La convocatoria empezó a circular el sábado a la noche. Aún no se sabía mucho. Aunque la información no paraba de circular nada terminaba de ser confirmado o el mensaje que llegaba era contradicho por el siguiente. Mataron a una mujer. Mataron a un hombre. Hay un muerto. Hay dos muertos. Hay uno y dos heridos. Los teléfonos no pararon de vibrar en toda la noche. Audios. Comunicados. Repudios. Pedidos de acompañamiento. Información incierta. “No circulen esto que todavía no está confirmado”.
Durante las primeras horas del día llegó la confirmación. Cerca de la 1 de la madrugada la familia reconoció el cuerpo de Rafael Nahuel. Había muerto de un disparo por la espalda, mientras escapaba cuesta arriba en la recuperación territorial Lof Lafken Winkul Mapu. La convocatoria no se hizo esperar. El mensaje era corto y conciso, marchar el domingo 26 a las 17 hs. El recorrido era el mismo de todas las marchas en Bariloche: desde Onelli y Brown hasta la Plaza de los Pañuelos. La única condición estaba en un audio de la familia de Rafael: lo que hagan que sea en paz. Para esa hora ya había un muerto, personas que no aparecían y no se conocía su paradero, fuerzas policiales seguían llegando a la región aunque el procedimiento de desalojo fue suspendido.
En general los domingos de noviembre -temporada bajísima- el centro suele estar despoblado. A excepción de la siempre concurrida Mitre a la altura de las chocolaterías, el resto de las calles dejan ver el pueblo que persiste. Pero, esta vez la presencia de grupos policiales y militares dispersos por la ciudad marcó la diferencia. La calma habitual era entrecortada por una camioneta de gendarmería que pasaba por Gallardo, el GEOP apostado en la puerta de Parques Nacionales, tres o cuatro agentes caminando juntos, las puertas del shopping cerradas con candado -salvo una que hacía de entrada-, los agentes de algún cuerpo especial estilo SWAT con sus armas largas. El día estaba muy soleado y el ambiente muy espeso.
Las canciones hacían acordar a otras marchas que recuerdan otros crímenes. Por momentos el dolor hacía callar a quienes caminaban. Pero al llegar al hospital de la calle Moreno nadie más quedó en silencio. Los aplausos hicieron estruendo para espantar el dolor, la bronca y el miedo. Se sabía que estaba ahí y que le estaban realizando la autopsia. Al menos su cuerpo estaba ahí. Fueron muchos los abrazos con la familia y los amigos, como también fueron muchas las lágrimas.
Turistas y paseantes de la calle Mitre miraban desde la vereda. Había quienes filmaban y quienes preferían ni mirar. Un grupo enorme de jubilados se pegó a la ventana de su hotel para mirar, mientras tomaban su café con medialunas. Desde adentro, uno saludo con el puño izquierdo en alto.
“Nuestro pueblo está llorando, porque a una vida joven se la llevaron”, fueron las primeras palabras de Patricia Pinchuleo luego del saludo en mapuzungun, en la lectura de un documento. Sus palabras apuntaron hacia la represión del Estado contra el pueblo mapuche, para dejar en claro que la persecución, el asesinato y la tortura llevan muchos años, tantos como el Estado mismo. No es ninguna novedad, pero la negación sistemática de este pueblo y sus conflictos hace a la necesidad de repetirlo hasta que se entienda.
La desconcentración fue tranquila y pausada, bajo la mirada atenta de las fuerzas especiales que desde las esquinas y atrás de sus escudos Eveían el lento fluir de quienes marcharon.
Forografías: Eugenia Neme
Por Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen