La línea 102 suele ser el primer contacto que una mujer víctima de violencia tiene para activar un protocolo que la cuide y proteja. Desde Al Margen recorrimos los circuitos de atención que se instalaron en Bariloche tras la constante movilización de los colectivos de mujeres.
Para escuchar a las trabajadoras y encontrar esos vacíos, en donde el Estado desaparece y las mujeres quedan libradas a su suerte y tienen que lidiar con violentos que están dispuestos a torturarlas psicológica y físicamente.
La línea 102 pertenece a la Secretaria de Desarrollo Social del Municipio. Depende directamente de la Dirección de Instituciones. El departamento tiene 3 dispositivos: La línea 102, la guardia de las primeras horas y la Casa Amulen.
– ¿Cómo llega una mujer que sufre violencia de género a esta oficina?
– En principio tenemos la línea 102, para escuchar, contener, asesorar. La línea funciona las 24hs todo el año. Es gratuita, y pueden llamar desde cualquier teléfono.
– La línea funciona como ayuda de emergencia, pero puede ser también para contención. Emergencia se refiere a cuando la mujer te llama y te pide un móvil al domicilio, porque el agresor fue a su casa a golpearla, a llevarle al menor, a romperle los vidrios, a patearle la casa. O tiene una prohibición de acercamiento, y lo ven al agresor dando vueltas alrededor de la casa y llaman para pedir un móvil. O la mujer que ya pasó esa etapa y quiere sostener la decisión de no volver con el hombre.
– Entonces, las mujeres llaman al 102. ¿la guardia de las primeras horas también es telefónica?
– El despeje primero y la valoración de riesgo lo hace la operadora telefonista. Ellas, una vez que evalúan que la mujer está en un riesgo determinado, suelen derivarlas. Si hay necesidad de una intervención médica, a la guardia del hospital. Si hay un riesgo eminente de vida o hay menores involucrados y hay un riesgo de vida, se manda un móvil policial. En los niveles altos, altísimos, de riesgo, no interviene la guardia de primeras horas, porque es un momento en donde se valora la cuestión de vida o muerte. Si esta situación está resuelta, derivan a instituciones intermedias, que serían el hospital o las comisarías. Son los lugares donde la guardia de primeras horas sí tiene espacio y las posibilidades de trabajo en una entrevista con la víctima.
– Nosotras buscamos un ambiente donde la persona tenga la voluntad de recibirnos, para contenerla, asesorarla en el tema de la denuncia, ver cuál es la red de contención familiar segura con la que cuenta, porque capaz tiene un montón de familia, pero eso no implica que tenga un lugar seguro al cual dirigirse en ese momento.
– El agresor conoce todas las direcciones de su familia.
– O por ahí esos familiares ya no son protectores. El tiempo de violencia familiar que se haya sufrido impacta en el círculo familiar más amplio, hay una situación de aislamiento, de corte de esta relación con las familias de origen. En esos casos, en los que se evalúa que no hay un lugar seguro, y que también la víctima lo contemple como contenedor, como un sostén, se evalúa la posibilidad del ingreso al refugio. Es una de las últimas opciones, porque el refugio es una institución, tiene sus reglas. La persona tiene que expresar la voluntad. Toda su vida cotidiana se ve afectada.
– Algo importante es diferenciar la violencia de género y la violencia familiar. Nos queda chico el concepto de violencia familiar. La Ley nacional habla de violencia de género, y la Ley provincial 3040 y su modificación, la 4241, lo acota a lo familiar. Y nuestros dispositivos están enmarcados en esa Ley provincial. Hay muchas situaciones que se reciben en la línea o que consultan en las comisarías, que hacen que nuestros dispositivos queden chicos.
-¿Por ejemplo?
– Por ejemplo, en una situación de abuso sexual en la vía pública de un desconocido, los dispositivos de atención que la Municipalidad ofrece, no son pertinentes. Porque no es dentro del círculo familiar.
-¿Qué creen que falta en los dispositivos existentes, para que una mujer pueda sostener el proceso de salida de la violencia?
– Lo que hay teóricamente son estos dispositivos que dependen de la Provincia, que son los Servicios de Abordaje Territorial, en donde teóricamente hay espacios en cada uno de los territorios de Bariloche, en donde hay un equipo que continúa y hace el seguimiento de estos casos, estén o no judicializados. Ahora, la realidad es que sabemos que están desbordados, que no alcanza con la cantidad de gente que tiene en territorio, que no le pueden dar respuesta a la cantidad de casos que hay, que no pueden hacer un seguimiento real. Sí hay intentos, nosotras lo que notamos es que en los casos que egresan de Amulen, nosotras hacemos una derivación a los equipos SAT y la verdad es que hacen lo que pueden. No es una crítica hacia las trabajadoras. Es una cuestión sistémica. No están dadas todas las condiciones que tendrían que haber. Ahí es lo que vemos que falta. Y la pata de la Justicia, ese es un gran bache.
-¿Cómo la ven?
– Si vos te ponés a analizar la situación, la que siempre atraviesa el sistema es la mujer con los hijos. La mujer deja de trabajar, los hijos dejan de estudiar, el hombre queda en su casa mirando tele. La mujer tiene que ir a una casa refugio, al juzgado, al hospital… porque la Justicia no hace nada. Acá, lo que nos falta es que la Justicia haga algo. Es así.
-¿Qué pasa cuando no se cumple una prohibición de acercamiento?
– Pasa continuamente.
– A la mujer le agota. Llama al móvil, el hombre se va. Se va el móvil, aparece el hombre de nuevo. Tenés que ir a ver a tu defensor, otra vez. 50 veces van a ver al defensor. Es un cansancio y un desgaste impresionante.
– Ahí aparece ese concepto de revictimización que es tan nombrado, y ahí, se ve, toma forma real. En esta cuestión reiterada donde la mujer está exigida a rendir cuentas de su vida privada, ella tiene que ponerse a disposición de la Justicia.
– Y más que nada la cuestión de los accesos, porque la mujer hace una denuncia y pareciera que alcanza. Y nadie le informa que ese es el primer paso. Esa denuncia, si el primer día hábil no se dirige a un juzgado de paz donde hay una jueza que evalúa, si dictamina una prohibición o lo deriva a familia, se cae. Por eso, ahí es recién el inicio. La mujer tiene que ir al juzgado de paz, buscar un abogado. Vas a buscar un defensor y estás cinco horas esperando a que alguien se digne a atenderte, tenés que aceptar una estrategia de ese abogado que ni siquiera escucha, qué es lo que estás solicitando, y de qué forma lo estas solicitando, con una cuota de alimentos que es de 3000 a 4500 pesos con 3, 4, 5 pibes. Como el sistema hace que esta mujer tenga que lamentablemente volver a esa relación de pareja por una cuestión de sustento económico, habitacional, en donde el Estado, que tiene que dar cuenta de un abordaje integral, que es lo que dice la Ley nacional, no lo cumple. Porque no hay asistencia para víctimas, no hay asistencia para niños, no hay un marco legal que los ampare. Las medidas proteccionales están tardando un mes, un mes y medio.
-¿Las medidas son la prohibición de acercamiento y la exclusión del hogar?
– Hoy por hoy, esa medida de prohibición de acercamiento no tiene peso. Porque cuando a la mujer le dan la cedula de notificación, hay una parte de las multas que el tipo tiene que pagar si viola la prohibición. En realidad, no se cumple nunca. No hay sanción.
– La puesta de límites, que es el trabajo que hace la mujer, no es solamente la cuestión emocional, son muchas las aristas que hay que atender. Lo económico, habitacional, emocional, las redes de contención, lo laboral. En general, las personas están en situaciones de trabajo precarizado, en donde no tenés la posibilidad de tomarte una licencia, ni un día, ni perder mañanas dentro del poder judicial para resolver tu situación. Entonces es complejo.
– Y donde más se traba es en la Defensoría de Menores. El visto del defensor de Menores para dar cuenta de las medidas que pide esa mamá, es donde más se traba.
– Esta medida excepcional, que es estar adentro de un refugio, se te alarga hasta un mes y medio.
-¿Quedan las mujeres un mes y medio adentro del refugio?
– Hubo casos de mujeres que se quedaron hasta 3 meses.
– Porque cuando hacés una primera denuncia es un circuito, pero cuando vas por la segunda o la tercera denuncia, es otro el circuito.
– El año pasado estuvimos en una jornada con la jueza de Familia, la Dra. Pájaro, y también discutimos: si la mujer ya llegó al refugio, ya no hay más límite que ese. Ya no tiene a donde ir. Nadie quiere estar adentro del refugio. No por las condiciones en las cuales esté institucionalmente, sino porque toda la vida familiar de esa mujer se ve alterada. Lo que la jueza de Familia nos explicaba es que la demora en estas medidas que ella está dando tienen que ver con evaluar si una mujer está segura o no, como para que después no de marcha atrás una vez que se dictamina la medida. Básicamente por la cuestión de estadística que hace el poder judicial.
-¿Qué dicen las estadísticas?
– Por la reincidencia que vuelve con él. Volvemos con lo que habíamos arrancado a charlar. El cuestionamiento sobre la mujer, y sus conductas y sus decisiones, elecciones, sin hacer una lectura más amplia del contexto donde ella está tomando esa decisión. Qué otros factores están incidiendo en esa decisión, no son evaluados.
– Pero no se toma en cuenta el motivo por el que volvió. Y desde el poder judicial dicen: ella vino tantas veces, hizo tantas denuncias y, al final, ella misma rompe las medidas. Entonces piensan 30 veces antes de volver a darle una medida.
Entonces hay dos nudos críticos: la ausencia de recursos después de la primera atención, y por el otro lado, esta bajada del poder judicial que es protectora de los abusadores…
– Sí. No hay medidas sancionatorias para el agresor. Aunque se hagan denuncias penales. Y menos que menos si no cumple con cuotas de alimentos. Y siempre recaen sobre la mujer todos los controles y exigencias.
– Más que protector del agresor es protector de todo el sistema, del modo de funcionamiento.
-¿Y cuántos casos tienen?
– Alrededor de 200 llamados por mes. Haciendo una estadística grosera, la mitad son por violencia de género. Y de esos llamados, 10 ingresan a Amulen.
-A modo de cierre: ¿Qué les sugieren a las mujeres que hagan?
– Que hablen, que llamen a la línea, y si no se animan, que lo hablen con una amiga, con una prima, con su mamá, con su papá, que empiece a nombrarlo, que van a encontrar oídos que van a escuchar. Estamos en un proceso de cambio, la puja está fuerte. Hay que apostar por más.
– Y que es un problema social. No es un problema individual de la mujer. No es un problema puertas adentro. Tenemos que darnos cuenta que es un problema de toda la sociedad.