Los diferentes eventos internacionales que tuvieron lugar en Brasil en los últimos años han intentado ocultar a una gran cantidad de personas que se encuentran en situación de calle. En este artículo los investigadores Igor Robaina y Katharina Schmidt analizan este fenómeno que trasciende a gobiernos de distintos signos políticos.
“Desde marzo de 2016, Río de Janeiro no tendrá más población sin hogar”. Esta afirmación de la Secretaría Municipal de Desarrollo Social fue publicada por el diario O Dia, en agosto de 2015. Desde entonces, hemos constatado la progresiva reducción de esta población en los lugares centrales de Río de Janeiro. ¿Por qué marzo de 2016? ¿Qué tiene de especial este mes para convertirse en un marco histórico de transformación de un fenómeno concebido como un problema público?
¿La lógica centro-periferia como política social en la ciudad de Río de Janeiro?
Desde el año de 2009 se han venido sucediendo distintas acciones denominadas “choque de ordem”, operaciones que, entre otras medidas, conllevan el desalojo de la población sin hogar de los espacios públicos con el objetivo de “acogerla” en albergues u otros centros localizados en la periferia de la ciudad. Estas operaciones han sido fuertemente criticadas por sus intenciones higienistas y el tratamiento inhumano con la población afectada, destacándose las acciones violentas, insalubridad y saturación de los centros de acogida. Cabe destacar que, desde el inicio del año olímpico, el desarrollo de las pruebas preliminares a la gran cita de agosto ha aumentado considerablemente la llegada de turistas, atletas y personalidades internacionales. De forma paralela a este flujo de llegadas, se percibe la “desaparición” gradual de la población sin hogar de las principales áreas de Río de Janeiro. En este escenario se observa al mismo tiempo un progresivo deterioro de la asistencia social en los espacios públicos del área central de la capital, tanto la desarrollada por el Centro de Referência para a População em Situação de Rua Bárbara Calazan, como por las organizaciones no gubernamentales y filantrópicas.
Este fenómeno no es novedoso, principalmente si tenemos en mente otros grandes eventos desarrollados en Río de Janeiro y que presentaron resultados diametralmente opuestos a los principios democráticos y ciudadanos. El anuncio de visita de la Reina Elizabeth II a Río de Janeiro, acaecida en 1960, fue acompañada por un movimiento conocido popularmente como la “operación caza-mendigos”.
En las últimas décadas, otras experiencias expresan la misma forma de actuar con respecto a la población sin hogar en la “Cidade Maravilhosa” La ECO-92 (1992), El Río+20 (2012), la Copa de las Confederaciones (2013) y el Mundial de Fútbol (2014) compartieron formas de actuación similares con respecto a la población sin hogar. Entre los años 2013 y 2014 se interpusieron numerosas denuncias al extinto Centro de Defesa de Direitos da População em Situação de Rua, centro que registró durante su funcionamiento continuos abusos referidas, sobre todo, a expulsiones forzosas de población sin hogar.
Cabe recordar igualmente las condiciones inhumanas que históricamente sufren algunos de estos centros de acogida en la ciudad, así como el sentimiento de miedo e indignación por parte de la población que los habita. Ello derivó en la clausura del mayor centro público de acogida en Río de Janeiro, así como la revisión de las conductas policiales, de la seguridad municipal y la Secretaria Especial de Orden Pública.
Paralelamente se vienen observando otras acciones contra la población sin hogar Más allá de la actuación de las asociaciones comerciales y de vecinos que presionan al poder público para proceder a la expulsión de la población sin hogar, ahora se ofrecen servicios privados para “cohibir la presencia de mendigos”[1]. Estos sectores sociales vulnerables, estigmatizados, perseguidos y que continuamente sufren la desatención de las acciones públicas, se enfrentan ahora a nuevas lógicas sistémicas de violencia por parte de la iniciativa privada.
¿En búsqueda del Espíritu Olímpico?
En un período caracterizado por la fuerte crisis socio-política y económica del país, el discurso de un espíritu olímpico de paz y solidaridad parece totalmente contraproducente, todavía más si considerarnos la situación actual de la población sin hogar en Río de Janeiro. Todo indica que, una vez más, estas personas serán trasladadas a centros de acogida lejanos, dificultando o limitando su movilidad; de este modo, estos colectivos no molestarán a los invitados del espectáculo olímpico con su presencia. Seguramente este segmento de la población no podrá interactuar con los demás ciudadanos en los espacios públicos, espacios que tienen como principios básicos la diferencia, coexistencia y tolerancia.
Por tanto, en lugar de cumplir las determinaciones de la política nacional para la población sin hogar y afrontar las desigualdades de la ciudad, se adoptan soluciones insostenibles para mostrar temporalmente una imagen idílica en la ciudad. Sin embargo, el hecho de ocultar y alejar a esta población de los espacios públicos no significará que ésta deje de existir.
Planteamos en consecuencia la siguiente cuestión: ¿Dónde estará la población sin hogar durante las olimpíadas de Río de Janeiro?
Por Igor Robaina y Katharina Schmidt
para Equipo de Comunicación Popular al Margen.
[1]Jornal O Globo, 12/04/2016.