Las palabras flotan en el escenario, giran, se dan vuelta, crean formas, se desencadenan en cascada, una tras otra, o en pausados ritmos que juegan en el aire. El silencio también se hace un lugar y, entonces, aguardan para salir con fuerza a recrear un paisaje infinito.
Hace quince años que las narradoras de la Biblioteca Sarmiento despliegan mundos con su voz. En un tiempo donde los estímulos se multiplican bombardeando en todas las direcciones, ellas mantienen un acto tan primitivo como el de narrar y logran, todavía, nombrar mundos y hacerlos aparecer.
“Realizamos la primera presentación entre el 2006 y el 2007. Me habían convocado para dar un curso y con varias entusiastas formamos un grupo del cual todavía quedamos cuatro”, cuenta la profesora Graciela Sola, quien coordina este grupo que nace todavía antes, a principios del año 2004 como consecuencia artística-literaria del taller de narración oral a su cargo y que hoy integran, junto a ella, Ana de Isarsugaza, Susana Amuchástegui, Cora Albicker, María Rosa Bagnasco, Diego Bagnarol, Viviana Crovato, Noemí Dobrusín, Virginia Duré, Elena Roca y Liliana Sormani.
“Narramos cuentos de autor. Yo enseño la técnica de la narración, algo que todo el mundo puede aprender, vemos las distintas escuelas literarias, los géneros y cada alumno o narrador elige un cuento del autor que más le gusta. Estudiamos el estilo, y empezamos a ver la urdiembre del cuento para empezar a narrarlo”, relata sobre la dinámica.
Para Graciela la tarea es apasionante. Un trabajo minucioso, de interpretación, conocimiento del estilo del autor, manejo de los sentimientos que el cuento convoca y una observación muy atenta ya que cada integrante va descubriendo su estilo y sus gustos.
Los espectáculos, cuenta, se arman a raíz de un tema o de alguna intención. “Cada narrador descubre un estilo de narrar, no todas narramos igual. Además, cuando una elige un cuento, siempre hay un cuento subterráneo que te resuena más, entonces uno hace las pausas, con la intencionalidad de cómo resignifico el cuento. Si escuchás el mismo cuento narrado por dos personas te va a resultar totalmente diferentes”, continúa y explica que no se lee, sino que se recita el cuento de memoria.
Actualmente, el grupo está integrado por siete personas. Pero al mismo tiempo, desde hace unos tres años que se realiza el taller por el cual muchos alumnos son invitados a participar de alguna de las presentaciones.
Otra experiencia muy nutritiva es el ensamble con otras artes. “Hemos hecho Narrar y Contar, dirigido por Ani Grunwald, donde contábamos cuentos y después había diferentes cantantes y músicos que interpretaban diferentes estilos: tango, jazz, folklore. También hicimos trabajos con el coro de Eduardo Malachevsky del Camping Musical y con Dante de Andrea, quién reside en España y viajó especialmente para la puesta para Homenaje a Federico García Lorca. También, con bailarines y cantantes de tango abordamos una faceta poco conocida que fue Borges y el Tango, con cuentos que él escribió alrededor de los compadritos, el cuchillo y el tango. Hacemos esos ensambles que son muy enriquecedores”.
Otras de las actividades destacadas de las Narradoras fue el homenaje que brindaron a los escritores barilochenses en dos presentaciones en las que los escritores estuvieron presentes escuchando sus cuentos narrados por diferentes voces. También interpretaron en el espectáculo “Narrando la Vida”, cuentos de la escritora Inés Fernández Moreno, quién gracias al esfuerzo de la Comisión Directiva de la Biblioteca Sarmiento pudo estar presente en la puesta. Además, el grupo narra para adolescentes y niños en Jardines de infantes, escuelas y colegios de la ciudad y alrededores
Despliegue en escena
Cuando se prepara una puesta, Graciela cuenta que reúnen varios cuentos alrededor de un tema que puede estar relacionado a historias de familia, amores encontrados y desencontrados, y tantos otros. “Son siete cuentos que abordan el tema de diferentes ángulos. Este año empezamos haciendo cuentos por la paz y lo abordamos desde distintos lugares: la guerra, los conflictos de una familia que buscaba la paz, etc. Siempre tomamos humor, drama, misterio, a veces terror, otras el espectáculo tiene diferentes momentos para provocar distintas sensaciones”.
Otras características es que siempre narran vestidas de negro para mantener el foco y la presencia sobre la palabra, los silencios, el gesto de las manos y los ojos. “No nos movemos en el escenario, algunas narramos sentadas y otras paradas. Armamos una escenografía que depende del tema que abordamos. Tenemos un iluminador y un sonidista”, describe.
Con los años el público se mantiene fiel a estos espectáculos, siempre diferentes, así sea en los tonos, e incluso con la pandemia, apenas se pudo, encontraron la forma de no callar la palabra: “Cuando la biblioteca pudo abrir hicimos cuentos en burbuja, armamos 7 burbujas, en distintas salas, y narrábamos uno a uno: un narrador y un escucha, y cada 20 minutos la gente se iba o escuchaba otra narradora. Fue una experiencia muy interesante“, dice Graciela.
Para este ciclo, entre los proyectos por venir tienen la idea de trabajar con las colectividades y la selección de algunos de los escritores de todos estos países en un camino de ensambles. Asimismo, hay pendiente la tarea de ensamblar con la ópera. “Siempre tenemos desafíos para ir deshilvanando esto que es apasionante”, concluye la narradora y recuerda esa chispa que aún se mantiene encendida: “Cuando aprendí a leer nunca más me aburrí. Es una pasión que tengo por leer y poder compartir esto que hacemos”.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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