El periodista y escritor recibió a AL MARGEN en su casa del barrio de Belgrano, Ciudad de Buenos Aires. Allí habló sobre las cosas que definen su historia y su legado: la Patagonia, el anarquismo, el derecho a la tierra, los trabajadores, y el periodismo. Una charla mano a mano con uno de los intelectuales más lúcidos del país.
Hoy es el día. En unas horas estaré junto a Osvaldo Bayer.
La entrevista estaba pactada para las 19.30, pero ayer me avisó que necesitaba adelantarla a las 18.45 porque luego debe irse: tengo, entonces, unos minutos menos, y más adrenalina.
Termino de atender pacientes –también soy psicóloga– y salto adentro de un taxi para llegar a horario. Había pensado repasar las preguntas anotadas, pero el taxista no me da respiro con su constante parloteo. Arribo dos minutos antes de la hora indicada y el fotógrafo me está esperando.
Alivio.
Los dos minutos se escurren como agua entre los dedos, así que ya entramos en el pequeño mundo Bayer. Nos recibe una versión de Osvaldo rejuvenecida: su hijo. Con mucha amabilidad, nos indica que pasemos al fondo. La casa es una biblioteca gigante en donde queda poco lugar porque está todo tapado de libros: las paredes, las mesas, las sillas. Es una vivienda tipo chorizo –características de la década del 40 en Buenos Aires– con las habitaciones una a continuación de la otra y una galería lateral que está techada (aunque cada tanto alguna gota de lluvia se filtra y se hace visible entre nosotros).
Lo que los libros dejan ver es una casa antigua. Hay una sala, un dormitorio a continuación, un baño y la cocina. En la galería, más libros, bibliotecas, afiches de los eventos en los que participó el dueño de casa y, más allá, una pequeña mesa con un mantel azul, que parece se usa para comer, sobre la que hay apoyados… libros. Detrás, otra mesa más amplia, también con libros y material de lectura.
Ni bien nos saludamos, Osvaldo me ofrece una silla en primer lugar, y luego un vaso de whisky, que lamentablemente no pude aceptar.
No hay mucho tiempo porque se tiene que ir a show de tango: no a bailarlo, sino a la presentación con el Quinteto Negro de La Boca, orquesta con la que creó una serie de tangos libertarios: a los 88 años su vitalidad da envidia.
Estoy nerviosa, pero creo que no se nota mucho. No tengo más remedio que empezar a preguntar.
Ahí voy:
-Si le tuviera que contar a una persona quién es Osvaldo Bayer ¿Qué le diría? ¿Cómo se definiría?
Bayer: -Soy escritor y periodista, nada más.
-Ni nada menos.
Bayer se ríe con mi comentario. Le pregunto cuáles fueron los primeros temas sobre los que trabajó como periodista. Me dice: “Los niños de las villas de emergencia”. Me explica porque: “De alguna manera siempre fui militante. Se debe a que mi padre nos crió desde niños con esa idea: mi padre era socialista y nos crió en esa teoría del socialismo”.
-¿Se autodefine como anarquista?
B: -Yo llegué a ser un libertario, un socialista libertario. No me gusta la palabra “anarquista” porque se puede confundir mucho, en cambio “socialista libertario”, que es lo mismo me gusta más: un socialismo en libertad, jamás una dictadura del proletariado ni de cualquier tipo.
-La palabra “dictadura” la dejamos de lado…
Bayer vuelve a sonreír y asentir con gestos.
El Sur también existe
-Esta entrevista es para una revista de la Patagonia y por eso es imposible no hacer referencia a uno de sus escritos más importantes, “La Patagonia Rebelde”. ¿Qué vigencia tiene hoy?
B: -Sigue teniendo mucha vigencia: la película sigue dándose después de tantos años, me invitan de todos lados, principalmente de la Patagonia. Siempre hemos visitado las tumbas masivas, hemos marcado bien ese lugar y ahora hay fuerzas en Santa Cruz que lo cuidan y están haciendo monumentos recordativos. Hemos llegado a tanto que Facón Grande, el gaucho entrerriano que dirigió las huelgas masivas en la parte norte de Santa Cruz, hoy tiene un monumento precioso en Rio Gallegos.
-“La Patagonia Rebelde” parece encarnar un conflicto muy actual: la disputa por la tierra.
B: Creo que sigue teniendo gran vigencia y mientras no se haga justicia estará siempre ese conflicto. La situación de la tierra está igual: con grandes latifundios y habitantes que no tienen tierra en donde vivir.
¿Por qué no se puede remover la estatua de Julio Roca del Centro Cívico de Bariloche?
B: -Es increíble que la población de Bariloche no lo haya conseguido, evidentemente es muy conservadora. Lo mismo acá en Buenos Aires, Macri se ha negado rotundamente a tocar el monumento a Roca a pesar de las grandes manifestaciones que hemos hecho. Como tiene mayoría, se ha opuesto al proyecto que fue de la minoría.
-Últimamente hubo grandes incendios forestales en el Sur ¿Qué piensa al respecto?
B: Hay que cuidar los bosques, hay que poner custodios para que no ocurra porque en muchos casos son intencionales, hay que poner guardias para cuidar todo eso porque es el pulmón del país.
-A partir de la película Awka Liwen –(en mapuche, Rebelde Amanecer) en la que usted participó en el guión y que trata sobre la evolución de la tenencia y propiedad de la tierra en Argentina– la familia Martínez de Hoz le inició un juicio. ¿En qué situación se encuentra la causa?
B: La familia Martínez de Hoz nos inició juicio hace más de dos años y no se ha producido ninguna novedad, por lo que creemos que lo han abandonado. La acusación sostiene que le hemos faltado el respeto a la familia, pero de ninguna manera: nosotros dijimos la verdad, está todo demostrado en la película.
Formas de lucha
-Osvaldo, usted es parte de una generación que tomó la opción por las armas. ¿Qué piensa sobre esta metodología de lucha?
B: -Estuve en contra de los movimientos que usaron armas, porque creo que en el socialismo en libertad y que hay que convencer con las ideas y con el ejemplo. De cualquier manera considero grandes a muchos de mis amigos como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Paco Urondo. Ellos fueron verdaderos héroes y fueron compañeros en la profesión. Con Haroldo me unía una amistad porque era escritor; con Paco trabajé muchos años en el diario Clarín: el escritorio de él estaba al lado del mío; con Rodolfo fui muy pero muy amigo y nos encontrábamos casi siempre y conversábamos largamente. Laboralmente sólo coincidimos en la revista Crisis, pero realmente teníamos una amistad.
Entre todas las luchas que ha dado, hay una en la que Osvaldo es particularmente reconocido como referente: sacar al genocida Roca de monumentos y estatuas. En Buenos Aires, el monumento más grande del país es un reconocimiento a Roca sobre la Diagonal Sur que lleva su nombre. Bayer quiere sacarlo y reemplazarlo por un monumento a la Mujer Originaria, en el que trabaja el escultor Andrés Zerneri.
-¿Qué mujeres cree que no han sido rescatas por la historia?
B: -Nosotros queremos retirar el monumento a Roca y que ahí se instale el cuerpo de la mujer de los pueblos originarios, porque en su cuerpo se crió el criollo que fue el soldado de nuestra independencia, y es evidente como sufrió esa mujer, después de la “Campaña del Desierto” cuando fue obligada a la esclavitud. A nosotros nunca se nos enseñó en la escuela que Avellaneda y Roca restablecieron la esclavitud en la Argentina. Se puede leer en los periódicos de la época: “Hoy entrega de indios. A toda familia que los requiera se le dará un indio como peón, una china”. Usaban ese término despectivo. Se impuso la esclavitud de los niños indígenas, está en los diarios de la época cuando se repartían los niños indígenas en las plazas, el dolor de las madres cuando eran separadas de sus hijos: nadie lo puede negar. A pesar de esto, Roca tiene el monumento más grande. Nosotros cantamos en nuestro himno nacional desde 1913 “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad”. La llegada a la igualdad de todos pero en libertad: ése es mi principio. En cambio Roca hizo todo ese crimen atroz, y Avellaneda, el presidente de entonces, es más culpable todavía.
Le cuento a Bayer que hace poco leí un libro sobre los indios Yaquis de México en donde se describen las políticas de exterminio, exilio y cómo fueron borrados del mapa de manera casi idéntica al genocidio argentino con los pueblos originarios. Le digo que parecer ser que hay un patrón muy similar de tratamiento.
Osvaldo coincide y se interesa por mi lectura. Luego, toma el café que le habían traído, antes de que se le enfríe. Está impecablemente vestido: camisa celeste –se nota que está recién planchada– sobre la que se derrama una gotita de café rebelde, que se filtra entre el vaso y la boca y le va a dejar una marca.
Periodismo, obreros y gobierno
-¿Cómo evalúa la situación del periodismo a partir de la antinomia que existe actualmente?
B: Creo que en el periodismo no hay democracia, porque la verdadera democracia sería que todos los medios pertenezcan a cooperativas de periodistas y no a grandes empresas. Acá los grandes diarios corresponden a grandes empresas y dan solamente las versiones que les convienen. Verdadera democracia tendría que ser que los profesionales tengan los diarios y den la información de todos los sectores al mismo tiempo. Vamos a seguir luchando por esto.
¿Qué opina de la división de periodistas K y anti K?
B: Es lo de siempre. Son los que quieren ligar prebendas y los que quieren prebendas en el futuro.
¿Qué es la comunicación popular para usted?
B: Debe ser la comunicación para todos, que estén informados todos. También que tengan oportunidad de aparecer en la información los diversos sectores. La información de las bases es lo esencial y no si un Ministro se fue a Canadá vestido de civil o militar: eso no interesa tanto, sino la vida de los pueblos y sus intereses, la situación de la niñez, de la pobreza. Todo esto debería estar en nuestros medios y no está.
El gobierno afirma que ésta ha sido una “década ganada”. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
B: Se han hecho cosas positivas, como el juzgamiento de los militares. Tengo 88 años y es la primera vez que veo morir a un dictador en una cárcel común, como Videla. Soporté trece dictadores militares y todos murieron en las camas de sus residencias, vestidos con el uniforme de general. Esto ya es un hecho positivo. Pero fuera de eso hay mucha corrupción.
Hace poco se conmemoró otro Día del Trabajador. ¿Qué podría decir de la condición del trabajador en Argentina y en el mundo?
B: Hay mucha corrupción. Los obreros tendrían que estar representados por gente que trabaja y no por gente que hace veinte años que es gremialista. Seguir el ejemplo de los anarquistas de antes, donde todos los dirigentes trabajaban y después del trabajo iban a ser dirigentes sindicales, en las asambleas, todo se resolvía en asamblea. Ahora vemos que son todos profesionales del sindicalismo, todos con sus autos último modelo. Tenemos que volver a los tiempos de antes.
A propósito, le comento sobre la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), una organización gremial representativa de los trabajadores de la economía popular y sus familias, donde coexisten distintas filiaciones políticas. Le cuento cómo está compuesta y la necesidad de los trabajadores de la economía popular de ser reconocidos como tales. Bayer me presta atención y luego me dice: “Eso parece una verdadera democracia”.
El tiempo se extingue y para hacérmelo saber me cuenta que se tiene que ir al show de tango. Luego, me dice que en los próximos días va a volver a Alemania, porque su mujer está enferma y no quiere dejarla sola.
Salgo y siento el sabor a poco que me dejó el placer por esos minutos de charla.
El tiempo siempre es escaso y se nos escurre. La esclavitud del reloj es siempre feroz y opresiva, pero las personas como Osvaldo Bayer pueden vencerlo porque su legado no tiene fecha de vencimiento.
La Patagonia rebelde y tangos libertarios
Entre varios libros representativos de su autoría, La Patagonia Rebelde es uno de los más emblemáticos de Osvaldo Bayer. Fue dividido en cuatro tomos y escrito entre 1972 y 1974. Tal como recuerda Bayer en el prologo de una de sus ediciones, el libro se convirtió en bibliografía obligatoria en los colegios secundarios, a partir de una ley votada por la legislatura de Rio Gallegos que posteriormente fue vetada por el gobernador Arturo Puricelli.
El libro inspiró la película, dirigida por Héctor Olivera y protagonizada por Héctor Alterio, Luis Brandoni, Federico Luppi y Pepe Soriano. El film fue escrito por Olivera, Fernando Ayala y Osvaldo Bayer, basada en su libro.
Esos textos que relatan la masacre de los peones rurales asesinados en 1921 por el Tte. Cnel. Héctor Varela, enviado por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen, son la base de una suerte de ópera-tango llamada “Tangos libertarios”.
Se trata de una obra conceptual de once temas originales, la mayoría compuestos por Osvaldo Bayer y la orquesta “Quinteto Negro La Boca”, que giran alrededor de la historia del anarquismo.
El 23 de abril hicieron su primera presentación en el Centro Cultural Torcuato Tasso –frente al emblemático Parque Lezama, corazón de San Telmo, centro histórico de la Ciudad de Buenos Aires–. Las primeras presentaciones contaron con la presencia de Osvaldo Bayer.
Yaquis y nuestros pueblos originarios: un denominador común
Paco Ignacio Taibo II es el autor del libro que transcurre en la segunda mitad del siglo XIX y que relata la historia de un pueblo nativo del noroeste de México, en el límite con EE.UU.: los Yaquis, que fueron perseguidos, expulsados y exterminados para apropiarse de sus tierras y favorecer los negocios con la tierra.
Osvaldo Bayer es quien mejor ha relatado los hechos históricos del exterminio de los pueblos originarios que llevó adelante el Gral. Roca en la llamada “Conquista del Desierto” (1878) y que permitió la apropiación de grandes extensiones territoriales y consolidó el latifundio.
Un paradigma que parece haberse puesto en marcha con asombrosa precisión en distintas latitudes del continente americano casi en simultáneo y que perseguía los mismos fines: apropiación de tierras, exterminio de los legítimos poseedores, transferencia territorial en pocas manos, negocios privados.
La historia de la desigualdad en nuestro continente parece responder a los mismos intereses con los que en el mundo se han organizado los poderes dominantes para oprimir y explotar a las mayorías.
Por:
Entrevista: Vivian Palmbaum
Redacción: Equipo Buenos Aires (Francisco Farina, Luis Zarranz y Vivian Palmbaum)
Fotos: Daniel H. Geada
Ilustracion: Andreina Poli