Hace unos días, la Confederación General del Trabajo (CGT) fue protagonista de un hecho histórico. Lxs 201 delegadxs congresales que participaron en el Comité Central Confederal, aprobaron la reforma del Estatuto de la central para incorporar en la próxima conducción la ley de cupo femenino.
El encuentro, que se extendió durante casi dos horas en el histórico Salón Felipe Vallese de la CGT, fue la antesala al Congreso Nacional de renovación de autoridades que será el 11 de noviembre próximo. Ya en los días previos, hubo mucho revuelo. Y en gran parte estuvo ocasionado por las Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de Trabajadores (CFT-CGT) quienes emitieron un duro comunicado titulado “La CGT es con nosotras”. Allí exigieron varios reclamos por los que vienen peleando desde hace años y que se complementan con el pedido de implementación de dicha ley. Fue a través de la presión que ejercieron que finalmente fueron invitadas a este convite para debatir y lograron esto que consideraron como un “gran avance” al recibir el apoyo general a su postura.
No es para menos. Desde 2002, Argentina cuenta con la ley 25.674 de Cupo Sindical Femenino. ¿Qué estipula? Que las mujeres deben ocupar un mínimo del 30 por ciento en los cargos electivos y representativos de las asociaciones sindicales. Casi 20 años han pasado de su sanción y esto aún sigue sin respetarse. De hecho la CGT sólo cuenta en su haber con una sola mujer en el puesto máximo de la central. Susana Rueda fue designada entre 2004 y 2005 como una de lxs tres secretarixs generales de la Confederación. Se constituyó así en la primera mujer en alcanzar la más alta posición sindical de su país e inclusive de Latinoamérica.
Un repaso
¿Por qué la historia ha sido así?, preguntamos casi intuyendo la respuesta a Claudia Lazzaro, secretaria de Género del Sindicato de Obreros Curtidores (SOC), referente de Mujeres Sindicalistas y directora de Equidad Laboral del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad de la provincia de Buenos Aires, quien dialogó con Al Margen, una vez conocida la noticia aprobada en el Comité Central Confederal. Fuimos a buscar la voz de las protagonistas.
“No es que la idea nació hoy de la postura de la conducción actual de CGT sino que ya veníamos marcando que faltan más mujeres dentro de la conducción de la CGT nacional”, fue la primera reflexión de Claudia acerca de un mundo que históricamente ha sido cooptado por varones. Y agregó: “Quizás muchos todavía están pensando que las mujeres estamos aptas para cambiar pañales o para estar en las secretarías de acción social. Esta mirada es no darse cuenta, no ver, que las mujeres no solo hemos avanzado sino que hemos fortalecido estrategias que no sólo tienen que ver con nuestra visibilización sino con la efectiva acción de fortalecer al movimiento obrero”.
Y en este sentido Claudia hizo hincapié en varios momentos históricos que dan cuenta de la importancia y trascendencia de la organización de las mujeres obreras: primero, la construcción del Primer Paro Nacional durante el gobierno de Mauricio Macri en octubre de 2016. “Eso lo hicimos las mujeres sindicalistas en un arco de unidad tremendo. No ha habido otro esquema de unidad mayor que el de las mujeres trabajadoras organizadas. Estuvimos no solo las compañeras de la Corriente Federal sino también de gremios de CGT en los que sus secretarios generales siguen con la postura de no participación efectiva en la conducción nacional de mujeres, pero que las bases, las compañeras que ya están organizadas, que ejerzan roles de liderazgo, vienen dando una pelea grande. También estuvieron las compañeras de la CTA de los trabajadores, de la CTA autónoma, de la Economía Popular. Entonces eso es para mí la muestra de lo que somos las mujeres cuando nos organizamos”, opinó.
Como segundo punto, se refirió al impedimento a la hora de querer implementar la reforma laboral durante la gestión Cambiemos. “Una reforma con nombre y cara de mujer”, sostuvo. “Nosotras nos dimos cuenta que cuando hablaban de equidad salarial no hablaban de la segregación ocupacional ni de las brechas que tenemos las mujeres para ingresar a los trabajos. Lo que querían era intervenir a las organizaciones sindicales en nuestro nombre. Y nosotras hicimos toda una estrategia, fuimos a buscar a todas las centrales obreras y hablamos con todas. Nos sentamos en la mesa y les dijimos qué iba a pasar si salía esta ley. Conseguimos el apoyo de todos ellos y pudimos armar un plan con los diputados y diputadas sindicales para poder ir en contra de esa reforma”.
Lugares de poder
“Para nosotras es importante destacar que la disputa no solo es aparecer en una mesa de conducción sino que va por lo que llevamos a esa mesa”, dijo y la frase quedó resonando. Contundentes las palabras de Lazzaro que llevan a pensar dónde están hoy las mujeres sindicalistas, las mujeres trabajadoras organizadas. Enmarcan además qué modelo sindical se quiere pero también qué mundo del trabajo queremos. Y es así como ellas, con todos estos interrogantes dando vuelta, se atrevieron a plantarse a esta CGT liderada por machos gremialistas quienes habían propuesto cargos titulares alternos en las secretarias o mecanismos de conducción bipartitos como respuesta a sus demandas.
Los tildaron de querer ejercer una “falsa paridad”, la que va para la foto. “Esas cuestiones después entorpecen al funcionamiento real que tienen las organizaciones. Nosotras lo que estamos diciendo es que no estamos en los mecanismos de conducción”, remarcó.
“Nosotras hemos construido Encuentros Nacionales de Mujeres Sindicalistas por primera vez en la historia. Que nosotras hemos lanzado cuadernillos específicos hablando de trabajo, de formación para las compañeras. Esto da cuál es nuestra mirada del movimiento obrero hacia los problemas que tenemos las mujeres y las diversidades. Sin ir más lejos, también hemos modificado el programa obrero de la Corriente Federal de Trabajadores en donde habla justamente de esto que venimos reclamando que es la transversalización de la perspectiva de géneros. Nosotras seguimos defendiendo y profundizando nuestra postura que es de generar mayor participación pero también de darle la legitimidad y la legalidad que necesita nuestra querida CGT”, explicó.
Verdadero protagonismo
¿Y cómo garantizar que esa ley sea respetada real y efectivamente y no sea una simple pantalla para querer quedar bien?
“Nosotras creemos que tenemos una mirada para aportarle a nuestra central que tiene que ver con pensar la transversalización de la perspectiva de género. Entonces tiene que haber una voluntad política de poner efectivamente en cumplimiento el cupo sindical. No estamos pidiendo algo que no existe. Estamos reclamando que se cumpla la ley”.
Batalla difícil y dura la que se abre de cara y posterior al 11 de noviembre, pero no imposible. Las compañeras sindicalistas están, por construcción histórica y por convicción. Los techos de cristal se están rompiendo. Las discusiones en los lugares precisos están surgiendo. Los avances se sienten. Ahora resta aguardar que el “es más que para la foto” sea entendido por quienes históricamente han ejercido esos lugares de poder, que respeten las leyes vigentes, que emparden el asunto porque ellas sabrán qué hacer.
Por Luciana Avilés
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen