Hoy Teatro “El Brote” cumple 25 años de historia. Inició en 1997 y está integrado por pacientes de Salud Mental del Hospital Zonal que se formaron como actores y actrices allí. Desde Al Margen conversamos con Gabriela Otero, su directora y fundadora sobre este nuevo aniversario que celebrarán con dos jornadas al aire libre para toda la comunidad.
– A lo largo de estos años, ¿Cuáles han sido los aprendizajes más gratificantes para El Brote?
– Haber podido demostrar con hechos y un recorrido de un cuarto de siglo que aquella llama de vocación y compromiso que iluminó los primeros pasos del grupo podía hacerse realidad. “Hacer posible lo imposible”, con compas que vienen de la mayor exclusión, los más otros de los otros, aquellos que quedan por fuera de los órdenes sociales, cuya palabra no es validada, aquellos cuyo ser ha sido reducido a ser pacientes como único lugar en el mundo, sujeto pasivo o con un hacer que no existe, porque el consenso social no lo valida como legítimo en la convivencia.
La pobreza, y más aún la locura, son condiciones que nadie quiere portar. Generan círculos de exclusión, muros sociales que no son de ladrillos sino políticos, sociales, culturales y simbólicos. ¿Para qué hacer arte sino es para cuestionar esos muros? Por eso decimos que la ley de desmanicomialización de Río Negro promulgada en 1991 es solo el punto de partida, punto de partida en el que estamos desde hace 30 años. Y la desmanicomialización es un proceso que dista tanto de haber concluido como dista el acceso real de las personas a los derechos básicos que garanticen su dignidad.
Y entre esos derechos, el acceso al arte y la cultura, no solo como espectadores sino también como productores, es un derecho humano por naturaleza. Porque la creatividad es una fuerza que permite a las personas imaginar otros futuros y empoderarse en su capacidad de transformar las condiciones dadas. Ejercer el pensamiento crítico y buscar salidas colectivas.
Para El Brote la alegría de hacer arte ha sido y sigue siendo la capacidad de conmover. Con-mover es moverse con, moverse de los lugares seguros y del miedo, para arriesgarse a soñar con otrxs, a desafiar lo dado. Lo dado es el sueño de los poderosos, la rebeldía el nuestro.
Una rebeldía creadora que ponga en agenda las utopías que parecen haber pasado de moda. Cala hondo el liberalismo, el individualismo, el sálvese quien pueda. Tanto que ya todo es relativo. El relativismo es parte del mismo giro posmoderno que legitima las lógicas cada vez más alienantes de las nuevas normalidades. ¿Qué es ser normal? ¿Qué podría serlo en un sistema que despoja a la vida de consistencia vaciándola en pantallas? Tenemos ya encima la catástrofe ambiental en un futuro que llegó hace rato. Tenemos en el vertedero lxs niñxs comiendo de la basura. ¿Qué podría ser normal? La falta de conciencia crítica nos pone en el lugar de testigos pasivos de la historia, en el lugar de pacientes, no solo a las personas con padecimiento psíquico los pone en lugar de pacientes, a todxs. Por eso el reconocimiento de la comunidad teatral rionegrina, de compañeras y compañeros que encuentran inspiración en El Brote, recuerda que El Brote no es arte de locos, ni queda reducido a salud mental en términos hegemónicos, es el ejercicio de una posición frente a la cultura y al arte que se reconoce en su derecho a la diversidad. Lxs actores de El Brote no tienen máscara, el arte es expresión de la verdad de su ser, desarrollado con consecuencia a lo largo de un cuarto de siglo, y esto lo hace cuestionador, porque se sustenta en el peso de sus acciones ininterrumpidas a lo largo del tiempo.
– ¿Cómo describirías la relación entre arte y salud mental?
-Un arte que revoluciona es una salud. La poesía es una salud. El teatro es una salud. Pero en tanto sean rebeldes, y colectivos, transformadores de lo dado. Y transformadores de las reglas de este juego obsceno de la pasividad. ¿Es que hay que callar para no arriesgar un cargo o la posibilidad de un subsidio? No señorxs, el camino que elegimos es la dignidad. Porque no hay teatro sin mujeres y hombres que lo hagamos. No hay teatro sin reunión, fantasía y juego. No hay teatro sin verdad y sin asombro por lo que ignoramos. Las tablas del escenario son la balsa que nos ha permitido navegar una utopía. Utopía que no se apaga arriba del escenario cuando termina la función, sino que se compromete abajo, en la vida cotidiana. En el desarrollo de una cultura grupal que no reproduce la hegemónica. De una apuesta estética que crea a partir de las diferencias. De un vínculo sostenido con la comunidad a través de propuestas de capacitación inclusivas, formación de formadores, el sostenimiento de una sala de Teatro Social, la primera del país por las características del grupo que la gestiona. De participación en incontables ponencias, congresos, jornadas y festivales, dentro y fuera del país, con la vocación de abrir mentes y corazones en una tarea que es siempre humana y política. Diversidad en comunidad. Un proyecto artístico ante todo, porque la salud es una circunstancia. Nadie tiene un certificado definitivo, ni de salud ni de falta de ella. La vida son procesos en movimiento. Y estamos vivos en tanto nos sintamos íntegros. Y eso necesariamente es en comunidad con otrxs. Y a pesar de lo roto y doloroso en las historias personales y sociales, el teatro es un encuentro gozoso que nos brinda la oportunidad de descubrirnos más humanos.
-¿Cuáles son los proyectos futuros?
-Por ahora poder llegar a fin de año y continuar celebrando los 25 con la comunidad. Contamos en este momento con pocos apoyos, entre los que destacamos el acompañamiento de la Subsecretaría de Políticas Públicas para las Personas con Discapacidad de la provincia, el programa GEST.O.S. y algunos otros apoyos muy puntuales que mencionaremos en la celebración. También estamos atravesando una situación delicada con una articulación institucional histórica de El Brote, que daremos a conocer a la brevedad de no presentarse una solución en el corto plazo. Aspiramos contar con los apoyos que permitan dar continuidad a los proyectos artísticos: teatrales, musicales y audiovisuales; los talleres inclusivos en Bariloche y la región, el viaje a Mar del Plata para participar en el 15 Festival Latinoamericano de Arte y Salud Mental; y la intensa labor que El Brote sostiene desde siempre en ámbitos educativos, comunitarios y culturales a través de múltiples acciones comunitarias.
La cultura es un derecho, no un artículo de consumo o un lujo. Tampoco lo efímero de la cultura del espectáculo o una estrategia de marketing. Cultura es identidad, dignidad, transformación y pensamiento crítico. El Brote aspira a poder celebrar con la comunidad rionegrina el reconocimiento que nos llega a través de gran cantidad de saludos que nos llenan el alma de alegría y los ojos de lágrimas. Y esperamos sinceramente que las políticas culturales de la provincia se sumen dando motivos para esta celebración del quehacer artístico y social de 25 años por todxs valorado, en vez de motivos para lamentar.
Y a la comunidad toda les hacemos llegar la más cálida y fraternal invitación a acompañar la celebración abierta y gratuita que tendrá lugar los días viernes 4 de marzo, a partir de las 19,30 hs en el predio de la Sala El Brote, Beschtedt 568, continuando el día sábado de 10,30 a 13,30 hs al interior de la Sala, con la presencia de invitadxs especiales llegados desde distintas localidades. Queremos celebrar en comunidad, para seguir transformando y transformándonos.
La actividad del sábado también es gratuita, pero con cupos limitados, con reserva previa al mail teatroelbrotebariloche@gmail.com
Más información y cronograma: Facebook El Brote
Por Mariela Martínez
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen