“¿Qué implica eso? La palabra “cuidados” engloba desde correr a sacar la ropa de la soga cuando llueve hasta poner protector cuando hay sol. No dormir para bajar la fiebre de lxs hijxs y aguantar la mala cara del jefe cuando hay que irse a las 16 en punto para llegar a la puerta de la escuela a retirar a lxs niñxs. También es dar de comer en cucharita aunque el hijo tenga 12 años pero una discapacidad obligue a ello, o pasar crema para que la piel frágil de lxs ancianxs de la familia no haga escaras. Todas esas tareas que realizan las mujeres son invisibles y múltiples, y a veces estaquean su propia vida laboral”. (Diario Página 12. Enero de 2015)
La nota en Página 12 incluye una entrevista al futuro viceministro de educación de Uruguay, Fernando Filgueira, en la que se refiere a las políticas públicas de cuidado que se pondrán en marcha en ese país. Lo que me resultó sumamente acertado es que estos planteos se estén dando desde un Ministerio de Educación, ya que vamos a hablar de economía, pero de una ECONOMÍA DEL CUIDADO. Con este concepto se denomina al mundo de los cuidados, que desde el punto de vista de las feministas genera valor social y económico, porque aporta a la reproducción de la sociedad en su conjunto. Para la economía, es fundamental el cuidado de las personas (fuente: UNIFEM 2000) Y, casi como de la mano con este tema, estamos hablando de una cuestión de género.
“Alimentar y cuidar a personas que no son autovalentes son tareas que las hacen predominantemente las mujeres. Pero la incorporación de la mujer al mercado laboral implica que la cuidadora principal en el modelo patriarcal se ve sobrecargada. Y de alguna manera esta configuración va llevando a que algo que considerábamos un problema privado (quién cuida a la gente) ahora sea un tema público por razones de igualdad de género, pero también por razones de eficiencia.”, observa el sociólogo viceministro de Uruguay.
Somos mujeres, pero también somos madres, hijas y esposas y pareciera ser que cumplimos con todos esos roles en el día a día. Todas, en algún momento, hemos hecho magia con el reloj para encastrar nuestro trabajo, con el cuidado de los niños, pasar a ver a mamá o papá enfermos o llevarlos al médico y que nos quede tiempo para hacer alguna compra en el supermercado. Hace escasos días, una compañera de trabajo lo contaba más o menos así: tengo que participar de una jornada de convivencia de dos días por el trabajo, todo el viernes y todo el sábado. Yo vivo en Frutillar y tengo que ir hasta el km 18, en colectivo (dos colectivos). Fui el viernes a participar del primer encuentro, pero pasado el mediodía empecé a sentirme mal porque me tenía que volver a cuidar a mi hijo, pero además, a cambiar la venda de la herida de la pierna de mi viejo, que está súper delicada y se la cambio seguido durante el día. Ese día, se la tendría que haber cambiado a las dos de la tarde y llegué a casa a las cinco, después de acalorarme en espera de dos colectivos. Y ella contaba todo esto de una forma hasta casi graciosa porque lo vivido parecía una aventura digna de cine, pero en cada silencio se podía escuchar el cansancio y la presión que siente por estar acorralada entre responsabilidad de mujer trabajadora y mujer cuidadora. Y, tal vez muchos pensarán: pero ese niño tendrá un padre y ese señor otros hijos que lo puedan atender. A veces sí, a veces no, y aunque haya otras personas, es fácil notar quién asume la responsabilidad de los cuidados en nuestra sociedad. Desde licencias por maternidad de varios días a la madre mientras que el padre sólo tiene dos días o ninguno, hasta normativas que indican que se puede abrir una guardería en el lugar de trabajo solo si hay 50 empleadas (mujeres).
CENTRO DE CUIDADOS INFANTILES (CDI)
Datos: En la ciudad de Buenos Aires, con la inscripción online, quedó claro que no hay vacantes en jardines de infantes y jardines maternales para la primera infancia, pero los funcionarios dicen que no tienen obligación de brindar ese servicio (fuente: Diario Página 12). No hace falta irse tan lejos para vivir la misma realidad. Esta es la preocupación de muchos padres, pero por sobre todo, de muchas madres que trabajan, pero también que estudian. Nuestra realidad nos muestra que cada vez es más necesario que existan Centros de Cuidados o Guarderías en las escuelas de nivel medio. Por el momento, existen en los colegios nocturnos Centros de Cuidados Infantiles para las madres que estudian. ¿Cuántos son? ¿Quién brinda esos cuidados? Algunos se encuentran en colegios estatales y otros en los de Gestión Social.
Natalia tiene 33 años, vive en Frutillar y está por tener a su primera hija. Hace ocho años que trabaja en el Centro de Cuidados Infantiles del Colegio Secundario para Adultos Aitue. “Mi trabajo es cuidar a los niños de las madres – alumnas mientras ellas estudian. Se les prepara actividades, juegos, miran películas. Los niños toman la merienda tipo 19 horas y a las 20: 30 cenan. Mi horario es de las 18 Hs hasta las 21:50 hs. Son aproximadamente 15 niños, sus edades son de 1 a 8 años.” , cuenta Natalia.
_A.M. ¿Estudiaste para hacer este trabajo? ¿Te gustaría seguir estudiando o capacitarte de alguna manera?
_Sí, estudié. Yo entré para hacer prácticas en relación con el niño y justo me ofrecieron venir a la guardería (centro de cuidados de niños) En ese tiempo solo pagaban una beca de 500 pesos y yo acepté. Igual, a mí me interesaba trabajar socialmente, conocer más al niño del barrio porque quería ayudar de alguna manera. Todos los años hacemos cursos o capacitaciones que nos brindan más información sobre cómo trabajar dentro de la sociedad en que trabajamos, compartimos nuestras experiencias con otros centros infantiles, escuelas. Siempre uno toma alguna experiencia y la pone en práctica en la sala, a veces sale bien y otras veces más o menos. Estoy estudiando otra carrera para poder seguir creciendo personalmente.
_A.M. ¿Cómo es tu situación laboral?
_Mi situación laboral es estable, para entrar a trabajar nos hicieron una entrevista laboral, y el Estado nos paga mensualmente. No siempre fue así, antes solo pagaban una Beca de la municipalidad de 500 pesos.
_A.M. ¿Cómo es trabajar en una escuela cuidando a los hijos de las alumnas?
_La relación con las alumnas es bastante buena, ellas tienen la oportunidad de vernos trabajar con sus hijos/as todo el tiempo y cualquier cosa que pasa les avisamos rápidamente y ellas van a ver a su hija/o. Con el resto de mis compañeros bien, algunos trabajan hace varios años en el colegio y otros son nuevos. Creo que sí nos tienen en cuenta (la institución) en las fiestas especiales o actos que siempre participamos con los niños.
El colegio Aitue es una de las tantas escuelas de Fundación Gente Nueva, “el proyecto del Centro de Cuidados Infantiles surge por la necesidad de que las madres adolescentes puedan seguir estudiando, ya que muchas jóvenes dejan de estudiar porque no tienen dónde dejar sus hijos/as. La guardería (centro infantil) es una opción que da el colegio para que terminen sus estudios”, sintetiza Natalia.
¿Esto tiene que ver con la economía de una sociedad? Si consideramos que es primordial que más mujeres terminen sus estudios y tengan la posibilidad de capacitarse, sí. Entonces el trabajo productivo está íntimamente relacionado con el trabajo reproductivo. El trabajo reproductivo puede ser remunerado, como este caso, ya que hablamos de una trasferencia de la esfera doméstica al mercado, por ejemplo Guarderías. Tiene por finalidad el mantenimiento de la fuerza de trabajo y la reproducción social, pero esta mercantilizado. También puede ser No remunerado: Trabajo que se realiza en la esfera doméstica y que tiende a la reproducción de las familias. Ej. Cocinar, cuidar, lavar, construcción del hogar, entre otros.
Según Filgueira, no se trata sólo de justicia de género, sino de una política demográfica que conjugue en forma armoniosa maternidad, cuidados y trabajo. De políticas responsables para que cuidar no sea un problema privativo de las mujeres, sino una cuestión compartida y asistida por el Estado.
El útero y el trabajo de la mujer son fundamentales y pueden convertirse en un bien escaso.
Página 12 le pregunta al sociólogo ¿Cómo se pasa de “arreglátelas como puedas” a que el Estado te tiene que ayudar a arreglarte?
–La opción más difícil y que llega más lenta es que se redefina la carga de trabajo no remunerado entre hombres y mujeres. Y lo que sucede es que las mujeres dejan de tener hijos o dejan de participar en el mercado laboral porque es imposible compatibilizar las dos cosas. Las tensiones reales plantean la necesidad de cambio. La familia, el mercado o el Estado pueden solucionar esto. En la familia hay opciones que no son suficientes o que tienden a limitar la tasa de fecundidad.
Esto ya está sucediendo en Uruguay o Costa Rica, y, de a poquito, estas tensiones también aparecen en Argentina. “En Uruguay, uno de los cuellos de botella al crecimiento económico es que las mujeres no se pueden incorporar al mercado de trabajo porque en la primera etapa de su vida tienen que cuidar a sus niños y en la segunda a sus padres. Las mujeres quedan como jamón del sandwich. Las agarran por los dos lados. Por eso en el debate uruguayo se plantea un sistema de cuidado para tres poblaciones no autovalentes: primera infancia, adultos mayores con problemas de dependencia y discapacidad.”, concluye el viceministro de Educación.
El trabajo de reproducción social no remunerado es el núcleo central de las diferencias y de las desigualdades de género y es, ante todo, un tipo de trabajo socialmente necesario, del que no se puede prescindir. (PICCHIO, 1992, 1999)