(APe).- Tres palabras fueron repetidas en los últimos días en relación al negocio multinacional y paraestatal del narcotráfico: parches, guerra y barro.
El martes 30 de agosto de 2016, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lifschitz, coincidieron en la necesidad de acciones “conjuntas y coordinadas” entre ambas jurisdicciones para encontrar “soluciones definitivas” a los problemas de inseguridad que afectan al segundo estado argentino.
“Tanto el Ministerio de Seguridad como la Gobernación de Santa Fe entienden que los parches son un maquillaje que no resuelven la problemática de fondo y que la estrategia conjunta debe ser atacarla en profundidad”, afirmó la titular de la cartera de Seguridad.
Por su parte, el secretario de Seguridad Interior, Gerardo Milman, en coincidencia con la ministra Bullrich, dijo que “creemos, sin ninguna duda, que no se puede volver a sistematizar parches que no han resuelto los problemas del pasado”, cerró el funcionario.
Los diccionarios etimológicos sostienen que la palabra parche viene del francés antiguo y surgió en el idioma castellano hacia el año 1607 y significaba lonja fina de cuero del país
de los Partos. Este pueblo existía en la zona noreste de Irán y fueron los que reconquistaron las tierras del viejo imperio persa hasta que cayeron en el siglo III después de Cristo, derrotados por los sasánidas.
Es decir que los parches son reconquistas momentáneas de un viejo esplendor y sus rupturas pueden ser mucho más profundas que las anteriores.
Pero, ese mismo día, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, anunció el plan “Argentina sin narcotráfico”.
Es curiosa la consigna: un país sin narcotráfico sería vivir en un país sin capitalismo porque en el último medio siglo las cincos formas de acumulación de riquezas del sistema son el petróleo, las armas, los medicamentos, el narcotráfico y la trata de personas.
Y el presidente Mauricio Macri no parece ser un abanderado de la lucha contra la ferocidad del sistema.
En esa presentación sostuvo que deben existir “programas de prevención, ahí van los programas de la niñez, centro de primera infancia, ampliar los jardines de infantes… Ahí tenemos que ganar esta guerra pero también trabajar en la inclusión social y laboral, son todos campos donde tenemos mucho que hacer”, remarcó el presidente.
La palabra guerra apareció en el idioma castellano en el año 1037, y venía del germano werra, significaba discordia, pelea, tumulto, disturbios. Pero en el terreno del negocio del narcotráfico surgió con demoledora fuerza hacia finales de los años ochenta, durante la presidencia de Ronald Reagan que, justamente, le declaró la “guerra a las drogas”. Desde hace cinco años, sin embargo, las Naciones Unidas declararon que la “guerra” contra el narcotráfico está perdida porque, en definitiva, el negocio continúa. Que los castigados de siempre, la juventud de las periferias, serán las víctimas de esta guerra.
Con lo cual, la solución definitiva de la guerra contra las drogas fue más un parche que un punto final, sostienen los informes de las Naciones Unidas.
Pero en estas pampas que desafían la imaginación de los cronistas, en pleno tercer milenio, el parche de la guerra contra el narcotráfico se repite como si fuera una novedad.
Y la otra metáfora que surgió fue la “cancha embarrada”, término futbolero que remite a la cancha grande de la realidad, donde se mueve el mítico barro de la historia.
La dijo el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, cuando sostuvo: “Jugamos en una cancha embarrada, en la que juegan el narcotráfico y las bandas delictivas”
La etimología remarca que el término barro es una voz prerromana y surgió entre los años 1250 y 1280 como abreviación de jarro y tres años después de la conquista de América, en 1495, también empezó a definir a un grano en la cara.
El barro está adentro de la maquinaria del sistema, no está afuera. Ni el narcotráfico ni las bandas delictivas vienen de afuera de la cancha de la historia. Son parte del mecanismo del poder.
Las tres palabras, parche, guerra y barro, tienen una historia política poderosa no solamente en los atribulados arrabales del mundo que es la Argentina, sino también en diferentes latitudes.
Pero en esta repetida pose ante el negocio del narcotráfico y las armas, la llamada guerra termina siendo un parche y es en el barro de la historia del capitalismo de las últimas cuatro décadas, donde hay que identificar el origen del problema. El barro está en las entrañas del sistema y para terminar con el narcotráfico hay que construir otro tipo de sociedad, sin parches ni guerras, con valores concretos que hagan de la vida una celebración y no una pena impuesta contra los que son más.
Por Carlos Del Frade
Fuente: “Breve Diccionario Etimológico de la lengua castellana”, de Joan Corominas, Gredos, Madrid, 1997 – Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 30 de agosto de 2016 – Diario “Clarín”, miércoles 31 de agosto de 2016 – Diario “La Capital”, miércoles 31 de agosto de 2016.
Edición: 3226