En esta profunda charla con Al Margen habla de la situación del país, de América Latina, de los medios, del Poder Judicial y del caso de Rafael Nahuel. Segunda entrega de la entrevista exclusiva al ex Juez de la Corte Suprema.
–Usted ha desarrollado el concepto de “criminología mediática”. ¿Cuál es el rol de las audiencias para morigerar este tipo de violencia?
–En realidad, la criminología mediática es la creación de realidad acerca del delito y de su prevención y control. Hay una manipulación en todo eso. Vivimos en un mundo en que se concentra riqueza a pasos agigantados y el modelo de sociedad que quiere imponer este totalitarismo financiero en el mundo actual es el de una sociedad con el 30% incorporado y el 70% excluido. Ese modelo requiere represión y la mejor manera de obtenerla es que haya muchos delincuentes, de modo que las víctimas pidan más represión, que en último término caerá sobre ellas mismas cuando reclamen derechos. Por eso, cuando desde lo técnico, desde una criminología racional, insistimos en que a hay que tener mucha prudencia en lo que se haga con la delincuencia de mediana y baja gravedad, es decir, con los delitos contra la propiedad sin violencia real, con los pequeños expendedores de tóxicos prohibidos, etc., nos dicen de todo. Allí es donde está el problema, no se pueden llenar las cárceles con “perejiles”, porque la cárcel deteriora a los “perejiles”: los convierte en delincuentes graves. El poder económico actual necesita delincuentes, este es el problema.
-¿Eso no se hace en Estados Unidos?
–Sí, por eso en Estados Unidos tienen el mayor índice de prisionización del mundo, compartido por Rusia, y también tiene índices de criminalidad relativamente altos. Si pasás la frontera, Canadá tiene uno de los índices de prisionización más bajos del mundo. Rusia es otro campeón y Finlandia, que está al lado y consumen tanta vodka como los rusos, tiene el más bajo del mundo. ¿Qué es esto? ¿Los canadienses y los finlandeses tienen sueltos a los asesinos y a los violadores seriales? No, esos están presos, pero tienen otra política respecto de los “perejiles”, esa es la diferencia. Pero cuando decís eso aquí, te sale un idiota con cámara, o no tan idiota, sino un muñeco de ventrílocuo de Clarín y del totalitarismo financiero, diciéndote que querés soltar a todos los asesinos y estupideces por el estilo, y la gente se prende.
-¿Lo ponen muy nervioso esas cosas?
–Sí, pero no por mí, sino por cómo engañan a la gente, como la embalan. A mí no me molesta ya, no soy ni voy a ser candidato a nada, de modo que no me afecta. Ya sé que algún mal nacido dice que quiero soltar a todos los presos, eso empezó diciéndolo hace muchos años un juez “duro” que terminó echado y preso por coimero. Luego un personaje que zafó de milagro de ser condenado por vender “bonos de manos limpias”, me atribuyó no sé qué de la luz en un abuso deshonesto, que era lo que había dicho otro juez en su voto, pero que yo nunca dije. El famoso Neustadt, de triste memoria en el menemismo, difundió que había dicho que un auto estacionado era una cosa perdida, cuando lo que había dicho era algo bastante obvio, que un auto robado estaba perdido para su dueño. Y así podría seguir, pero esas cosas ya me tienen acostumbrado. Los muñecos de ventrílocuo me ponen muy nervioso porque engañan a la gente, les hacen pedir sus propias cadenas, y todo en función de intereses de los autores de los peores y más astronómicos “macrodelitos” de quienes manejan los factores reales de poder.
–¿Qué consideración tiene sobre la implementación del juicio por jurados en Argentina?
–Es caro, sólo puede usarse en delitos muy graves, porque no podría emplearse en todos los juicios. Es difícil de organizar, no podríamos tener juicios orales con jurado que duren meses, porque no podríamos tener a jurados presos, no puede liberarse a los jurados mientras dura un juicio, porque si uno solo de ellos en la esquina se toma una copa de más y dice algo, se anularía todo. Además, no veo claro cómo se le puede explicar a un jurado en unos minutos qué es la legítima defensa, el estado de necesidad, la imputabilidad, etc. Es cierto que para reconstruir históricamente un hecho pasado, es decir, lo fáctico, no se necesita saber derecho, mi abuelita con todas sus neuronas funcionando lo razonaría igual o mejor que yo, pero lo que no creo es que se pueda dividir tajantemente la cuestión fáctica de la de derecho. Por eso, soy más partidario del escabinado, es decir, de tres jueces letrados y dos legos, como control ciudadano me parece mucho mejor y más efectivo. De todos modos, te advierto que hoy ya vamos camino de no tener ya casi juicios orales, porque con el proceso abreviado casi todo se resuelve por la vía del acuerdo con el fiscal, la “plea bargaining” de los americanos. Por televisión, vemos en las series los juicios por jurado en Estados Unidos, pero eso es para las series, en la práctica el 95% de los casos en Estados Unidos se arreglan con el fiscal. Como también tenemos a la mitad de los presos sin condena, es decir, en prisión preventiva, vamos camino de pasar a los presos sin condena a los condenados sin juicio, de la prisión preventiva al delivery de sentencias.
–En base al fortalecimiento a la figura del fiscal en provincias como Río Negro, en especial a su rol de investigador, ¿cómo afecta al acceso a la justicia de sectores vulnerables mantener a los defensores en las mismas condiciones de recursos que antes?
–Creo en el procedimiento acusatorio. Pero para eso hay que jerarquizar infracciones. No en vano Napoleón lo había hecho. Hay crímenes graves y hay infracciones menores. Si alguien se hurta una botella de refresco en un supermercado de Londres, no lo llevan ante un jurado, sino ante un juez que le impone una multa y listo. De ese modo, el plenario acusatorio y la previa instrucción fiscal se pueden hacer en serio, en los casos en que por su gravedad lo merezcan y no porque un hincha le sacó la gorrita a otro en la cancha. No hay presupuesto que aguante eso, ni aquí ni en ningún país del mundo. Los recursos siempre son limitados, deben administrarse con inteligencia y hacerlos rendir al máximo posible. Si eso se implementase de esa forma, también habría que crear una policía de investigación de la defensa, porque la otra, que maneja el fiscal, siempre busca pruebas de cargo. ¿Y quién busca las de descargo?
–El Poder Judicial es, quizás, el que está más desacreditado por la sociedad. ¿Por qué cree que ocurre y qué salidas ve al respecto?
–Hay razones más estructurales y otras más coyunturales. Las estructurales, fundamentalmente son que mientras un conjunto de “comunicadores” y “formadores” al servicio de los intereses del totalitarismo financiero embalen a la gente en el sentido de una venganza ilimitada, la respuesta de mínimas garantías de los jueces se verán como errores y encubrimiento de los que victimizan a la gente. Las coyunturales, por supuesto, son los comportamientos dóciles de un sector de la justicia, que se presta para persecución política, estigmatización de molestos al poder, etc. Eso ensucia a todos los jueces, aunque no sea más que el comportamiento de una minoría.
–La judicialización de la política es un fenómeno global. ¿Qué características toma en nuestro país?
–Sí, la judicialización de la política es mundial, pero lo que sucede en nuestro país no es eso, es “partidización de la justicia” o, dicho en términos más claros, es instrumentación política de un sector de la justicia, especialmente de la justicia federal, sin perjuicio de algunas otras patologías institucionales, como el escándalo de la justicia jujeña manejada por el gobernador en la persecución de Milagro Sala y sus compañeros. Todo eso es pura arbitrariedad judicial manipulada por la política, como prisiones preventivas absurdas e ilegales, fabricación y clonación de causas, acusaciones disparatadas, procesamiento por instigación sin autores, etc. Eso no es judicialización de la política, que es otra cosa, es pretender resolver en la justicia lo que la política no pudo o no quiso resolver, es algo por completo diferente.
–El Poder Judicial es el más aristocrático de todos, y el único que no está regulado por el voto popular. ¿Por qué? ¿Cómo ha hecho para resistirse a los cambios coyunturales?
–No se resistió a cambios coyunturales, sino que actuó en cada momento político de cierta manera. Lo que sucede es que nunca se hizo la historia política de los poderes judiciales en la Argentina. ¿O creés que era el mismo en la “Década Infame”, en el primer peronismo, en el gorilato de 1955, en los setenta, en la dictadura, en el alfonsinismo, en el menemismo, en el kirchnerismo y ahora? No, vivió a su manera cada cambio coyuntural, los personajes cambiaron, las respuestas también. En cuanto al voto popular para elegir jueces, eso se remonta a las ideas de toda revolución y después el resultado es catastrófico. Si me equivoco, andá a preguntarle a Evo en Bolivia, le escuché decir a él y a García Linera que se les había corrompido todo. En Estados Unidos hay algunos Estados o provincias que los tienen, que eligen por voto a los jueces, y es un desastre, cuando se acerca la reelección entran a meter penas de muerte a lo loco. Además, es imposible en caso de elección popular evitar el peso de los que financian la campaña, de los partidos, de los grupos de presión, de las ONGs inventadas o financiadas desde cualquier parte, etc.
No es esa la solución, sino encontrar una ingeniería institucional que limite el peso del Ejecutivo de turno en la selección de jueces y que, al mismo tiempo, permita que haya una pluralidad ideológica entre los jueces. No hay nadie que sea “aséptico, aideológico, apartidista, ¡a- todo!, y si lo hubiese habría que mandarlo a un psiquiatra. Hay personas con diferentes cosmovisiones y lo bueno es que el judicial sea plural, con debate interno, que se sepa para qué lado corre cada uno. Es la única manera de obtener cierta imparcialidad. Las personas no somos del todo imparciales, porque formamos parte de la sociedad, nos gusta un club, la protectora de animales, a otros les gusta otro y no le importan los animales. La vida es así, lo importante es que la institución sea lo más imparcial humanamente posible y eso se logra con el pluralismo interno.
–Por último, y dado que esta entrevista será publicada en Bariloche y que Rafael Nahuel asistía a los talleres de Al Margen, quisiéramos consultarle su mirada sobre dicho caso en el que el gobierno opera para distorsionar la verdad de los hechos.
–Creo que la estigmatización de los pueblos originarios, los sobrevivientes del genocidio ocultado durante mucho tiempo, es inadmisible y, además cobarde, cobarde porque se ensaña con las víctimas, con los sobrevivientes de un genocidio. Me parece atroz. Matar por la espalda es también de cobardes, igualar palos y piedras a armas automáticas es insostenible, pretender que una bala entra por detrás porque en ese momento se dio vuelta es ridículo. ¿Dónde está la poderosa arma de Nahuel? ¿Dónde el obús que tenía en su mano? ¡No digamos más insensateces! Es preocupante eso, no sólo por lo que ha pasado, sino por lo que puede pasar. Una vida es un infinito irreproducible. Todo eso me suena a Millan Astray: “¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!” Sigo prefiriendo a Unamuno, y no dudo de que nuestros pueblos se moverán porque aman la vida.
Por Luis Zarranz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen