Con un trabajo meticuloso, casi artesanal en su entramado, las pequeñas editoriales siguen creciendo en su apuesta por abrir surcos, espacios donde puedan germinar las distintas voces que proliferan a lo largo del territorio. Se pulen así las pequeñas joyas, muchas veces lejos de las luces de neón. Y la red que las sostiene y entrama parece mostrar el camino.
En una de las tardes de este verano que lentamente se va, Martín Vallejos, integrante de Contramar Editora -sello que dita y publica de forma autogestiva- cuenta Al Margen la propia experiencia en el marco de la presentación del libro de Vicky García: Las Bestias, que tuvo lugar en Escándalo, espacio cultural ubicado en el kilómetro 13.920 donde funciona la Librería La Sede y donde se multiplican las propuestas concretas de encuentros literarios, y otros, alumbrados por la presencialidad tan necesaria.
“Arrancamos en el 2001 como un colectivo de acción y pensamiento y en 2015 publicamos el primer libro. Nació a partir de una entrevista que hicimos con el payaso Chacovachi, que tenía ya más de 30 años de laburo en la calle. Queríamos hablar de humor en una revista que estábamos haciendo y fuimos a conversar con él. Salió la nota y ahí nos dijo que quería que lo ayudáramos a escribir un libro”, recuerda.
Nació así el Manual del Payaso callejero, un primer paso para abrir la puerta al mundo de la edición. “Sacamos la primera edición y pensamos en armar la serie Narrativa, mientras, en paralelo, empezó a crecer la serie de Arte Callejero”, continúa Martín sobre las dos grandes vertientes de Contramar, a la que se sumó la serie Ensayos: “Nos interesa abonar reflexiones sobre la escritura y la lengua. Tratamos de publicar autores nóveles que nos generen algo, que nos atraviesen en las búsquedas”, dice.
Como mismo explican desde la editorial, los periplos y procedencias de quienes integran el colectivo los llevó a plantear un esquema descentralizado: en la actualidad están en Capital Federal, Santa Fe, La Plata y la Patagonia. La red de puntos de venta y distribución se ha expandido por el país y regiones vecinas como Oaxaca, México.
– ¿Cómo se desenlaza todo ese proceso de edición, desde que llega un manuscrito?
– Empezamos de forma muy intuitiva y autogestiva, y cuando empezamos a editar a otras personas comenzó un laburo con los textos muy necesario y fino: hay que conectarse con la escritura del otro, corregir, se hacen sugerencias, hay poda. Es el trabajo de acompañar a alguien a que se conecte con lo que quiere mostrar. La escritura es del otro, pero tenés que ayudarlo a conectarse de una manera que la gente que lo va a leer se encuentre con eso. Estamos entendiendo ese trabajo, de laburar con la persona que quiere contar algo con la escritura. Son varios idas y vueltas.
Recuerda en este sentido el trabajo de Vicky, que estuvo tres años sobre su libro, y un año en ese diálogo constructivo con Contramar que permite establecer un vínculo de complicidad para abordar la obra.
“Te vas entendiendo en otros niveles. Entre la escritura y la lectura también está esa complicidad. Por eso nos gusta mirarnos como un colectivo federal, que trata de entramar voces nuevas desde lugares alternativos. Con un interés en particular, pero buscando generar esa complicidad. Que efectivamente, a la gente que lee, le llegue que hay algo ahí que te interpela”.
Mientras tanto, el catálogo que va creciendo y permite un mapa de las propuestas con la que, quienes producen, también encuentran, o no, la afinidad necesaria para luego hacer llegar la obra y ser encaminados.
“Cada territorio narra de una manera, es necesario intercambiar las narrativas, necesitamos saber cómo están contando las personas que están preocupada por los incendios en los humedales, cómo está afectando su escritura. Y así también desde acá, tenemos mucho para contar. Si nos pensamos como red, es más cómodo poder generar esos intercambios. Siempre que hay un editor es porque hay alguien escribiendo”.
Generar espacios
La presentación de Las Bestias formó parte también de todo este tejido que vuelve a lo pequeño como una piedra lanzada en el agua espejada del lago. “Es importante plantear un encuentro, conocerse, sumarse al trabajo de sostener lo chiquito”, completa Martín.
Mientras cae la tarde y se prepara para la presentación de su libro Vicky también cuenta su recorrido. Nacida en Córdoba, la escritora reside actualmente en Buenos Aires desde donde llegó para presentar su ultima obra.
“Tenía en la memoria oral muchos relatos de abuelas, de infancia y crecimiento en el campo”, cuenta sobre los nutrientes que dieron vida a estas páginas. “Hay un germen que viene de todos estos relatos que escuchaba. Además, mi papá me venía a ver y me llevaba a boliches de pueblo, yo me sentaba con una Coca y papas fritas y él charlaba. Tengo muchos recuerdos de incorporar las palabras”, señala la ganadora del premio de la Bienal de Arte Joven, por lo cual publicó su cuento policial “Rastros” en la antología Divino tesoro (Mardulce Editorial).
Surgió así con los años la necesidad de plasmar todas esas historias, en un principio sin pensar en un libro. “No tenía un imaginario común de los relatos, si bien sucedían en un escenario de similares características, no estaban encastrados. Hasta que Cabezón Cámara me dijo que podía empezar a meterle una geografía en mi cabeza, que el pueblo y el campo lo habitaban determinados personajes. Hice un mapa, y eso me permitió que se cruzaran”.
– ¿Cómo vivís el proceso de escritura?
-Son fundamentales los talleres. Aunque parece que la escritura es un proceso individual, solitario, todo lo que te devuelven los talleres y la mirada de las compañeras y compañeros es fundamental. La otra persona, con distancia, ve cosas que se te escapan, le agrega algo a eso y es una construcción colectiva. Creo que los talleres han generado muchas cosas lindas, muchos encuentros, hay necesidad de mostrar los trabajos y se arman como pequeñas redes, festivales. La figura del escritor, solitario, que va a un bar y lee solo… es como que no. Se generan lecturas conjuntas, poder pedirle a alguien que te lea un parlamento de lo que tenés escrito, se pasan borradores, hay una forma muy linda de habitar la escritura, concluye antes de abrir las puertas a la serie de relatos que componen el “Gótico Pampeano” de Las Bestias, que ya se encuentra disponible en nuestra ciudad.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen