Si el Poder Ejecutivo Nacional acata el fallo de la justicia federal de Bariloche, la comunidad Millalonco-Ranquehue será la primera -en la historia de Río Negro- en poseer el título de propiedad comunitaria. Conversamos con la vocera Marta Ranquehue, quien nos cuenta del largo camino que transitan para que el Estado los reconozca y del conflicto constante con su vecino: el ejército.
Marta Ranquehue cuenta que por estos días no consigue concentrarse en su telar. Junto a otras mujeres Mapuche estuvo redactando una carta abierta al Ministro de Defensa para defender lo que por derecho le corresponde. Tiene 62 años y lleva la mitad de su vida explicando a los no Mapuche las mismas cosas. “Nosotros estamos desde siempre –dice-. Antes que el Estado Argentino. Fue el ejército el que se apropió de nuestro territorio”.
El 3 de febrero de este año la jueza federal de Bariloche, por intermedio del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), ordenó al Poder Ejecutivo otorgar el título de propiedad comunitario a la comunidad Millalonco Ranquehue. A los pocos días, el ejército apeló la sentencia. El juzgado Federal de Bariloche hizo lugar a la apelación. Ahora la causa está en la Cámara Federal de Apelaciones de Roca. En la carta al ministro de Defensa Jorge Taiana, Marta lo invitó a que se acercara a la comunidad para escuchar su historia. No somos un expediente -escribe-, somos personas con derechos reconocidos por sus leyes… Es Ud., en el cargo que hoy ocupa, el responsable directo de estar bloqueando el cumplimiento de la ley.
A partir del fallo, el grupo denominado Consenso Bariloche hizo circular noticias falsas que advertían que el espacio público de la ciudad estaba en peligro. “Otra vez –dice Marta- tenemos que explicar que el lugar donde estamos no es un territorio público, es territorio Mapuche”. La comunidad atravesó todos los pasos requeridos por el INAI para ser reconocida por el Estado Nacional. Fue en el quincho de la comunidad donde se llevó a cabo la sesión del concejo que aprobó la ordenanza del año 2015 que declara a Bariloche como municipio Intercultural.
A lo lejos se escucha la campanita de las ovejas de Marta que suben la ladera del cerro Otto a esa hora de la tarde. La vocera camina con paso lento. Sus ojos grandes se encienden cuando entra a la huerta intercultural, donde trabajan mano a mano la comunidad y cuarenta familias de los barrios de la zona. Una hilera de girasoles bordea el invernadero de más de cuarenta metros de largo. Adentro, bancales repletos de tomates y zucchinis gigantes. Marta acaricia las espigas de trigo verde y recuerda cuando en octubre del 2020 el ejército irrumpió en la huerta, destruyó la estructura y el plástico del invernadero y cortó árboles frutales. (https://almargen.org.ar/2020/10/07/ejercito-desarmo-un-invernadero-en-la-comunidad-millalonco-ranquehue/) Al poco tiempo los integrantes del proyecto reconstruyeron este espacio de encuentro y trabajo fértil que ya lleva dos años de experiencia comunitaria.
Ese recuerdo trae otros. “Yo me crié viendo militares atropellando a mi familia. Hubo muchos intentos de echarnos. Nos corrían hacia la orilla del río. Mi madre no se dio por vencida y volvió al territorio. Todavía está la trinchera que cavaron los soldados. Muy cerca habían montado su cuartel donde hacían sus prácticas de tiro, volaban las balas en dirección a la ladera donde estábamos nosotros”.
Ahora, en este territorio se asienta el rewe, el espacio ceremonial donde se prepara el lawen -medicina ancestral- y donde el o la machi – autoridad espiritual- atiende a las comunidades originarias y a los vecinos y vecinas de los barrios. “En este lugar también se realizan los Guillipum -explica la vocera-. Son rogativas para comunicarse con las fuerzas de la naturaleza y pedirles que nos traigan buenos pensamientos y nos den fuerzas para seguir andando”.
La posesión de un título de propiedad comunitaria adopta otra forma a la que se conoce en el derecho occidental. Los pueblos originarios no consideran a la tierra ni a los recursos naturales como bienes económicos que se pueden intercambiar. El modo comunitario de vida establece el carácter intransmisible e inenajenable de sus tierras. Su vínculo con la naturaleza es sagrado. “No somos dueños de la tierra –dice Marta-, no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la tierra”. En la Patagonia ya se entregaron tres títulos de propiedad comunitaria: dos en Santa Cruz y uno en Tierra del Fuego.
En marzo Marta va a presentar sus papeles para la jubilación como empleada doméstica. “Voy a estar más tranquila -dice-. Tal vez siga trabajando, pero menos tiempo. Tengo que alimentar a mis ovejas y a mis gallinas. Lo que me dará verdadera calma va a ser tener en mis manos, de una vez por todas, el título de propiedad comunitaria”.
Este título no solo les garantiza a las comunidades originarias una seguridad jurídica sino también un reconocimiento a las generaciones que estuvieron y están en lucha.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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