Dialogamos con Ezequiel Peressini, integrante de la flotilla humanitaria que intentó llegar a Gaza. Hoy a las 19 horas relatará la experiencia en un conversatorio en la sede de la UnTER en la ciudad, para luego continuar en El Bolsón y Neuquén con el objetivo de fomentar el apoyo al pueblo palestino.

“Nos acompañaron los pueblos del mundo”, dice Ezequiel Peressini.
El 31 de agosto último el cordobés Ezequiel Peressini zarpó del puerto de Barcelona junto con otras casi 500 personas en 24 barcos con el objetivo de llevar agua, comida y medicamentos a los habitantes de Gaza, aislados por un prolongado y cruento bloqueo por parte de Israel. Durante el viaje sufrieron ataques con drones. Un mes después, fueron interceptados por autoridades israelíes y enviados a la cárcel de máxima seguridad de dicho país, donde atravesaron momentos muy difíciles. Esta experiencia será relatada hoy, a las 19, en la sede de la UnTER, en Elflein 735, en un conversatorio abierto al público.
Peressini integró la Flotilla Global Sumud -“perseverancia” en árabe- como militante de Izquierda Socialista e integrante de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores Cuarta Internacional (UIT-CI). Tiene 42 años y los cumplió el 7 de septiembre, a bordo del Sirius y en medio del Mar Mediterráneo. Fue diputado provincial entre 2015 y 2019 y vivió en Perú y luego en Chile hasta el año pasado.
-¿Cómo decidiste sumarte a esta iniciativa global?
-El apoyo a la lucha de los palestinos está creciendo en todo el mundo y en el programa de la Izquierda Socialista está la defensa de esta lucha. De Argentina viajamos siete personas, entre ellos el diputado nacional Juan Carlos Giordano. Fue una experiencia muy enriquecedora porque había personas de distintas partes del mundo y con muchos enfoques políticos.
-¿Cómo se prepararon y organizaron?
-Tuvimos un breve entrenamiento -en España, en el mismo lugar donde lo hicieron las Brigadas Internacionales que combatieron a Franco- y nos organizamos en comisiones. En un barco la actividad es permanente, entonces había comisiones de limpieza, comida y vigilancia, por ejemplo. La vigilancia era necesaria y permanente, tuvimos dos ataques con drones: uno en Túnez y otro entre Creta y Sicilia.
-¿Sentiste temor en algún momento?
-El temor era una sensación común entre todos. Sabíamos que Israel iba a impedir la llegada de la ayuda humanitaria. Pero logramos una gran camaradería y había mucha disposición de lucha y combatividad. El objetivo era hacer el mayor recorrido posible y en 30 días de navegación hicimos 3000 kilómetros.
-¿Y cómo eran el ánimo arriba de los barcos?
-Nos acompañaron los pueblos del mundo: el pueblo español impidió la vuelta ciclística de España y los trabajadores de Italia hicieron una heroica huelga, por ejemplo. Los países tienen cobardía diplomática y doble discurso. Ahora la pelea pasa por lograr que los distintos Estados del mundo corten relaciones con Israel por el genocidio étnico que está llevando adelante contra la población gazatí.
-¿Cómo fue el día que los interceptaron?
-Fue el 1 de octubre a las 20.30 aproximadamente. Estábamos a unas 50 millas náuticas de Gaza aproximadamente. Nos cortaron la energía y la conexión a Internet. Luego, se acercaron dos grandes embarcaciones de guerra avisando que no permitirían que avanzáramos. De ahí salieron dos lanchas con unos 20 soldados israelíes fuertemente armados y con equipos de visión nocturna. Cuando llegaron ya estábamos todos en la cubierta con las manos arriba. Nos identificaron y tomaron el control del barco.
Navegamos 24 horas hasta el puerto de Ashdod, en Israel. Nos tenían a punta de fusil todo el tiempo. Después, nos trasladaron a las 473 personas de la flotilla a la cárcel de máxima seguridad de Ktzi’ot, a pocos kilómetros de Egipto. Allí nos dieron agua y comida. Permanecimos ahí durante una semana. Hacían simulacros de fusilamiento: apagaban las luces de las celdas y apuntaban las miras láser hacia nosotros. A otros los sacaban en medio de la noche al desierto y simulaban que los fusilaban. Algunos sufrieron golpes menores. Y la pasaron mal quienes tenían algún padecimiento crónico, porque no les daban los medicamentos. Recibimos una fracción de una fracción de la represión que ejercen contra los palestinos.
Allí en la cárcel pudimos decirle en la cara al ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, “Free Palestine. Stop the genocide”. Finalmente nos liberaron en Jordania y el 7 de octubre nos expulsaron.
-¿Qué pasó con las embarcaciones y la ayuda humanitaria?
-Robaron todo. Se quedaron con los barcos, la mercadería y hasta nuestros elementos personales.
-¿Cómo sigue esto?
-Ahora la pelea es exigir a los gobiernos que rompan relaciones con Israel. El Estado de Israel es terrorista. Están haciendo una limpieza étnica desde hace 80 años, el sionismo israelí es el nazismo de este siglo.
Por Ximena Linares Calvo
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen

