Cuando todavía Miguel Saiz (radical K) gobernaba la provincia de Río Negro, con rapidez el poder judicial juzgó y condenó al policía que mató al adolescente Diego Bonefoi la madrugada del 17 de junio de 2010.
El ex cabo Andrés Colombil, durante la patrulla nocturna de la comisaría 28 enclavada en el barrio Boris Furman, persiguió a un grupo de entre tres o cinco chicos que según la policía acaba de cometer un robo y mató de un disparo en la cabeza a Diego, de 15 años, alrededor de las 4.30, según dice la sentencia firme que lo condenó a 20 años de prisión.
La trama de la represión estatal masiva con dos muertos y 13 heridos que se juzga por estos días en Bariloche no se pude entender sin analizar los vasos comunicantes directos e indirectos con el crimen de Diego, tanto desde la perspectiva de las decisiones y movimientos del poder (gobiernos local y provincial, poder judicial, jefatura de policía) como desde la furia de los barrios populares ante “un pibe menos”.
Cronología de la mañana del 17: Clave para la tarde sangrienta
La ronda nocturna de la 28 la hicieron, además de Colombil, el sargento Alfredo Pedro Millanao, el sargento Candela y el cabo primero Francisco Heriberto Villarroel. La sentencia del caso dice que “vieron cuatro chicos saliendo de una casa con cosas robadas”. Colombil en su declaración final dice que eran tres; Millanado habla de cinco; Villarroel, tres o cuatro. Además, Villarroel declaró que conocía a víctima porque había sido demorado en varias oportunidades en la Comisaría 28.
Lo cierto es que los chicos que sobrevivieron a la persecución de la madrugada fueron los que contaron a sus pares lo que pasó. Podría haber sido una muerte impune más. Desentrañar las experiencias, las trayectorias y los pensamientos tanto de los grupos de jóvenes de barrio como del dispositivo policial, ambos a su vez en tensión con el poder judicial, es fundamental para acercarnos a qué hizo click ese día.
En el juicio oral y público que se desarrolla en Bariloche desde el 8 de octubre con audiencias previstas hasta el 2 de noviembre inclusive, casi todos los testigos ofrecen, de distinta manera y desde su propia visión del mundo, elementos objetivos y subjetivos para aproximarnos a ese click que reconfiguró el escenario social y político de Bariloche al menos, con indudable proyección a la cordillera.
La sentencia contra Colombil de junio de 2011 fija el disparo mortal inmediato para las 4.30. A partir de entonces debemos empezar a establecer lazos de tiempo tanto de los movimientos de la policía como del poder judicial, ya que de esa tensión pretende valerse la defensa de 7 de los policías en juicio ahora. A las 5 aproximadamente queda detenido Colombil; el ex jefe de la Regional III Argentino Hermosa, uno de los 8 acusados, se reúne con él. Walter Angel Muñoz, jefe del Gabinete de Criminalística, llegó al escenario del crimen.
Así, comienzan dos movimientos convergentes pero diferentes desde la Jefatura: uno en relación al encubrimiento del crimen de Diego, otro de montaje de un gran dispositivo represivo en el barrio. Los horarios que constan en la sentencia Colombil se completan con los dados por el jefe de la brigada de elite BORA (ahora COER) convocada esa mañana, entre otros testigos.
Sobre todo en la primer semana de audiencias la historia oficial de la policía se centró en la necesidad de viajar a El Bolsón a cumplir con la agenda programada (en función de otro conflicto interno). La Fiscalía insiste en que debió permanecer en Bariloche la conducción política e institucional de la policía para afrontar el conflicto social desatado en El Alto, atendiendo que los avances posteriores al mediodía aumentaron la violencia provocando el asesinato de Nicolás Carrasco a las 16.20. Esa argumentación, centrada en los hechos que se juzgan ahora, no ha permitido hasta ahora profundizar sobre la trama que sí dejó armada desde muy temprano la jefatura. Se los interroga sobre las decisiones del mediodía pero no sobre las anteriores. En este punto se siente que no existan pericias telefónicas ni de la red de radio institucional; el mapa de las comunicaciones recortaría las posibilidades al “no me acuerdo, pasaron 8 años”.
Se hacen dos rastrillajes en la placita donde cae Diego. En el primero, todavía a oscuras, interviene Martín Lozada como juez de instrucción penal en turno, ahora jefe de los fiscales de la III Circunscripción judicial interviniendo en este juicio a la cúpula. En el segundo, de las 9.15, se encuentra plantada un arma calibre 22, que demuestra que se intentó montar un enfrentamiento con armas de fuego para justificar la muerte, estrategia que no prosperó pero quedó sentada en la sentencia.
Desde antes, entre las 7.30 y las 8.00, el primer pelotón del grupo BORA ya estaba en comisaría 28, a dos cuadras del escenario del crimen, según declararon varios ex efectivos que cumplieron funciones esa mañana. 8.30 empezó el partido Argentina-Corea del Sur en el Mundial de Sudáfrica; en este país se ha usado un mundial de fútbol para ocultar tragedias mayores, lo que seguro debe ser información que manejaba la cúpula acusada. Nevizcaba de a ratos.
“La causa nació mal, fue primero procesado por Lozada que se constituyó en el lugar. Consta por lo dispuesto por la Cámara II que el Dr. Lozada fue parcial. Se trata de un juicio a la policía”, alegó el defensor Marcelo Ganuza en favor de Colombil. También que “Colombil no apuntó (contra Diego). Colombil no apuntó porque no se hacen prácticas de tiro. El policía si tiene equipo defectuoso tiene que salir a la calle igual sino los echan. Habría que preguntarse si Colombil había disparado con esa arma y si conocía si la misma estaba defectuosa. La última práctica fue cuando salió de la Escuela”.
Los jefes políticos y operativos de Colombil son los mismos que ahora rinden cuentas por los crímenes de esa tarde. Casi la totalidad del personal de la Comisaría 28 de ese momento, a la que pertenecía Colombil hasta esa madrugada, participó en todo o en parte de los hechos que exigen verdad y un fallo justo ahora.
Multisectorial contra la impunidad y la represión de Bariloche.
Redacción Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen