Crónica en primera persona de la presentación del libro “sinceramente” de CFK contada por un barilochense que consiguió estar entre los mil invitados.
Es difícil escribir algo original sobre un tema que se ha escrito tanto en tan pocos días detrás de un suceso. Pero haré el intento a partir de contar sensaciones e impresiones desde el humilde lugar de un militante de a pie en una ocasión especial. No solo por el contexto y la magnitud del evento. Sino también por haber contado con el privilegio de estar en un lugar donde entraba una pequeña porción de la marea de gente interesada por la presentación de un libro. En este sentido, cabe destacar lo dicho por el responsble de la Editorial sudamericana y el director en Argentina de Pengüin Random House Grupo Editorial, Juan Ignacio Boido. Afirmó que era algo muy notable que “hace quince días que el país habla de un libro” y que nuevamente “el libro como objeto cultural cobra un lugar central en la vida política y social del país”. Se ha comentado y opinado mucho sobre lo que ocurrió el jueves, antes y después, a favor y en contra. Lo que es innegable que ha sido un reflejo de la centralidad política y social que conserva la Senadora y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Primero que todo, fue extraño recibir la noticia que podía llegar a entrar al salón donde se presentaba el libro. Sabía que podían asistir allí solo por invitación unas mil personas. Ser uno de esos mil, cuando se preveía afuera de la Feria varios miles, fue extraño. Es más, en los días previos mi intención era acomodar mis tiempos a fin de asistir a lo que imaginaba iba a ser una concurrencia popular nutrida afuera de la Feria. Encima después de mucho tiempo, era la oportunidad de encontrarnos en una movilización popular por un motivo ameno, alegre, de expectativa y esperanza. Un contraste con las cientos y miles de movilizaciones, actos, protestas y charlas de los últimos 3 años y medio motivados por la protesta y resistencia al ajuste, en contra de los despidos, etc, etc, etc.
Después de recibir la invitación personal en un bar cercano, fue caminar unas cuadras con algunos compañeros bajo la lluvia hasta llegar a la Feria. La invitación que recibimos no fue por una relevancia individual de alguno de nosotros. Sino por representar a un colectivo, una organización nacional, el Frente Federal de Ciencia y Universidad, que integra entre otras organizaciones CyUA Bariloche. Una organización que defiende la ciencia y la universidad como herramientas de nuestro pueblo para tener un país más justo.
Dos horas y media antes de la presentación ya comenzaba a insinuarse la multitud. Dos pantallas gigantes separadas por cientos de metros, baños químicos en cantidad y variados puestos de vendedores ambulantes hacían de escenario en una de las calles laterales a la Feria del Libro. Se escuchaban algunos cánticos y redoblantes, y variadas conversaciones en los grupos que se apiñaban bajo algún árbol o techo por el aguacero que comenzaba. Mi extrañeza aumentó al tener que dejar atrás esa multitud creciente, y comenzar a pasar los anillos de seguridad. Ya adentro de la Feria, se entremezclaban los habituales visitantes de la feria, con quienes estaban solo por CFK. En las entradas y pasillos se apiñaba gente que había ido por el acto y se resguardaba de la lluvia.
Dentro de la Feria se había preparado otra pantalla en un patio interno con gradas cercano al salón de la presentación del libro. Ese patio estaba preparado para 4 mil personas, creo que también por invitación. Seguro que entre los feriantes había varios interesados en llegar a ese patio o al salón también. Los pasillos llenos de gente. Después intentar ubicar el salón preguntando y tratando de seguir las indicaciones entre la multitud, la solución fue seguir a alguien que sabíamos que iba al salón, Daniel Filmus. Demoramos bastante, porque muchos lo paraban para saludarlo y sacarse fotos. Finalmente, al llegar al último punto de acreditación, fue abrirse camino entre la masa de gente que quería entrar, o por lo menos chusmear quienes iban entrando al salón. Metros de distancia había entre el control de acceso al patio interno, del de la entrada al salón. Pasar entre periodistas y curiosos, todos con sus cámaras enfocando a los conocidos fue fácil siendo un anónimo. Más de uno se preguntaría quien carajo éramos para ir al salón. Después de andar por un largo pasillo y encontrarse cada pocos metros con gente de la organización que nos pedía la entrada, llegamos al salón que de a poco se iba colmando. Aún faltaba una hora para el comienzo.
Un escenario bajo, una mesa larga y tres sillas, con un gran afiche de fondo de la Feria. A un costado una gran pantalla que enfocaría a los protagonistas de adentro y de afuera. De apoco empezábamos a ver caras reconocidas. Cerca nuestro y conversando con algunos de los cumpas del Frente Federal estaban el diputado Roberto Salvareza, ex presidente de Conicet, y Alberto Komblith y Mario Pecheny Investigadores de Conicet y electos por sus pares para ocupar el directorio del mismo (aún no designados por demora del decreto presidencial), entre otros reconocidos investigadores. También se podían ver varios actores y músicos, periodistas y escritores, políticos, dirigentes sindicales, referentes y militantes de DDHH, políticos y sociales.
Muchos de los invitados eran de los claramente identificados con la expresidenta, la gran mayoría de los referentes de ese espacio de los distintos ámbitos politicos, sociales y culturales estaban presentes. Otros invitados no estaban identificados con el espectro k, pero si parte del amplio campo popular. Se podía ver a algunas de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como a Pérez Esquivel, a Felipe Solá como a Pino Solanas, a León Gieco o Lisandro Aristimuño, a Arturo Bonin o Pablo Echarry, Elizabeth Gómez Alcorta (abogada de Milagro) o el ex-Juez Rosanzky. Pero también es para destacar que varios de los invitados ampliaban el espectro político y social, como Daniel Vila, dueño de América, o la periodista oficialista Romina Manguel. No quiero aburrir con nombres, otras notas tendrán más detalle de ello. También éramos varios los anónimos que estábamos allí en representación de colectivos de la ciencia, de la cultura y de organizaciones populares a los cuales CFK tomó como presencias necesarias con su invitación.
La espera no se hizo larga, entre conversaciones y cánticos, que se iban contagiando de afuera hacia dentro del salón y otras veces a la inversa. Cuando de pronto anunciaron la pronta entrada de CFK y todos se pararon e intentaban adivinar por donde entraría. Llamativo, aunque no sorprendente, para mi ver tanta ansiedad y nerviosismo entre tan reconocidos asistentes. Cristina entró acompañada de la Presidenta de la Fundación del libro María Teresa Carbano y del presidente de la Editorial sudamericana, acompañada de ovaciones y canticos. Por la gran pantalla se veían miles de caras iluminadas de alegría, a pesar del diluvio que los empapaba. El comienzo del acto a cargo de la Presidenta de la Fundación el libro dejo dos frases importantes, “el éxito editorial de Sinceramente” contrasta con el momento pésimo del mercado editorial en el país” y “nos honra que la expresidenta pondere este espacio plural, así como lo han hecho otros referentes políticos de otras orientaciones, para presentar su libro”. El presidente de Editorial Sudamericana repitió los números sorprendentes del boom editorial de “Sinceramente”, 20 mil ejemplares vendidos en la primera hora del anuncio de su publicación para la siguiente semana, y ya 300 mil ejemplares impresos, con la capacidad a tope de las imprentas trabajando desde hace varias semanas.
Una vez que empezó a hablar Cristina, lo hizo en un tono calmo, casi sin contagiarse del entusiasmo del público de adentro y de afuera del salón. Ella quizo trasmitir un mensaje, el mensaje que lleva su libro. Básicamente fue para mí una clásica presentación de un libro de cualquier autor o autora, si obviamos la relevancia de quien lo presentaba. Empezó por los agradecimientos y motivaciones para escribir el libro. Le agradeció a Alberto Fernández por darle la idea y a todos los que acompañaban comprando ese libro, especialmente aquellos que lo hacen “juntando las moneditas”. Habló de la persecución mediática-judicial a ella, pero remarcó que su dolor pasaba por las consecuencias sobre la salud de su hija de esta persecución. Se detenía muy poco ante las olas de aplausos que acompañaban su discurso, ya que su intención era otra. No le estaba hablando solo a “su” público. Consciente de que hasta sus más acérrimos detractores les dan difusión a sus palabras. Estaba hablando a todo aquel que recibiera el mensaje. La suma de raiting entre todas las trasmisiones de Tv y los que vieron por las redes fue de una masividad pasmosa. Una cadena Nacional no oficial.
Cristina en su tono tranquilo, planteo la necesidad de un nuevo contrato social de los argentinos y argentinas. Uno en el cual cada sector debe aportar su parte para hacer un país más inclusivo. Un país en el cual la ganancia se reparta entre los distintos sectores. Y para ello planteo la necesidad de autocrítica de cada sector y del debate para construir los consensos necesarios sobre las políticas públicas para hacer posible ese crecimiento con inclusión. Recargó las tintas sobre los empresarios, apelando al ejemplo del gran dirigente empresario Bel Gelbart. Les planteó una vez más con la evidencia del fracaso de las políticas neoliberales del actual gobierno, que ellos apoyaron en su mayoría, la necesidad de que comprendan que el crecimiento de sus empresas a largo plazo está atado en suerte a la fortaleza del mercado interno. Es decir, que las grandes mayorías reciban una parte sustancial de la riqueza que produce el país. Habló de construcción de las políticas de Estado sostenibles en el tiempo, a las cuales se llegue a través del consenso y se sostengan con responsabilidad por todos los sectores.
A su libro no lo presentó como una verdad revelada, ni como una autobiografía. Dijo que eso sería muy pobre. Planteo a su libro como una herramienta para ese debate necesario para ese nuevo contrato social de responsabilidad ciudadana. Lo planteó como sus reflexiones sobre la historia reciente, su aporte, no desde la soberbia, sino desde la experiencia de haber sido senadora varias veces, esposa de un presidente y dos veces presidenta de la Nación. No habló de su candidatura, habló por arriba de ese nivel. La escuché como estadista, como una líder, como una vieja sabia. Será por ello que la sensación más fuerte que sentí, fue comprobar el respeto de tantos importantes referentes que asistieron. Parafraseando a Mario Wainfeld “cuando Cristina habla, cunde un silencio que revela escucha”. Obvio que no fue solo una presentación de su libro, a pesar de ser solo treinta y pico de minutos. Marcó pautas y bajó consignas para la campaña y el debate a dar para el consenso social necesario construir para poder gobernar después del 10 de diciembre. Para reconstruir un país desbastado por el neoliberalismo reinante y la inmensa deuda externa e interna que dejará. Un consenso que necesariamente debe ser más amplio que la cantidad de votos que ella reciba o el candidato que surja del frente que está impulsando. Nos habló a todos y a todas, para que debatamos y reflexionemos, para que actuemos en consecuencia. Será por todo eso, por haber tenido el privilegio de sentirlo de cerca, que tuve esa sensación de esos momentos, que mientras los estás viviendo, ya sabés que van a ser claves en la historia.
Por el exiliado barilochito para
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen