En los medios se está debatiendo sobre una app de asistencia psicológica que funciona con inteligencia artificial. Se llama CUX y está disponible para escucharte las 24 horas del día. Su fundadora es la panelista y emprendedora Connie Ansaldi y el municipio de Trenque Lauquen fue una ciudad testigo que incorporó esta herramienta de forma gratuita para sus residentes. La psicóloga Romina Moschella analiza los riesgos del uso de esta tecnología.
La desesperanza exige tener respuestas rápidas y el mercado ofrece al mejor postor el recurso de la Inteligencia Artificial (IA) a un segmento poblacional que en este siglo XXI codifica la vida cotidiana mediante una recreación ficcional basada en historias y likes, y se muestra cada vez más despersonalizado.
En los medios de comunicación se debate sobre una herramienta digital que ofrece democratizar el acceso a la salud emocional para dar asistencia en salud mental.
Alertar sobre los riesgos de usar los dispositivos de IA para encontrar una respuesta inmediata y generalizada a las situaciones de urgencia subjetiva y /o de riesgo es una responsabilidad que tenemos quienes trabajamos con el padecimiento mental que es singular pero que a su vez está situado en un territorio concreto y en un contexto histórico y político particular.
De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?
Según la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) una de cada cuatro personas en el mundo padece algún tipo de trastorno mental.
En la Argentina, la ley nacional de salud mental Nº 26.657 sancionada en 2010 reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona. La misma promueve el derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada. Río Negro es una de las provincias pioneras en el abordaje de la salud mental con una propuesta de vanguardia bajo la ley provincial Nº 2440 sancionada en 1991, que prohíbe la habilitación y el funcionamiento de manicomios, neuropsiquiátricos o cualquier otro equivalente que no se adecue a los principios del marco legal.
Advenir un sujeto deseante versus intervenir la salud mental
Intervenir en salud mental no significa confirmar creencias o reforzar conductas. Tampoco se reduce a dar un diagnóstico ni se limita a dar información. El cuerpo en tanto simbólico necesita de un movimiento subjetivo para parir la palabra de aquello inédito que no puede ser nombrado, a diferencia de la acción mecánica de clickear una opción preestablecida de antemano por un algoritmo. Intervenir es dar la palabra a quien necesita con-versar. Tal como define la Real Academia Española (RAE), conversar refiere a hacer conversación. Hablar una o varias personas.
Intervenir puede tomar diferentes matices. Es hacer de borde y de margen a quien se presenta en ocasiones en pleno desborde. La modalidad de devolver una pregunta o proporcionar un tiempo de silencio como en la música, que permite retomar otro ritmo y otro tempo. Y si de sujetos deseantes se trata, el deseo requiere de una temporalidad singular. Es a destiempo, fuera de tiempo o quizás infraganti en el entretiempo.
En contrapartida, moldear conductas, reeducar o limitar las emociones es ir contra natura de la imperfección de lo humano. Reducir lo humano a un ser programable sería despojarnos de la cultura y de la ancestralidad de las raíces identitarias en tanto seres históricos y emergentes de un contexto.
Cómo rescatar lo humano en un mundo con escenografía de escenas ficcionadas?
Si la pandemia nos dejó una enseñanza es que nadie debe morir en soledad y que se necesita de la otredad humana que reciba y esté dispuesta a dar el don de un nombre con toda la carga simbólica y cultural que eso conlleva al momento de nacer para no caer en el vacío de la desesperanza. El primer sonido y ritmo de conexión en la vida intra y extrauterina es con el tun tun sin cálculos que late y resuena o no, de otro ser humano.
Acaso habrá una respuesta generalizada para acallar el desconcierto que genera el mal entendido, hacer backup de las postales imborrables de lo que queda del amor, anular la incertidumbre que genera el insoportable dolor de la existencia del ser, amortiguar la culpa que genera el encuentro con aquello que se desea o para dosificar lo inevitable del encuentro con la muerte?
Quiero ver tus pantallas o cualquier cosa que me digas, o cualquier cosa que me digas… (Almendra)
La IA parte de un universo digital que choca contra la complejidad de lo humano en un universo simbólico. Se trataría de un dispositivo que podría entrar en un terreno peligroso y casi deshumanizante que va a contramano de la capacidad de crear y de la posibilidad de inventiva como una salida a los meros laberintos mentales, cuando “todo parece jodido” como diría La Vela Puerca.
Y si todo fuera programable, en qué morada habitarán las preguntas más genuinas, auténticas y sigulares? Serán patentadas, clasificadas o descalificadas? En qué rinconcito quedarán las fantasías envueltas de la imaginación más candente y viva que permite la transmutación mundana de la existencia terrenal? Con qué condimento envasado se podrá dar sabor a las cartas de amor si las despojamos de la metáfora? Acaso nos privarán de las frustraciones reiteradas, de los fracasos que nos permiten existir aun con exagerado sentir?
Adónde irá el misterio de los sueños?, de los que olvidé la contraseña para despertar…
Subjetividades inciertas y emergentes en un contexto que se hace texto en el padecimiento mental
En este contexto de despliegue de un régimen de crueldad metamorfoseado en una ultraderecha neoliberal que avanza a nivel mundial, la mejor respuesta que podemos dar quienes trabajamos con la salud mental es la hospitalidad de estar a disposición. Intervenir será alojar la dimensión subjetiva y singular mediante una escucha sin opciones preformateadas de lo que un sujeto tiene para decir.
Sí, disponible en una escucha amable y no superficial hacia quien la mayoría de las veces al momento de decidir realizar una consulta por salud mental llega con un llamado a modo de grito de desesperanza desde lo más marginal del barrio profundo y más allá, con un cuerpo al que le pesa la aridez del territorio, que sintomatiza los dichos y oídos, que se enferma de las condiciones materiales de existencia que sobrellevan las familias que se encuentran en estado de hacinamiento y no tienen privacidad ni intimidad.
Cómo conservar algo de lo íntimo en tiempos de IA? y ofrecer una mirada atenta con una tonalidad de la voz mediante que calme, que no apacigue ni que calle.
El desafío será hacer rodar la vida como diría Fito Paez. Crear dispositivos de atención para el abordaje de las urgencias subjetivas en condiciones de adversidad que generen lazos, salida colectiva del encierro del padecimiento mental singular sin recetas preestablecidas y posibilitar el sentimiento de pertenencia en comunidad.
Romina Moschella (@rominamoschella_)
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen: