren que las generacions futuras tengan agua potable.
La presión de la amenaza. La posible modificación de la Ley de Glaciares, la inmensa impunidad de la transnacional canadiense Barrick Gold, y la complicidad gubernamental. Peregrinan por el agua. Nada más ni nada menos que las fuentes primarias de agua para todo el país.
“La ley de glaciares fue aprobada en 2010, y constituye un hito fundamental en la protección de nuestros recursos hídricos y la defensa del ecosistema de la cordillera de los Andes, hoy amenazados por el avance de la megaminería. Su sanción fue un triunfo colectivo: ésta expresó tanto el avance de las luchas socioambientales protagonizadas por diferentes Asambleas Ciudadanas, Ongs ambientalistas y sectores académicos, como el compromiso de legisladores/as conscientes del carácter depredador y expropiatorio que han adquirido las actividades extractivas en nuestro país”, detalla el especialista.
Los glaciares y el área periglacial son literales fábricas de agua, que alimentan la mayoría de los ríos del país. Existen más de 40 proyectos megamineros que colisionan con esta ley. Si se reduce la zona de protección, se abrirán los portones para que los derrames, la contaminación eterna y -en consecuencia- la muerte y los daños irreversibles sean moneda corriente. Sin ir más lejos, los tres derrames de cianuro de la mina Veladero contaminaron cinco ríos de agua dulce, bebible, la necesaria para vida. Una virtual lucha por la Vida y el Agua. Conceptos inexorablemente unidos para la existencia de los seres vivos en el Planeta.
Estos 1400 kilómetros son para demostrar que hay resistencia, capacidad y decisión de defender los glaciares. Defender el medio ambiente, la casa común, la que están destruyendo aquellos intereses económicos que privilegia al capital Financiero por sobre la vida de los pueblos .
“Una de las claves de esta ley es su artículo 2 que delimita el ambiente periglacial, protegiendo estas zonas, fundamentales en el ciclo de producción del agua dulce, de la operación de las megamineras. El cumplimiento de esta ley impedía el establecimiento de los emprendimientos megamineros y el uso indiscriminado de recursos hídricos para los millones de litros diarios que necesitan para realizar sus tareas extractivas”, explica Viale. Destaca además que “hoy, como en 2010, el gobierno nacional y gobernadores promineros, pretenden engañar a la sociedad diciendo que esta ley implica una definición muy amplia de la zona periglacial. Pero lo cierto es que, en su artículo 6, la ley prohíbe diversas actividades -no sólo la minería- en una muy pequeña porción de nuestro territorio. A escala nacional, puede estimarse que la ley sólo protege en torno al 1% del territorio argentino. Y es sobre ese 1% que protege la ley contra el cual lanza su ofensiva prominera el gobierno”.
“Desde su aprobación, la Ley de Glaciares ha sido constantemente vapuleada y obstaculizada, impidiendo su aplicación plena y efectiva. Por ejemplo, de haberse aplicado, no se hubiesen producido los tres derrames de cianuro de la mina Veladero que contaminaron 5 ríos, pues ésta debería haber sido clausurada por encontrarse dentro del ambiente periglaciar”, denunció el especialista.
Tanto vapulean la ley que a las docentes no les dejan hablar sobre el tema en los colegios. Silvina es docente de Biología y recibió muchas amenazas– ella y también su familia-. Le prohibieron hablar de la contaminación minera en el aula: “Pero a mi no me importa, soy profe de Biología, tengo toda la autoridad, cierro la puerta y digo lo que tengo que decir. En Jáchal silencian a la gente: la amenazan con no renovarles el contrato en la Municipalidad por ejemplo. Entonces la gente se guarda. Yo no puedo hacer otra cosa, empezamos en la asamblea por nuestros hijos, ahora el mío ya tiene 18 y vino pedaleando conmigo: queremos que las generaciones futuras puedan tomar agua. Lo de ahora es insólito estamos defiendo que se cumpla y que no se vuelva atrás con una ley que ya fue sancionada, una ley por la que ya habíamos luchado. No podemos bajar los brazos ahora. Si se modifica la ley de glaciares ya hay 5 proyectos mineros listos para arrancar”.
A este Gobierno, como a todos los gobiernos, les decimos que respeten a la madre tierra, porque de esto depende el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. La casa común debe ser respetada por todos. El desarrollo no es explotación.
La peregrinación llega a su fin. Más de 300 personas reciben a las y los ciclistas en la Plaza Congreso. Ya hicieron los 1400 kilómetros. En bici, como el Pocho Lepratti, ejemplo y guía de los miembros de la Asamblea de Jáchal que emprendieron el camino. Ya desparramaron conciencia en cada pueblo y en cada ciudad por la que pasaron. Ya se sumaron a su campaña actrices como Julieta Díaz y referentes de Derechos Humanos como Norita Cortiñas. Ahora hay abrazos, emoción, felicitaciones. El cansancio desaparece cuando se encuentran compañeros y compañeras que luchan a tu lado. La energía emerge cuando ves que lo que haces tiene un sentido. La emoción se desoculta cuando ves a dos señoras mayores llorar, mientras suena el himno, “porque se está defendiendo al medio ambiente del país”. La felicidad aparece cuando tu mensaje y tu esfuerzo se transforman en un mensaje que se escucha. La fuerza sale cuando gritas bien fuerte: “La ley de glaciares no se toca”.
Y el orgullo es inmenso si el premio Nobel de La Paz, Adolfo Pérez Esquivel te recibe con estas palabras:
“Quiero felicitar a los compañeros que vienen pedaleando. La ley de los glaciares no se toca. Estos 1400 kilómetros son para demostrar que hay resistencia, capacidad y decisión de defender los glaciares. Defender el medio ambiente, la casa común, la que están destruyendo aquellos intereses económicos que privilegia al capital Financiero por sobre la vida de los pueblos .Y esto no lo vamos a permitir. Las empresas transnacionales como la Barrick Gold ya destruyeron .Y esto no solamente daña la vida del ser humano, sino de todo ser viviente, como los animales y la vegetación. Y creo que la única forma para hacer frente a esto es la unidad en la diversidad. No es necesario que todos pensemos igual, pero sí todos tenemos que tener objetivos comunes como el de defender el derecho de nuestro pueblo. A este Gobierno, como a todos los gobiernos, les decimos que respeten a la madre tierra, que respeten a la madre naturaleza porque de esto depende el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. La casa común debe ser respetada por todos. El desarrollo no es explotación. Hoy quieren extraer el oro, la plata, los minerales, y llevarse todo. Ya tenemos experiencia en otros países que lo único que dejan es miseria, hambre y desolación. Estemos unidos. Sumemos fuerzas. Resistamos. Llevamos muchos años de resistencia en nuestro país y en toda América Latina. Y tenemos que luchar para recomponer el cuerpo social que hoy están tratando de dañar. Les deseo mucha fuerza, mucha esperanza y como decimos en América Latina, hasta la victoria siempre!”
Por Pablo Bruetman y Diego Pintos – Revista Citrica