Luxor representa un sentido de lo popular de esta época. Así como Carpani pintaba obreros industriales fuertes y gargantas hinchadas, que buscaban expresar la potencia amenazante de un pueblo explotado, Luxor reconstruye un sentido de pueblo que se rearma y fortalece desde otras dimensiones como la inclusión, la diversidad y la comunidad.
La relación con el entorno es parte de su obra y el trabajo colaborativo una bandera que reviste cada mural. Desde Al Margen lo entrevistamos luego de su paso fugaz y contundente por Bariloche.
“No me considero un gran innovador -dice Luxor contradiciendo nuestras comparaciones grandilocuentes-. Me veo como uno más del montón y hermanado a compas que están en la misma y tienen las mismas prácticas que yo. No me parece que haya hecho un aporte tan loco. Lo que estamos tratando es de vivir de lo que nos gusta y aportar con nuestras herramientas. Somos mucha gente en la misma, caminando el mismo camino”.
– ¿Qué buscás generar cuando encarás un mural?
-Las pintadas y los murales son herramientas para mejorar la vida. Donde antes había una pared blanca y vieja, podés resignificar ese lugar, darle una nueva manera de mirarlo. Y mientras estás pintando pasa la gente de ahí, vas percibiendo lo que pasa, a tratar de que, con la pintura, habitar la vida de las personas que lo habitan. Por eso me gusta mucho pintar las escuelas, porque es la mejor manera de conocer los barrios y a artistas que quizás están en la misma que vos en otro lado. Ir a Bariloche y pintar un mural es como si fueses de allí, y no un turista de paso.
– ¿Qué te pasa cuando se te acercan otros artistas? ¿Cómo sucede eso de que terminen pintando con vos?
-A mí me gusta acercarme a artistas que pintan. A nivel personal pero también técnico, porque ves cómo otras personas hacen su trabajo y eso te hace crecer.
Tengo un canal de YouTube que se llama “Los viajes de Luxor” donde visito talleres de arte. Y ahí empiezan a pasar otras cosas. Conocer no es solamente pintar, sino también ver cómo se organiza, intercambiar ideas. Para pintar un mural no sólo hay que pintarlo. A veces estás ahí, hacés la comida, pasás música, tomás un mate o simplemente hacés el aguante sentado. Eso también es pintar el mural. A veces se acercan otres artistas y a veces me acerco yo.
– Cada vez tenés más productos propios: remeras, cartas, pines, telas, bolsos ¿Cómo llegás a eso? ¿Es el camino de la autogestión? ¿Hay alguna frontera que hayas tenido que atravesar, o un proceso interno para poder generar eso?
-Me costó mucho autogestionarme. Vengo hace años buscando, y siempre me pregunté de qué manera podía generar más herramientas para no depender siempre de lo mismo para laburar. Porque no siempre tenés ganas de hacer murales y porque quizás tampoco alcance como laburante vivir de eso. Así que empecé con las ventas de pintura, con un concepto de pinturas accesibles. Para que no se piense que el arte es algo inalcanzable. Necesité entonces tener obras de todos los precios y eso me llevó a diversificarme y enfrentar nuevos desafíos. Ahí tuve que pensar cómo aplicar mi fuerza de trabajo a una obra chiquita, o a un rompecabezas, una remera, y de paso no aburrirme de hacer murales.
– ¿Cómo armás el laburo de redes sociales? ¿Qué cosas tenés en cuenta para el registro?
-Pienso las redes como el periódico de Luxor. Y le doy importancia a quién va a leer e interpretar ese discurso. Cuando hago los videos de los murales pienso mucho en el entorno, que siempre tiene que salir algo de lo que hay alrededor, quienes habitan los murales y registrar los murales en sí. Con eso hago una ensalada donde aparece no sólo la obra terminada sino que me meto en los detalles, pinceladas y texturas que me interesa resaltar.
– ¿Cómo surge el proyecto los viajes de Luxor? ¿Qué estás encontrando en esos encuentros?
-Los viajes de Luxor nacen porque cuando era más chico viajaba mucho y cuando empecé a pintar dejé un poco de hacerlo. Entonces me pregunté a dónde iban esos viajes y dónde voy ahora. Cada lugar que voy a pintar es un viaje en sí mismo. Cambié la gran mochila por la bolsa con pinceles y tachos de pintura. También es una excusa para conocer otros talleres de arte y así, lugares nuevos. Un recorrido más federal y ver qué pasa más allá del ombligo. Por ahora dentro del país, pero una segunda etapa la pienso en otros países de artistas que tengo ganas de visitar.
Este canal es un poco de mis viajes como muralista y la visita a los talleres de otras personas, que hasta ahora es una locura y que fue muy enriquecedor para mí, porque vi la diversidad que hay en las obras pero también los puntos que de a poco nos van uniendo. Me emociona ver los mundos que construyen esas otras personas con su arte.
Por Fabián Viegas Barriga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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