En Bariloche hubo varios episodios donde pibas y pibes menores de edad fueron amenazadxs de muerte en las redes. Cuando el escrache se vuelve viral puede que la piba o el pibe no quiera volver a escuela, o se infrinja autolesiones, o no soporte más ese sufrimiento y se quite la vida.
La agrupación H.I.J.O.S. en su lucha contra la impunidad de los represores de la dictadura cívico militar actuaron bajo el lema “si no hay justicia, que haya escrache”. Este mensaje es claro: primero está la instancia de un juicio, un proceso de investigación a partir del cual se resuelve si el acusado es culpable o no para aplicar una condena acorde a la gravedad de los hechos imputados. El acto punitivo del escrache es la última herramienta, se utiliza solo cuando la justicia se dilata en sus propios laberintos burocráticos.
En las redes sociales se utiliza demasiado fácil el linchamiento virtual donde en un mismo acto se denuncia y se condena a una persona. Este acto borra el estado de derecho, la presunción de inocencia y la gradualidad de la pena. Esto se vuelve alarmante cuando el escrache está dirigido a chicos y chicas menores de edad e inimputables ante la ley.
La virtualidad es un nuevo territorio y es real. Lo que pasa en las redes atraviesa nuestra vida y la violencia que allí se desplega nos afecta. Las juventudes pasan mucho tiempo en este espacio digital. Mariana Moyano -especialista en redes y nuevas tecnologías de la comunicación – dijo en una entrevista que aun cuando las adolescencias tengan un gran manejo de las redes, todavía no poseen el conocimiento para darse cuenta cómo esa tecnología impacta en sus vidas íntimas. “El medio nos moldea –dice la periodista– Se dicen cosas que no se dirían en un encuentro cara a cara. Alguien escracha a alguien y los demás agregan argumentos hasta que la acusación se viraliza y cobra legitimidad.”
Sergio Giménez -sicólogo del ETAP- nos confirma que en nuestra ciudad las situaciones de suicidio en las adolescencias se incrementaron durante la pandemia. Ciertos episodios estuvieron ligados a lo que sucede después de verse expuesto en las redes. “A veces –explica Sergio– ellos y ellas eligen exponerse y se vuelven blanco de distintas violencias. Otras veces no. Y en estos casos las pibas y los pibes viven la amenaza como algo real y esto les resulta insoportable”.
Sergio pone en evidencia que si bien cuando hay una emergencia las instituciones resuelven, en materia de prevención todavía hay mucho por hacer. Esta problemática se trabaja en las escuelas secundarias, en el espacio de vida estudiantil (EVE), sin embargo, no existen programas prolongados en el tiempo, los recursos son escasos y la demanda es cada vez mayor. “Los dispositivos a largo plazo –dice Sergio– son muy difíciles de sostener. Existe la sensación de que estamos siempre corriendo desde atrás”.
En la pandemia la vida se reveló más precaria al mismo tiempo que la vida digital escaló en volumen en un espacio que no está reglamentado y que funciona con ciertas lógicas todavía enigmáticas. Este contexto requiere que se aborde esta problemática y se haga una lectura crítica como comunidad.
Línea de Prevención del Suicidio: (011) 5275-1135 (desde todo el país)
Por Verónica Battaglia
Fotos: Duke
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen