Desde hace años Javier Gil lleva adelante una tarea minuciosa recopilando poemas de autores de la Patagonia, que publica en hojas sueltas de manera gratuita e independiente. Ediciones Desmesura y una labor imprescindible que ya tiene su primera antología.
Sobre la mesa ratona los papeles dispersos dibujan recorridos. Asoman las letras de molde en los pliegues blancos de hojas que también llevan las huellas del decir de las ilustraciones, dibujos que se plasman a la par de la palabra, en espejo o en ventana, invitando a nuevas miradas junto a un rosario de estrofas.
Rodeado de todos esos papeles, de todas esas ilustraciones que pronto serán una nueva síntesis de algunos de los tantos poetas patagónicos que recopila Ediciones Desmesura, está Javier Gil. Artífice de esta labor artesana que se definió con este nombre en el 2013.
“Formaba parte de Natural Desmesura, un cuarteto de Rock que tuvo vida hasta el 2017 y en ese ámbito es que nacen las ediciones: en el 2013 invitaron al cantante, guitarrista y compositor del grupo, Esteban Laclau, a exponer sus cajones peruanos en el Centro Administrativo Provincial. Él les habló de la banda y fuimos a la exposición con todo lo que la rodeaba: llenamos toda la sala, la planta alta y la planta baja, con obras de pintores y dibujantes patagónicos. Además, pusimos material de consulta de escritores también de la zona y una hojita con los temas del grupo. Había igualmente la idea de repartir poesía y entonces hice las primeras cuatro hojas para esa exposición. Y como el grupo era Natural Desmesura, lo llamamos Ediciones Desmesura”, comienza desandando.
Sin embargo, los antecedentes de este engranaje provienen si se quiere de mucho más atrás. Recorridos que abonaron el camino que hoy brota en pequeñas hojas, dípticos, plaquetas, que se publican en nuestra ciudad y se reparten en distintos ámbitos y espacios, trascendiendo incluso las fronteras y dando a conocer la producción de autores de esta vasta región de manera gratuita e independiente.
“Entre los 18 y los 20 años, junto a Armos Moreno, hacíamos una pequeña publicación subterránea que se llamó Vientos. Soy de Caleta Olivia, Santa Cruz, y pertenecíamos al sindicato de prensa alternativa, cuyo coordinador general en Buenos Aires era Miguel Grinberg. Todo eso se cortó en el 76 con el Golpe de Estado. Pero quedamos en contacto con mucha gente del ámbito de la escritura y la edición gráfica y en el 83 decido hacer una publicación literaria: Ventana al Sur, también en Caleta Olivia”, repasa Javier.
Recuerda igualmente que fue en ese tiempo cuando partió con un montón de cuentos de amigos, ensayos y poemas a Chubut, a la casa de Caroli Williams, en Sarmiento. “Es un artista plástico increíble, con una bondad y una humanidad que no tienen comparación”. A ese ser es que le dejó todo el material. “En el 84 volví y había hecho unas láminas hermosas. Las llevé a Caleta Olivia y no salió ninguna revista más de Ventana al Sur, por lo tanto tenía todo el material guardado y cuando se produjo esta oportunidad dije: ahora sí. Y empezaron a salir textos, ilustraciones que tenía guardadas, y eso se fue multiplicando. Fui conociendo mucha gente, nos fuimos contactando y ya vamos por la hoja 105, que salió ahora en junio con el poeta Diego Rodríguez Reis de Villa La Angostura. Estoy muy contento. Es una gran satisfacción ver que a la gente le interesa y las hojas circulan. Ya hice más de 50 mil copias”.
En este andar de las hojas sueltas, la forma de distribución y el rescate de autores también permiten una apertura a nuevos públicos, que empiezan a incursionar en la poesía quizás por primera vez. Como mismo dice Javier, muchas veces los libros de los escritores van a parar a manos de otros escritores y de un público limitado, amante de la poesía. Pero estas hojas llegan a todas partes. “Un músico me dijo: yo no leo poesía, pero estas hojas, sí”.
Es así que con las primeras 70 hojas, que de algún modo conforman un ciclo, se armó el primer libro que ya se agotó. “Eso no significa que hay una editorial que publica libros, con un director, secretarios que corren diligentes por pasillos, escribas, copitas y correctores. Nada de eso, simplemente hablamos de edición, de una hoja A4 doblada en 3 que antes se llamaba plaqueta, tríptico y ahora le dicen fanzine”.
La mayoría de los que participan son escritores patagónicos, desde Tierra del Fuego hasta Rio Negro, Neuquén, La Pampa. Sin embargo, cada tanto también se incluye un poeta, un escritor de otros lugares y otros tiempos, por puro gusto. Así fue surgiendo, sin un plan y ni estrategia determinada. “Hay mucha gente participando y por eso no bajo una pauta personal. Tampoco recibo ningún apoyo de ningún lado, porque sería tener que estar supeditado a ese poder determinado y prefiero ser libre, que nadie condicione en la expresión”.
Rebelión contra el sinsentido
“El arte no es solamente un entretenimiento prescindible. Es educación, imaginación, conocimiento, memoria y compromiso ético con la vida. Un poeta decía: no podemos hacer poesía para hacer la cárcel más amable. La poesía es rebelión contra el sinsentido, contra el absurdo, contra los enigmas de la existencia, es rebelión para fundar sentido, para lograr el encuentro entre las personas. Eso es lo fundamental”.
Javier deja salir las palabras y dibuja sentidos en el aire. Nunca publicó textos propios, ni sus dibujos. Se dedicó a descubrir, recopilar, ordenar, leer y releer a otros autores para darles un lugar. Un peso especifico. Se dedicó a encontrarlos y mostrarlos con generosidad.
“Estamos utilizando el arte para lograr otra cosa, Corbalán decía que la poesía no es lenguaje, utiliza el lenguaje como herramienta. Pero la poesía combate al lenguaje, lo eriza y le hace decir cosas que incluso que el lenguaje no quería. Porque la poesía es la forma de lograr expresar lo inexpresable, busca expresar lo inefable”, continúa, dando lugar a la idea de que la razón discursiva, el análisis, el pensamiento formal, es fundamental, pero no alcanza para desentrañar lo real en su totalidad. “Es allí cuando aparece el arte, es allí cuando lo literario, el mito, asume su poder poético y didáctico, revelador. No es que la poesía vaya a desentrañar lo real en su totalidad, el misterio en su totalidad, pero hay como un rozar con algo que no cabía en la mirada, eso es lo fundamental de la poesía”.
– ¿Cómo es el proceso de selección?
-Con los locales hay un encuentro personal, sino vía mail, mandan sus poemas. Espero no hacerme de enemigos (se ríe). No puedo publicar con la inocencia que publicaba al principio, cuando había trabajos de gente muy dedicada al oficio y otros muy espontáneos con los cuales hacíamos la hoja. Con el paso del tiempo han aportado trabajo muchas personas y por una consideración hacia ellas trato de cuidar la expresión. Aunque hay gente de expresión espontánea, y que por la sinceridad y lo que significa el encuentro, van igual. Ahora hablé con Tamara Padrón de San Martín de los Andes y va a ser una especie de corresponsal, juntando poemas de allá para hacer una antología de San Martín de los Andes.
-Las imágenes que acompañan las hojas también son un elemento importante
-Sí, la portada del primer libro es de Caroli Williams. También está Viviana Torres Curth, los queridos Chingolo Casalla y Gabino Tapia, entre otros. Federico, Marchesi, Gabi Herrera, Resorte Hornos, Kike Mayer, Andreina Poli, Claudio Alex, Pascual, Mariana Pabstleben, Mariana Erlijman, Nadia Palavecino, Viviana Dziewa, Mercedes Schamber…
– ¿Y hay alguno tuyo?
-No. Lo que a mí me importa, como editor de estas ediciones es lo que significa lo literario, el aporte del arte. Gilberto Gil decía: la música es mi instrumento de diálogo con el mundo, soy yo frente a mí mismo, el asombro de la existencia, los grandes interrogantes, mi música es mi meditación religiosa, filosófica, existencial y ético moral.
– ¿Se puede hablar de una identidad patagónica?
– Lo que puedo decir es que la Patagonia es diversidad. Un polo cultural en determinado lugar a veces se cree representante y no es así. Están los del noreste, los del norte, los del sur, los del medio, y todos dicen: nosotros somos la Patagonia. Pero es muy amplia: lo que sucede en el norte de Neuquén no tiene nada que ver con lo que sucede en Caleta Olivia y nadie puede asumir la representatividad de otro. Entonces, la característica es que no podemos definirla prestamente, y eso me parece fantástico, me parece inasible. La poesía no se define, se reconoce, decía el Indio, lo que no quita que hay que hacer registros, estudios, buscarle el sentido a eso. Hacer acopios de testimonios históricos me parece fundamental para evitar distorsiones, porque después viene alguien y escribe la historia de la Patagonia y no nos sentimos reconocidos.
La labor de Ediciones Desmesura seguro es parte de este mosaico que va dibujando identidad. Como dice Javier Gil “en el encuentro con otro nos vamos reconociendo y construyendo otra realidad, que no es la que estamos viendo ahora, que nos dan los medios y la cultura formal. Sino una cultura donde podamos realmente desarrollar vida. Vivir la vida como valor”.
Por Violeta Moraga
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen