Durante la pandemia muchas personas retomaron viejas costumbres que, con la aparición de productos ultraprocesados y el estilo de vida actual, parecían ya olvidadas.
Las redes facilitaron la búsqueda de técnicas y recetas caseras para realizar preparaciones ancestrales, reapareciendo por ejemplo, los amasados con masa madre.
Cocinar nos otorga infinidades de beneficios, mejorando nuestra calidad de vida.
Desde lo nutricional, nos permite moderar y conocer los ingredientes de nuestras preparaciones.
Al cocinar con alimentos frescos, naturales y con la totalidad de sus principios nutritivos, reforzamos nuestro sistema inmune. También identificamos nuevas texturas y sabores naturales, orientando a nuestras papilas gustativas hacia lo real.
En cambio, con los productos industrializados o las comidas rápidas, esto no sucede. Los rótulos de los empaquetados no suelen ser claros y especifican componentes que no conocemos. Por otro lado, estos productos, contienen exceso de grasas, azúcares y sodio junto con agregados artificiales para realzar el sabor, lo cual interfiere en una adecuada alimentación.
Por esta razón, cocinar siempre es la mejor opción, y si por diversos motivos no podemos hacerlo, lo ideal es optar por lo más saludable, donde tengamos información clara sobre los ingredientes y la elaboración de lo que estamos consumiendo.
Preparar nuestra comida nos ayuda a economizar ya que podemos elaborar preparaciones de mejor calidad y mayor cantidad a menor costo. Es importante en este sentido organizarnos y establecer una porción. Por eso, si cocinamos de más y nos sobra comida, conservarla para una próxima ocasión, para que cocinar se convierta en un aliado y no repercuta negativamente en nuestra salud.
Al ser quienes manipulamos los alimentos, si utilizamos las técnicas adecuadas, optimizamos también la higiene alimentaria.
Cuando cocinamos invertimos nuestro tiempo en una actividad terapéutica, estrategia muy útil en el manejo de la ansiedad.
Una buena alternativa para generar educación alimentaria desde la infancia es integrar a los niños en la cocina para que puedan experimentar e integrar alimentos nuevos.
Cocinar nos conecta con nuestras raíces, con aquellas recetas que nos remiten a la infancia y nos devuelven al hogar, transportándonos a ese momento de placer mientras nos agasajaban con comida casera.
Comer es un acto sociocultural y la comida nos une, estableciendo un lazo con nuestros seres queridos y restableciendo nuestras costumbres como símbolo de identidad.
En la foto, mi abuela Chicha, una abuela de sabores, aromas y recetas inigualables, de amasados caseros y ravioles de Domingo, panes auténticos con dulces frutales de estación y chocolatadas calientes en mañanas frías antes de ir a la escuela.
Por Malena Raggio. Instagram: @nutri.atr
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen