Rodolfo Patricio Aballay, pasado a retiro con la jerarquía de subcomisario este año, hizo todo lo posible para no cumplir con su obligación legal de prestar testimonio en el juicio oral y público contra sus ex superiores durante los crímenes del 17 de junio de 2010, de los que él mismo participó como personal de la Comisaría II del Centro Cívico.
La Fiscalía y las querellas insistieron en que el tribunal y la Jefatura localizaran al testigo renuente cuyo domicilio actual supuestamente se desconocía. Localizado finalmente en Jáchal, San Juan, Aballay intentó testimoniar vía video-conferencia, alternativa que fue rechazada por la Fiscalía y las querellas.
El viernes 27, Aballay fue el único testigo de la audiencia número 14. Se entendió la insistencia de su parte por no declarar y de los fiscales Lozada y Fernández, y las querellantes Natalia Araya (por Karina Riquelme) y Marina Schifrin (familia Carrasco) por que sí lo haga. Buena parte de su larga declaración tuvo que destinarla a confirmar la identificación de policías de los grupos de ataque con armas durante la tarde, de las fotografías que son prueba documental contra Pil, Sobarzo y Epuñán como sospechosos del disparo con munición de plomo que hirió de muerte a Sergio Cárdenas.
Deben reconocer sus ex jefes y sus colegas que Aballay fue el más fiel de los testigos policiales en este juicio. De todos modos, aportó algunos elementos:
– Asistió al dispositivo represivo con su arma reglamentaria de 9 mm, a pesar que Dante Bressan, responsable de ese grupo, aseguró lo contrario;
– Confirmó haber sido el enlace con la empresa de seguridad privada Prosegur para solicitarle aporte de munición;
– Que Fidel Veroíza, segundo jefe de la Regional III entregó la tarde del jueves 17 en la sede de la comisaría 28 capas de lluvia, yerba y azúcar, pese a que la versión oficial de Veroíza es que no estuvo en Bariloche sino hasta el día siguiente al mediodía.
En cambio, evitó aportar precisiones respecto al uso posible de la munición de plomo aportada en préstamo por Prosegur, persistiendo importantes diferencias respecto a Susana Corona Sambueza, otra policía que declaró como testigo. Aballay asegura que se devolvieron intactas las tres cajas prestadas; Corona Sambueza dijo que dos cerradas y una tercera abierta. Al parecer, sin conocimientos legales para valorarlo en relación a los cargos que se juzgan, todo el entramado de Prosegur habla sobre todo de los manejos irregulares de los mandos en situación de crisis y de vínculos informales con la gerencia de la empresa.
Al momento de los hechos que se juzgan, Aballay era responsable de las habilitaciones del personal dedicado a la seguridad privada -área altamente controvertida con antecedentes graves de abusos y vejaciones en barrios de Bariloche-, tarea que se esmeró en describir como burocrática y de menor importancia.
El presidente del Tribunal hizo un notable esfuerzo porque la testimonial valiera la pena y el comportamiento hostil e indolente de Aballay impidiera lo más importante, que corroborara la identidad de sus compañeros armados y disparando. Al comienzo declaró que llevó la 9 mm, que no usó, pero dijo no recordar que Bressan le dio a él una escopeta con diez cartuchos que no disparó en su totalidad.
Tal vez Aballay hizo muy parcialmente lo que debió haber hecho cualquier jefe de Personal responsable: sentarse con los legajos de personal y las fotos al lado y facilitar la identificación plena de todo el personal.
Multisectorial contra la impunidad y la represión de Bariloche.
Fotos: Alejandro Palmas
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen