Nadie en la Argentina encuentra más caro los alimentos que en la Patagonia: por la distancia, por el turismo, por la oferta concentrada. Menos tenés, más pagás. Sin embargo, en la ciudad donde el Estado no activa políticas para descomprimir los precios, algunos proyectos que nacen de la gente salen a dar pelea al mercado.

En Bariloche la concentración de la oferta de alimentos es evidente entre los supermercados (Todo, La Anónima, Changomás y Carrefour), hipermercados (Puelche, Diarco y Maxiconsumo) y algunas distribuidoras de productos puntuales de carnes, lácteos, frutas y verduras. El funcionamiento del Mercado Comunitario Municipal, basado en la oferta de productos locales y regionales, ha ido desinflándose en el tiempo. Pero existen experiencias para salir de la lógica.

Los precios de los alimentos en los comercios locales son elevados y no existen políticas públicas que los hagan más accesibles. Si bien se implementaron iniciativas como el mejor funcionamiento del Mercado Comunitario o las despensas comunitarias, éstas no se sostuvieron en el tiempo y tampoco lograron influir en el volumen de ventas en la ciudad. Sin embargo, algunas propuestas impulsadas por los propios consumidores y productores desafían al mercado corporativo.

“El traslado de los productos es un componente importante en el precio. Pero además de que estamos lejos, hay que tener en cuenta que los mercados están oligopolizados. Es decir, la oferta se concentra en pocas empresas que ponen las reglas”, explicó el economista Mariano Lanza, integrante del grupo de compras comunitarias Al Margen. “En los rubros lácteos, frutas y verduras las diferencias de precios son tremendas. Compramos un queso en un mayorista y lo fraccionamos y nos cuesta menos de la mitad que en el supermercado. En algunos casos aplican el 100% o más, hay mucha discrecionalidad”, indicó a este medio.

El turismo también impacta en el alto costo de los alimentos en Bariloche. En 2024 hubo una campaña de recolección de firmas, que se inició en la plataforma de peticiones Change.org, para que los supermercados instrumentaran una “tarifa residente”. Estaba dirigida al intendente Walter Cortés y, entre los argumentos, se explicaba que los habitantes de la ciudad tienen descuentos en chocolaterías y heladerías, pero no en los comercios de alimentos. La propuesta no prosperó.

“Existen instrumentos para que los alimentos sean más accesibles pero el tema es poder controlar y sostener esas políticas públicas. El Mercado Comunitario podría ser un buen instrumento, pero en la actualidad está desarticulado. La no política también es una política”, afirmó Lanza.

El rubro alimentos y bebidas es el principal gasto que afrontan las familias argentinas según la Encuesta Nacional de Gasto de Hogares elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Cuando los ingresos son más bajos, es mayor el porcentaje que se destina a la alimentación. Es por esto que la inflación y los precios altos suelen pegar con más fuerza en los sectores de escasos recursos. En Bariloche, como en la mayor parte de la Patagonia, el costo de los productos alimenticios es mayor que en otras regiones del país. La diferencia es más notoria en los productos frescos.

“Transitamos tiempos de profundas transformaciones en las que grandes corporaciones concentradas, desde el agronegocio, pasando por las farmacéuticas, químicas y hasta las financieras, pasaron a tener una centralidad enorme en la definición de los rumbos de la alimentación en el mundo”, afirman Fernando Frank y Marcos Filardi en su  trabajo “Alimentación en Argentina: entre los derechos y los negocios”.

Frank -ingeniero agrónomo por la Universidad Nacional de La Pampa y Filardi -abogado y miembro de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires (UBA)- afirman que el agronegocio “modificó la estructura agraria, generando concentración de tierra, contaminación y pérdida de diversidad, desplazando poblaciones originarias y provocando éxodo rural”.

Además promueve una producción, distribución y comercialización altamente concentradas de los alimentos. “Las empresas del supermercadismo, a su vez, tienen su propio poder de acción sobre las cadenas, y se vuelven sinérgicas con la industria de los ultraprocesados y con la ganadería industrial. Estas lógicas, en Argentina, hicieron que muchos alimentos circulen enormes distancias por el país”, afirman Frank y Filardi.

De acuerdo con datos de 2021 de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, “las grandes cadenas concentran alrededor del 80% de las ventas totales del sector supermercadista en Argentina”. El estudio agrega que “el 74% de la facturación de los productos de la góndola se corresponden con 20 empresas”.

Buscar precios y opciones

La mayoría de las familias resuelve la compra habitual de alimentos en supermercados o negocios de cercanía. Pero también hay vecinos de Bariloche que se organizan para realizar compras comunitarias y existen grupos que buscan alternativas para acercar alimentos a buen precio.

La organización política La Tercera está llevando adelante una experiencia de comercialización de cajas E.P.A.  Con el lema “Si nos organizamos comemos todos”, la Empresa Pública de Alimentos (E.P.A) -impulsada y sostenida por cooperativas, emprendimientos y organizaciones de la sociedad civil- instaló una planta fraccionadora de productos de consumo masivo en Rosario para ofrecer alimentos de calidad a buen precio.

“En mayo hicimos la primera experiencia. Trajimos a Bariloche tres pallets, unas 200 cajas. En esta segunda oportunidad vamos a traer seis pallets”, explicó Amanda Ballero, secretaria de Economía de La Tercera. Y detalló: “Se hace una pre venta que se difunde por nuestras redes sociales. El interesado completa un formulario con el pedido y elige uno de los tres puntos de retiro que pueden ser Casa Macacha o casas particulares en el este y el oeste de Bariloche”.

La caja tiene 15 productos no perecederos y se adquiere por 23.000 pesos: “Son productos de primera línea, pero con precios que acá encontrás en terceras marcas. La idea es ofrecer calidad a un precio justo”, expresó Ballero.

E.P.A. compra a pequeños y medianos productores a granel y fracciona en su planta. La caja que llega a Bariloche tiene arroz, aceite, yerba, azúcar, té, lentejas, talitas, dulce de leche, polenta, fideos, porotos, harina, arvejas, garbanzos y puré de tomates. Todos alimentos que no se producen en la zona. “Lo hacemos porque nos preocupa la soberanía alimentaria. Apuntamos a poder ofrecer las cajas cada dos meses”, dijo Ballero.

El proyecto de extensión del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) hace un gran aporte a la soberanía alimentaria. Se trata de estudiantes y docentes, investigadores y becarios del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), extensionistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y productores hortícolas de la zona que buscan compartir saberes y construir conocimiento para reforzar prácticas amigables con el entorno y agroecológicas.

Entre los datos más importantes que generó el grupo extensionista figura el primer mapeo de huertas urbanas en Bariloche. Manuel de Paz, uno de los integrantes, destacó que la importancia no sólo es la información geográfica sino también que permite “visibilizar su aporte como proveedores de un ambiente sano con ejercicio de la soberanía alimentaria”. Una información relevante si se tiene en cuenta que el abastecimiento de hortalizas de Bariloche proviene de otras regiones del país. La información detallada puede consultarse en https://www.irnad.com.

El relevamiento detectó 130 huertas y más de 150 variedades cultivadas. El trabajo detalla que “en cuanto a los distintos actores que intervienen en el desarrollo de las huertas urbanas en Bariloche se distingue una gran diversidad de instituciones y estamentos del Estado (local, provincial y nacional), desde organismos de gestión a académico-científicos, organizaciones políticas y sociales, comunitarias o comerciales, productores familiares, redes temáticas, ferias de intercambio de semillas, entre otros”. Y agrega: “Existen a su vez iniciativas de distintas comunidades originarias (Trypay Antú, Quijada, Ranquehue), organizaciones vecinales, sociales y políticas, tanto para la producción (huertas comunitarias Cooperativa Carlos Zapata, Las Victorias, Nueva Jamaica, Central Lautaro MN CI-vía Campesina, MTE, Fundación San José Obrero, Jóvenes por Bariloche, Casa Universo, Gente nueva-Taller Mugica y la intercultural Puwen) como para la capacitación”.

Por Ximena Linares Calvo

Colectivo de Comunicación Popular Al Margen

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