El pasado sábado 17 de noviembre se realizó en la Escuela de Arte La Llave el tercer Festival Afrolatino, organizado por la comparsa de candombe local, el Chiflete. Con la participación de grupos de festejo peruano, rumba cubana, candombe uruguayo, capoeira y samba brasilera demostraron, en una gran fiesta, que en Bariloche son muchos los que se aferran con fuerza a las raíces de la cultura africana.
A tocar hasta que sangren las manos.
A mitad de la siesta del sábado el estruendo de los tambores despertó a todos. El barrio 169 viviendas, que en otros tiempos fue ocupado por los escopetazos de la represión, se llenó esta vez con el repicar de los cueros que anunciaban una jornada de fiesta. Un candombe improvisado entre tocadores de diversas agrupaciones de Bariloche afirmó los fundamentos que iban a ser una constante durante toda la jornada: La unión, la amistad, el compartir y la alegría como forma de resistencia. No podía ser de otra manera, el Tercer Festival Afrolatino en la Llave, arrancó con los tambores llamando.
Una vez adentro de la Escuela de Arte La Llave, el festival presentó a varias bandas locales: Le tocó romper el hielo a “Golpe Tierra” que invitó a bailar con un repertorio de folclore afroperuano. Luego vino una presentación del baile del santo Eleggüa, de la religión afrocubana yoruba, dueño de las encrucijadas y los caminos, encargado de la apertura a la comunicación, a cargo de Joaquín y Luna. Más tarde le toco el turno a Ayá Congo, grupo patagónico de rumba cubana, que hizo que toda la platea moviera las caderas. La organizadora del evento, la comparsa “El Chiflete”, presentó con Chico, Piano y Repique, el plato fuerte: Una muestra de candombe en escenario que incluyó mama vieja, gramillero y estandarte. También tuvo su espacio el grupo capoeira Bariloche, que invitó al grupo de capoeira de El Bolsón para una roda abierta cargada de mandinga, giros y cantos. Por último cerró la tradicional agrupación Opipoka, con su repertorio de samba y samba reggae. Entre grupo y grupo no faltaron más rondas de candombe para que nadie se quedara con las ganas de tocar y compartir.
La autogestión como bandera
Pese a ser un espectáculo gratuito que se realizó en la sala principal de la escuela de arte municipal, fue necesaria la autogestión para lograr los permisos y los mínimos requisitos de seguridad de un evento abierto al público. Fernando Emer, director de El Chiflete, organizadora del evento cuenta que “en un momento tuvimos que salir a tocar a la calle para poder pagar un paramédico y un seguro de sala, parte de la construcción colectiva de la organización. Fueron $2000 pesos que tuvimos que conseguir para hacer esto” y agrega “Nosotros estamos muy contentos, porque por más que lo organizamos es el laburo de todos los grupos: Las ganas, los ensayos, los tiempos, el moverse. Agradecemos a toda la gente que vino y a la que trajo algo para comer, toda la gente que hizo posible esto. Estamos muy agradecidos por todo lo que nos han brindado porque nosotros también disfrutamos mucho del festival”.
Conciencia Negra
Este festival afrolatino coincide con el día de la conciencia negra, fecha en que se recuerda y conmemora la lucha de Zumbí, líder negro del Quilombo de Palmares, uno de los tantos lugares libres donde se refugiaban los esclavos que se escapaban de las fazendas en las cercanías de Salvador de Bahía, en el Brasil colonial. Zumbí fue asesinado el 20 de noviembre de 1695, y desde aquellos tiempos su nombre es sinónimo de la lucha por la libertad, la igualdad y contra el racismo de todos los negros en américa y el mundo. Argentina, desde inicios del siglo XX, se ha caracterizado por invisibilizar su negritud. Se dice por lo general que todos los negros murieron en la guerra o por la fiebre amarilla, negando la existencia de comunidades negras en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Corrientes, Chaco, Santiago del Estero o en provincia de Buenos Aires, por nombrar algunas. Se niega también a las expresiones negras en nuestra cultura: en el tango, en la zamba, en la chacarera, en el candombe. Por eso es importante que un festival como éste se desarrolle en una ciudad como Bariloche. Para demostrar que la cultura afro sigue presente y más viva que nunca, en los más alejados lugares del país, cultivando en quien se le acerca los valores de la unión, la igualdad y el goce compartido.
Por Ramiro Sáenz
Fotografías: Meulen Puchy