La cooperativa artesanal Zuem Mapuche está compuesta por artesanas de Bariloche, Comarca Andina y Región Sur. Cerca de los 30 años de historia, sus manos laboriosas, sus productos, y su organización, representan un ejemplo de transmisión de conocimientos ancestrales, de una cultura viva, que se fortalece en sus tejidos. Y son un fiel exponente de la impronta de la mujer mapuche en una de las actividades económicas características de la región. El arte del trabajo en la lana.
La experiencia cooperativa de las artesanas surge pasado el invierno del 84. Como si la gran nevada invernal, lejos de aplacar su identidad mapuche, de sumergirlas en la introspección de sus hogares, de sus tejidos, las hubiera promovido para organizarse, para sumar su aporte a la economía familiar. Bastante maltrecha había quedado la economía regional por la mortandad de las majadas. En estos tiempos, mismo suceso es motivado por la realidad que impuso la ceniza volcánica, sumada a la desertificación. En aquellos, por el imponente manto blanco que cubrió la región, que mermó las pasturas, y dejó bajo nieve a miles de ovejas, chivas, cabras.
¿De dónde provendrá el impulso a juntarse ante la mala? ¿De unirse en la dificultad para salir adelante? ¿De organizarse para poder vender los tejidos que artesanalmente producen dando fibra a la cultura que se transmite y vive en ellos? Su identidad como mujeres mapuche, como madres de familias, son quizás algunas de las respuestas a estos interrogantes. Que encontró en la organización cooperativa, la herramienta para promover de manera conjunta la compra del vellón, la producción en múltiples centros en los parajes y pueblos, la comercialización centralizada, la administración y distribución equitativa de los recursos autogestionados por la venta. Una organización sin jefes no patrones, una organización democrática sin mercachifles ni plusvalías.
La cooperativa comienza a trabajar de hecho, gestionada por sus asociadas en diferentes grupos, sin formalizarse jurídicamente, desde 1984. En ese entonces, agrupando a más de 100 artesanos de las poblaciones de Chacay Huarruca, Comallo, Pilquiniyeu del Limay, Jacobacci, Maquinchao, Mallin Ahogado y el mismo Bariloche. Sin embargo, estos grupos se fusionan y se constituyen como Cooperativa de Producción y Comercialización a partir de 1989, cuando realizan las inscripciones correspondientes, definen su estatuto social, realizan formalmente su Asamblea Constitutiva. Se plantean como objetivo el “organizarse en cooperativa como mujer y como familia, para aumentar en algo los ingresos de la casa e identificarse como pueblo”.
En la actualidad, la cooperativa cuenta con su personería jurídica actualizada y está afiliada a la Federación de Cooperativas de la Región Sur (FECORSUR). En su mayoría, las asociadas son mujeres, en su mayoría se reconocen en su identidad mapuche. Se organizan como cooperativa para mejorar los ingresos familiares, ya que comercializan su propia producción de lana hilada, como también prendas tejidas a dos agujas, prendas tejidas a telar, curtido de cueros o prendas de fieltro. Pero también se organizan como cooperativa para mantener y transmitir las prácticas de su pueblo, como el hilado a mano y la técnica del telar mapuche, talleres de mapuzungun, y de técnicas artesanales.
Zuem Mapuche nuclea hoy a 67 artesanas y 3 artesanos que viven en distintas localidades de las regiones Andina y Sur, y que conforman 9 centros de producción: Bariloche, Comallo, Ingeniero Jacobacci, Maquinchao, Río Chico, Pilquiniyeu del Limay, Chacay Huarruca, Mallín Ahogado y Perito Moreno. En cuanto a sus grupos familiares, comprende actualmente a 280 personas, familiares de las socias, que de algún modo se vinculan a esta experiencia cooperativa. Se organizan estos 9 centros para realizar la compra centralizada de lana, ya sea a productores de la región donde no cayó ceniza, o recurren a la FECORSUR. “Con la ceniza lo que hemos descubierto ahora es que la lana está seca, no tiene la lanolina que le da grasitud”, comenta Hilda. Del mismo modo, trabajan en el autoabastecimiento de esta materia prima, hilando los vellones para el mismo centro, o para abastecer los centros que requieran de lana para la producción de los tejidos. Cada centro envía sus tejidos para ser comercializados en el local que tiene Zuem Mapuche en la calle Moreno, en el centro de Bariloche. El trabajo del hilado es prefinanciado por la cooperativa, es decir cada artesana recibe su retiro al entregar su producción. Los precios de los tejidos son definidos por la cooperativa atendiendo los costos y tiempos de producción, la calidad y prolijidad del tejido, las diferentes técnicas utilizadas, como también el valor simbólico de la producción artesanal y la técnica mapuche. Al ser vendido el producto, los centros reciben los retiros correspondientes a cada artesana por la venta. Paralelamente, en los últimos años la cooperativa está participando en otros espacios: stands en ferias o espacios turísticos, compras comunitarias.
“Para no olvidar nuestro pasado, vivimos el presente defendiendo la tierra con trabajo y producción”.
Las representantes actuales del Consejo de Administración de la Cooperativa Artesanal Zuem Mapuche, son Viviana Curihuala (presidenta), Orieta Nactoh (vicepresidenta), Hilda Fernández (tesorera), Sanmartiniano Painefil (socio), Nilda (socia), Martina (socia). Ellas nos abrieron las puertas del local, y entre mate y mate, se fue armando la charla. A todas va nuestro agradecimiento por compartir sus saberes y trayectoria, y un abrazo cooperativo afectuoso.
Al Margen – ¿Cómo fueron las ventas en la temporada, cómo vienen las ventas?
Zuem Mapuche – Nos fue bien, se vendió bien en el verano. Nosotros siempre vendemos mejor en verano que en invierno, por el turismo que viene. El turismo europeo, que tienen tanta plata, viene del aeropuerto al cerro (Catedral), ni conoce ni una calle de Bariloche. El otro tipo de turismo, el trabajador, si… Sale, pasea, mira. Ese si, compra. Siempre fue así. Y nos pasa que en verano nos quedamos sin producción. A mí me da vergüenza comentar que nos faltan prendas, y siempre nos pasó eso, que en Enero y Febrero nos faltan cosas. (Hilda)
AM – ¿Y por qué se quedan sin stock? ¿Les falta el recurso por la ceniza?
ZM – Por el tema de la ceniza, lo más problemático es el hilado, por eso de la cooperativa decidimos pagar a la hilandera, no que espere que se venda, como antes. Para eso conseguimos dinero para pagarle directamente al entregar el hilado la asociada. Porque es necesario tener la materia prima para las tejedoras. El problema en Línea sur, es que por más que laven la lana, siempre le queda algo, arena o ceniza. (Hilda)
Lo que nosotros hacemos acá son todas prendas con lana vellón, y lo que más se vende son prendas grandes, que cuesta mucho hacerlas. Entonces por ahí nos falta stock, nos faltan cosas, porque cuesta mucho, y son pocas las artesanas que tejen prendas grandes, pulóveres, un cubre pies, o un poncho. Un poncho que se teje en telar, muy pocas veces tenemos, porque lleva mucha lana, demanda mucho tiempo, entonces se teje a pedido. (Viviana)
AM- ¿Y se paga un precio justo por ese producto grande, con tanto material y tiempo de trabajo? ¿Se venden productos así?
ZM – Si, se venden. Tenemos que primero comentar, que cuesta tanto por el trabajo que tiene, por la cantidad de lana. Quizás parece caro, pero al contar el laburo que tiene esa prenda, te lo terminan pagando. Normalmente ponchos, cubrecamas se hacen a pedido. Pulóveres o pies de cama que se usan ahora, se venden, y las artesanas están bien con el precio que se vende.
AM – ¿Cómo hacen para definir los precios de las prendas?
ZM- Mirando el tema del hilado, la prolijidad en el tejido, que esté bien tejido. Y también el trabajo, porque no es lo mismo hacer una prenda lisa, o a rayas, que hacer todo el trabajo de telar mapuche. El dibujo con ganchos, con figuras, lleva mucho más trabajo que tejer en liso. Y también pesando la prenda, según cuanta lana te llevó.
AM- El recurso lana vellón, ¿cómo se proveen, compran a FECORSUR? ¿Centralizan la compra de todos los centros o cada centro se provee según su necesidad?
ZM- Cada centro se encarga de buscar un productor que tenga buena lana, y se compra. Ahora en estos últimos tiempos, también nos encargamos de comprar desde Bariloche, porque en aquella zona venía con mucha ceniza, entonces estamos comprando a un productor en Mallín Ahogado. Donde no cayó tanto, conseguimos lana para todos los centros. Pero por ahí cuesta, porque no tenemos como enviarles a los centros, y eso cuesta por los costos de los fletes y se encarece.
La lana de la región, es buena lana por la suavidad, pero para hilarla es medio corta, la lana que nos vende FECORSUR. Entonces cuando nosotras estamos bien necesitadas de lana, ellos tratan de conseguir lana que tenga un determinado largo de mecha, y ahí si ellos nos consiguen y compramos. Y siempre nos cargan, que somos… un poco hinchas, jaja!! Que no nos conformamos. Y es así, muchas veces hemos comprado pelo también (de cabra), y lana también y es de calidad la merino. Quizás hay que ponerle un poco más de esfuerzo en el hilado, pero ahí sí, en el tejido es garantía de que vas a vender, porque es de mucha suavidad la lana merino. Y las otras de mecha larga, es más áspera por las cruzas que se hacen de las ovejas, por ahí no san tan buenas para tejer al telar, porque al tener pelos se pega, no se trabaja bien.
AM- La cooperativa entonces se encarga de buscar la materia prima, de hacer el hilado, de producir las prendas, centralizar las ventas y garantizar la comercialización en este local. ¿Tienen otros puntos de ventas?
ZM- No, es este local. Siempre estamos con la duda, pero no podríamos abastecer otro lugar de venta. Incluso tuvimos de FECORSUR el ofrecimiento para poder vender en Las Grutas o San Antonio (Oeste). Y nosotras decimos, “si acá falta, ¿cómo podemos mantener otro local, qué le ponemos?”. Y por otro lado, tampoco podemos sumar muchas más artesanas, porque en determinados meses del año, no podemos dar una respuesta económica, bajan las ventas. Las que ya están de años, ya saben, que tienen que prepararse para la temporada, y por ahí la mayoría tienen otros trabajos. Nosotros sabemos que en la temporada vamos a vender mucho, pero no alcanzamos a tejer, porque es un trabajo que lleva mucho tiempo, desde hilar, tejer, si hay que teñir también. Y por ahí hay quienes reconocen ese esfuerzo, y quienes no.
AM – ¿Y cómo analizan que le podrían pegar una vuelta de tuerca a generar stock? ¿Tienen acceso al crédito para poder proveerse de materia prima en cantidad?
ZM- En este momento no. En la época de la ceniza anduvimos por todos lados y, solamente logramos un apoyo de la Subsecretaria de Agricultura Familiar, que es para el pre -financiado en la compra del hilado, conseguimos el dinero. Pero después fuimos al CREAR, nos dieron papeles pero nos dijeron que ellos no dan nada a cooperativas, que vayamos a la oficina de cooperativas. Y fuimos, y el sr. que atiende ahí nos dijo que ellos no manejan plata. Volvimos a ir porque escuchamos que había créditos sin interés, nos ilusionamos y fuimos, pero no salió ningún tipo de financiamiento de nada. No sé que se habrá hecho con la plata que llego con el tema de la ceniza.
Después habíamos charlado de hacerlo individual, pero no sé si será por orgullo, o dejadez, pero no nos gusta ir a pedir, sentimos como que estas mendigando. Si nosotros vemos que nos podemos valer por nosotros mismos… Y en la época de la ceniza, conseguimos a través de la FECORSUR con la Subsecretaria, y eso si nos ayudo para poder dar respuestas a las hilanderas.
Por esa época estuvimos más de 2 meses sin vender, no podíamos abrir porque había que limpiar todo, el local, las prendas, no entraba gente, no funcionaba. Entonces para poder ayudar a las compañeras que estaban en la Línea y las de acá, es que sacamos ese subsidio. Y sirvió pagar a las hilanderas, para pagarles la mitad de las prendas cuando las enviaban, para comprar el vellón.
AM-¿La situación jurídica de la cooperativa está actualizada? ¿Cómo vienen con la cuestión administrativa contable, lo impositivo? ¿Hay compañeras que se dedican solamente a eso?
ZM- Nosotros pagamos un contador, ahora. Cuando arrancamos acá en Bariloche existía sólo el local de ventas, había cooperativa en Maquinchao, en Jacobacci, en Comallo. Y teníamos el problema de que no se podía hacer un balance porque papeles no había. Con el grupo de Bariloche, decidimos armar una cooperativa, nos ayudo Oscar Menteguía, de Viedma nos rechazaron porque no habíamos pasado por la oficina de Cooperativas y Mutuales. Armamos la cooperativa con Consejo en Bariloche, y nos rebotaron, pero teníamos que seguir atendiendo el local de ventas por las prendas que llegaban acá de las otras cooperativas, entonces ahí se decidió hacer una sola cooperativa, para no atrasarnos y seguir al pie de la letra con los balances y todo. Se juntaron todas las cooperativas y se decidió armar una sola cooperativa de toda la región, eso se aceptó, y en un comienzo se llamaba Cooperativa La Única, pero los grupos ya venían laburando desde fines del 84´, el 85´.
AM- Había escuchado algún testimonio que hablaba que después de la malaria con la nevada del 84’, habían comenzado a juntarse para proveerse de lana y comercializar.
ZM – Claro, eso fue así. Y también lo que pasa con la ventaja de estar organizados, porque si yo tejo sola en mi casa, ¿dónde lo vendo? Es importante estar organizados, eso se vio. Nosotros teníamos un compañero que ya falleció, Oscar Sepúlveda, que en la época que estaba el obispo Hesaine, que hizo Oveja para mi Hermano, el había nombrado un grupo de promotores del obispado, que eran los que armaron las cooperativas. El dijo “si se arman cooperativas de ganaderos, por qué no armar una cooperativa con las mujeres”. El entonces conformó con las mujeres ahí en Comallo, porque a él le tocaba esa región, y después se formó acá el tema de la venta. Y después se fueron armando cooperativas, surgió porque las mujeres tejen, por ejemplo en el campo, y ¿a quién le venden?. Acá pasa que quizás viene gente cansada, transpirada a vender. Y nosotros no les compramos, no compramos individualmente. Entonces le preguntamos dónde vive, y si es de Río Chico lo mandamos a qué hable allá, y si es de Comallo a Comallo, y así vamos sumando a la cooperativa. Y algunas hacen fuerza, y otras no, porque no les gusta estar organizadas, no les gusta que les llamen la atención de la calidad, o no le gustan las reuniones, les gusta tejer como ellas quieren. Si no les gusta eso, tienen que seguir dando vueltas caminando, si no tienen la responsabilidad de estar organizadas.
Los desafíos cooperativos de hoy.
AM- ¿Cuáles son los desafíos u objetivos que tiene la cooperativa actualmente?
ZM- Lo que se nos complica, como falencia de la cooperativa es el recambio, la renovación de las autoridades del Consejo de Administración. Porque venimos con años en que vamos rotando, la que fue presidenta va de tesorera, y así… A veces uno dice “cómo va a haber una o dos listas en una cooperativa”, pero es mejor eso y no nosotros que vamos rotando los cargos en las asambleas. Cada dos años vamos rotando, pero yo desde el 98´que estoy, sólo un período estuve afuera. Y es mucha responsabilidad. (Hilda)
La mayoría del grupo de Bariloche tiene esa responsabilidad, de llevar adelante lo que es el movimiento administrativo. (Viviana)
Tenemos que trabajar por el recambio, tanto en el Consejo como generacional, sumar compañeras jóvenes. Eso queremos plantear en la Asamblea. Hubo una propuesta de una socia, que estuvimos analizando de llevar el Consejo a Comallo, pero es complicado, porque si el local de ventas está en Bariloche, el cómo es difícil, porque ¿cómo haces para controlar que recibís las prendas, cómo haces para controlar lo que se vendió? Nosotros de una manera u otra vamos a ser responsables igual de las ventas, aunque estemos o no en el Consejo, porque somos las que vivimos acá, recibimos las prendas, y las vendemos. Es difícil. Es difícil hasta en la Asamblea elegir una socia que firme el acta, porque tiene que venir de lejos a firmar los papeles y se complican los viajes por los costos. (Hilda)
Otro desafío es mejorar el tema del stock, que las hilanderas lleguen a responder con la producción de lana a cubrir con la necesidad que se vende, y tejedoras tampoco son tantas tampoco, pero es importante para aumentar las ventas, porque la cooperativa necesita tener más prendas. También el tema de mejorar la infraestructura como el equipamiento en los centros, que va a mejorar la calidad de producción de los centros. Y muy importante sería disponer de una movilidad, para estar más comunicados, que el Consejo pueda realizar visitas frecuentes a los centros.
AM – ¿A las asambleas tratan de convocar a la mayoría de las asociadas o participan delegadas por centro?
ZM- A las reuniones sí, delegadas. Pero a las asambleas se trata que estén la mayoría de las asociadas. Por ahí no vienen las muy ancianas, o las que están muy lejos y no tienen para llegar.
AM- ¿Y uds. también hilan y tejen? Porque con todas las tareas de organización y administración de la cooperativa, ¿les queda tiempo para producir prendas?
ZM- Hay muchas socias que no hilan, pero para que les rinda tratan de hilar. Si vos hilás y tejés te rinde mejor económicamente. Nosotros necesitamos hilar y tejer, porque las tareas de administración las hacemos por la responsabilidad que sentimos por la cooperativa, no cobramos por esas tareas. Por ahí no lo decimos, porque pareciera que nos estamos quejando o algo así, pero necesitamos producir. (Hilda)
Una vez que una está dentro de la cooperativa, son tareas que te toca hacer y una las hace por responsabilidad. Pero también llega un momento en que no podemos producir, necesitamos producir, tratamos de hacernos el tiempo, pero no llegamos a lo que planificamos hacer porque hay otras cosas que tenemos que hacer de la cooperativa. Sí o sí tenemos que tejer porque esa es nuestra entrada.
AM- Tamaña responsabilidad, y además hilar y tejer, porque sino no se come…
ZM- Y atender la casa también, la familia, los hijos…
El rol de la mujer.
AM- Cómo mujeres, ¿qué representa participar de la cooperativa?
ZM- Como mujeres, por un lado, poder mantener viva la cultura. Y por otro, ayudar a la economía de la casa. También dedicarse a otra cosa, yo pienso que la cooperativa se mantiene tantos años, tiene esta trayectoria de años, porque tenemos un reglamento interno donde tuvimos que plasmar la disciplina. La cooperativa no permite un comportamiento especulador, por ej . si yo tengo una vecina que hila y teje maravilloso, yo no le voy a decir que hile o teja para mí, sino que yo la voy a invitar a que se sume a la cooperativa. Tampoco permite que nosotros compremos la lana a un precio bajo para ganar yo más en el tejido, sino valorizar a mi vecina, pagarle un precio justo, y hacer que ella surja con su trabajo. Tampoco se permite comprar materia prima por fuera de la cooperativa.
AM- ¿Y las socias se sienten identificadas con la cooperativa? ¿Cuándo hacen las reuniones o asambleas sienten que son más los reclamos que la satisfacción por la posibilidad de vender?
ZM- Estuvimos haciendo el año pasado un relevamiento en cada centro, con la universidad, y notamos que las socias valoran mucho la cooperativa, están contentas, por eso hace tantos años que están. Hay muy pocas que hace poco tiempo que están, la mayoría hace años, porque sienten el valor de lo que hacen, que pueden vender sus productos a un buen precio, cosa que por ahí sino está en la cooperativa no lo puede hacer.
Uno de los objetivos de la cooperativa Zuem Mapuche es regularizar su situación en el local de la calle Moreno, ya que tienen la cesión en comodato, según una resolución durante la intendencia del hoy legislador provincial Cesar Miguel. Diferentes proyectos inmobiliarios y comerciales pusieron en duda la continuidad en ese espacio, del local de ventas que centraliza y comercializa la producción de 70 familias. El acondicionamiento y puesta en valor del SCUM (Salón Cultural de Usos Múltiples) los benefició ya que posibilitó nuevamente, según nos cuentan, la circulación de barilochenses y turistas, que se acercan a consultar, hacer pedidos, comprar. La gestión gubernamental actual todavía no los ha recibido. Confiamos en que sus inquietudes serán escuchadas, así como renovado por escrito el comodato para garantizar la continuidad en ese espacio céntrico de su proyecto cooperativo, de la expresión de su subjetividad femenina mapuche, creando arte y cultura.
por Marcelo Viñuela
Suplemento cooperativo/PONER EL CUERPO